EL PAíS › LOS HIJOS DE LOS 22 FUSILADOS EN MARGARITA BELEN

“Treinta años sin justicia”

En la madrugada empezó una vigilia en Resistencia y hoy a la mañana se realizará un acto en el lugar de la masacre. Los familiares siguen esperando justicia para los presos fusilados por la dictadura.

 Por Werner Pertot

Dafne Zamudio tenía 6 años cuando asesinaron a su padre. Juan Pablo Tierno no había nacido aún. “Nací 17 días después de que lo mataran a mi viejo. No llegué a conocerlo. Ni siquiera a la distancia”, afirma Juan Pablo. Le tocó nacer en la cárcel de Devoto, donde estaba presa su madre durante la dictadura. Ambos son hijos de los fusilados en la masacre de Margarita Belén, de la que hoy se cumplen 30 años. “Son treinta años sin justicia. Lo único positivo es que seguimos unidos”, define Dafne, que milita en H.I.J.O.S. Chaco desde su fundación. El lunes fue nombrada presidenta del Sitio de la Memoria que funcionará en la ex Brigada de Investigaciones de Resistencia. El último lugar donde vio a su padre con vida.

Carlos Alberto Zamudio era un militante de la JP en Chaco, de donde era oriundo. Sus amigos lo gastaban por su seriedad: cuando salían, era el único que se dedicaba a hablar con las prostitutas para concientizarlas. Con el golpe, dejó la provincia y pasó a estar clandestino en Misiones.

“Una vez nos llevaron cuando él estaba escondido. Nos fuimos hasta allá, con mi abuela, mi mamá y nosotros cuatro. En un Citroën. Imaginate lo que fue ese viaje. Fue un riesgo para él, pero la necesidad de vernos era más grande”, relata Dafne, quien recuerda la guitarreada que organizaron para festejar el encuentro. “Esa fue la penúltima vez que lo vi”, dice.

En Chaco, las tenían vigiladas. Incluso les allanaron la casa. “Me acuerdo de la escena de mi abuela tirando en el inodoro unos papeles”, dice Dafne. Los represores dieron vuelta todo. “¿Dónde están las armas?”, preguntaban. “Mi vieja los enfrentó. Y mi abuela les pidió de rodillas que no se la llevaran. Finalmente, no se la llevaron, no sé cómo”, cuenta Dafne, quien volvió a ver a su padre en la Brigada de Investigaciones, que era el centro de la represión ilegal en Chaco. “Nos dejaron verlo a través de un mostrador. Estaba muy golpeado. Arrastraba las piernas. Quedó sentado en un banco. Nosotras lo saludamos. Esa fue la última vez”, cuenta, mientras mece a su bebé de cuatro meses.

Dafne volvió a la Brigada para el acto en el que el gobierno provincial entregó el lugar para que sea un Sitio de la Memoria. “Fue la segunda vez que entré a ese lugar. Me causaba mucho dolor sólo estar cerca de ahí. Entrar me trajo muchos recuerdos”, relata. Por ese lugar, así como por la Séptima Brigada de Infantería, tuvo que pasar su abuela para recibir noticias de la supuesta fuga de Carlos, luego del enfrentamiento fraguado en Misiones, a donde fue a recibir el ataúd. Se lo entregaron sellado y le prohibieron abrirlo. “No nos dejaron hacer un velorio. Por esos días, se murió un vecino. Y se ve que no tenían la información, pero creyeron que era el velorio de mi papá. Y rodearon toda la manzana”, se acuerda Dafne.

Ella y sus hermanos se fueron enterando de a poco de lo que había pasado. “Primero nos dijeron que mi papá había muerto de tristeza por no vernos a nosotras. No sabían cómo explicarnos tanto horror”, señala. Hasta que un día, cuando salía de la escuela, una compañera con la que se había peleado le gritó: “¡A tu papá lo mataron porque era un subversivo!”. “Me fui llorando a mi casa. No sabía ni que existía esa palabra. Esa fue la primera vez que mi vieja empezó a hablar”, recuerda.

Juan Pablo también creció armando el rompecabezas de su padre, a quien no llegó a conocer. “Viví en la misma casa de él, conocí su pieza, sus libros, sus anotaciones. Leía en su escritorio”, recuerda Juan Pablo, que estudia abogacía, al igual que su padre. Y que su abuelo, Raúl. Ambos eran de La Plata, donde Patricio Blas Tierno empezó a militar en Montoneros. En mayo de 1976 lo secuestraron en Chaco –donde estaba clandestino– y lo llevaron a la Brigada de Investigaciones con su mujer, Graciela de la Rosa, que estaba embarazada. A ambos los blanquearon. “El Pato” Tierno pidió que les permitieran casarse estando presos. La respuesta del general Cristino Nicolaides llegó después de que lo mataron.

La madre de Juan Pablo salió de la cárcel y se exiliaron con Juan Pablo en México. Volvieron en democracia. Juan Pablo creció cambiando de domicilio: en Resistencia, en Formosa y en Corrientes. Su historia lo acompañó en cada lugar: “Me pasaba que iba caminando por la calle y algún amigo de mi viejo se me acercaba por la calle, me abrazaba y se ponía a llorar, porque me veían parecido. Llegué a tener noción de la linda persona que era por el tremendo vacío que dejó en la vida de un montón de gente”.

Conoció a Dafne y a otros hijos en los actos por la masacre. “Los miro a los ojos y ya sé quiénes son. Sé lo que sienten.” Cuando viajaba en micro desde Formosa, siempre veía la cruz que hay en la ruta a la altura de Margarita Belén, donde hoy se hará el acto de homenaje. “Tengo recuerdos de cuando era chiquito, de cuando se hicieron las primeras reuniones. Yo iba con mi abuelo y era una cruz chiquitita. Y ahora es enorme.”

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Juan Pablo Tierno nació en la cárcel de Devoto, diecisiete días después de que su padre muriera.
 
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