Hace 50 horas que María Teresa Dova no duerme. Dice que pasó la noche en su oficina, situada en el departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata, junto a Martín Tripiana y Fernando Monticelli, dos colegas que participaron de lo que ella define como “el experimento más grande de este siglo”: el Gran Colisionador de Hadrones (LHC). Allí, los tres científicos se interconectaron con el centro internacional CERN y aguardaron el choque producido por la aceleración de partículas en un circuito de 27 kilómetros por el que circulan los haces. “Hace bastantes días que estamos llenos de ansiedad, trabajando en la oficina y siguiendo la trasmisión vía web, la prueba fue definitivamente exitosa, ahora tenemos que empezar a analizar la información que vamos obteniendo”, comenta Dova.

Además de este equipo de físicos que se ocupa de los detectores, hay dos grupos argentinos más que están trabajando en este experimento, construido a cien metros de profundidad, y que es seguido por 35 países y 169 instituciones de investigación. “Uno de ellos es de la UBA y está a cargo de Ricardo Piegaia; el otro es de Mar del Plata, son ingenieros que trabajan en los preaceleradores de la máquina”, informa la física. Y agrega: “Hoy tuvimos colisiones en las energías más altas que el hombre nunca alcanzó”.

Según explica Dova, cuando se produce la colisión se obtienen partículas de alta energía y, por el principio de Albert Einstein, toda la energía se convierte en masa, que es colectada por el detector Atlas, un gigante de 25 metros de alto y 46 de largo que cuenta con cien millones de canales electrónicos para transmitir la información. “Nosotros tenemos que seleccionar los datos que tengan interés físico”, aclara la investigadora platense. Al describir al superacelerador, asegura: “Hacemos en estos aceleradores lo que el universo está haciendo desde que es universo, hay partículas con aceleración mayor a la que logramos en el colisionador, que ingresan permanentemente a la atmósfera terrestre”.

–Usted declaró que “la física va a girar en las próximas décadas alrededor de este experimento”. ¿A qué se refería?

–Bueno, no toda la física. La teoría de las cuerdas no va a cambiar por esto, pero sí habrá avances en la física de las altas energías. Vamos a poder comprender la composición de la estructura de la materia o porfundizar sobre un elemento teórico, como la existencia de la partícula de Higgs, que explicaría la masa de toda la materia. También las partículas supersimétricas, que explicarían la materia oscura. Además podríamos encontrar fuerzas nuevas.

–¿Cómo será el monitoreo que harán ustedes?

–El plan empezó hoy y durará entre 18 y 24 meses. Seguramente habrá una parada grande para colectar y analizar información. Así que por ahora esperamos los datos, los primeros resultados estarían en un mes y en principio confirmaremos que lo que vemos es lo que conocemos. Hace cuatro años que estamos preparándonos para analizar estos datos, la diferencia es que ahora, en vez de trabajar con datos simulados, estamos trabajando con datos reales que nos da la naturaleza.

–Usted tuvo mucho que ver en la participación de Argentina en este proyecto.

–Hace 20 años que intento que participemos en estos proyectos internacionales y 12 años que empiezan a participar argentinos, es una satisfacción increíble. En 1995, Lino Barañao (actual ministro de Ciencia) visitó el CERN (Organización Europea de Física Nuclear en Ginebra, Suiza). Era presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y dijo: “La Argentina no puede estar afuera de esto”. Su apoyo fue fundamental.

–Se mencionó que la máquina podría generar una velocidad cercana a la de la luz, lo que abre la fantasía sobre viajes espaciales.

–Las partículas ultra-relativistas están próximas a la velocidad de la luz, el valor de la energía es lo que ha sido fundamental en todo esto. Pero por ahora es imposible hacer una nave que viaje a esta velocidad: sólo las partículas que no tienen masa viajan a la velocidad de la luz.