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El día 2 de abril pasado se cumplieron veinte años de la fundación de las ocho primeras EMEM (Escuelas Municipales de Enseñanza Media).

Si bien en aquellos años no se hablaba de inclusión, ésta fue la premisa del proyecto, ya que las escuelas se instalaron en barrios que no tenían escuelas secundarias. La Boca, Retiro, el sur de la Ciudad se vieron en dos años poblados por estas escuelas.

En ellas se puso fuerte énfasis para que la enseñanza y el aprendizaje se desarrollaran en el marco de un clima de convivencia democrático y afectivo a la vez.

Se las empieza a conocer como escuelas contenedoras de los problemas de los chicos y que a la vez enseñaban. Allí nunca les faltó a los alumnos/as la palabra cercana y amiga del adulto frente a una realidad que ya anunciaba con creces lo que pasaría veinte años más tarde.

El devenir de los tiempos trajo consigo intentos de cierre de algunas escuelas porque “eran chiquitas”. Justamente ésta fue otra de las características del modelo EMEM. Escuelas que no llegaran a tener más de 300/400 pibes/as por turno, ya que estaba fehacientemente probado que las escuelas multitudinarias de 1000, 2000 o tantos chicos no permitían ni permiten acompañar a estos alumnos/as en su proceso educativo y terminaban desertando de las mismas o siendo expulsados.

Las EMEM rompen por primera vez con el fuerte acento selectivo de la escuela secundaria argentina. Otro de sus grandes logros.

Los docentes acompañaron, pero para ello quienes tuvimos la responsabilidad y el orgullo de ser fundadores como directores, el trabajo con ellos fue arduo y en muchos casos profesoras/es pudieron aceptar la propuesta que incluía la de aprender a ser docentes de otra manera. Corrieron lágrimas y muchos se fueron. No pudieron con la empresa y con el apego a su fuerte tradición conservadora-docente. Pero otros se quedaron, poniendo en evidencia su enorme compromiso con el costado social de la docencia e hicieron posible estos primeros veinte años del primer proyecto de inclusión en la escuela media de la ciudad de Buenos Aires.

Prof. Raúl Moroni