Es difícil medir la importancia de la creación de la Agencia de Promoción Científica de la Ciudad de Buenos Aires. Una ciudad que, orgullosa de exhibir su patrimonio cultural, se ha olvidado durante décadas de que su patrimonio científico es también enorme.

Pero el rasgo más notable e importante de la ley es el establecimiento de un piso (en este caso 0,28 por ciento) del Presupuesto de la Ciudad para financiarla. Es una innovación absoluta en el país, que así sigue el camino que ya han emprendido notoriamente otros países sudamericanos: el estado de San Pablo, sin ir más lejos, incluye en su Constitución que el 1 por ciento de su presupuesto debe ser destinado al desarrollo de la ciencia y la tecnología, al cual se suma, dicho sea de paso el 1% que la Constitución de Brasil destina al mismo fin. Con estas dos herramientas, San Pablo consiguió constituirse en la ciudad pionera en ciencia del Cono Sur y Brasil supo sobrepasar largamente el desarrollo científico argentino (golpeado, en verdad, por sucesivos golpes reaccionarios y genocidas que obligaron a los científicos argentinos a emigrar).

Sea una ley, sea un decreto, serán una ley o un decreto históricos, que romperán de una vez por todas la incomunicación entre la comunidad científica y los gobernantes (como ya está ocurriendo en el plano nacional) y es de prever que ese 0,28 por ciento, dado este primer paso, irá aumentando paulatinamente hasta situarse no sólo en el uno por ciento del estado de San Pablo, sino del cuatro por ciento que ostentan los países desarrollados.

Unida a la Ley Marco que (esperemos) la Legislatura apruebe durante 2007, la Agencia, que, según este decreto (o ley) será un organismo ágil, no burocratizado y con todo el entusiasmo de lo nuevo, podrá empezar a transformar a la Ciudad Autónoma no sólo en la Ciudad Capital de la Cultura (como se pretende en el 2010) sino en una ciudad que talle y fuerte en la ciencia y la técnica sudamericanas y ¿por qué no? mundial. Tenemos buenos científicos, tenemos la intención de investigar, sabemos cómo hacerlo, tenemos una inmensa universidad con laboratorios de primera línea, y ahora, tendremos una agencia propuesta por el Poder Ejecutivo de la Ciudad, que lo involucra de manera decidida en el desarrollo científico.

Verdaderamente, es hacer historia.