CONTRATAPA
Sangre en los uniformes
Por Osvaldo Bayer
Aquí, en Morón, está la denominada Mansión Seré, uno de los lugares de la infamia argentina. El campo de concentración de la Aeronáutica. Allí se cometieron crímenes sólo imaginables en mentes depravadas y donde la degeneración ha alcanzado sus niveles de total bajeza. Que los aeronautas argentinos hayan ordenado eso me obliga a pensar en los métodos de sus maestros, en las ideologías aprendidas en esos cuarteles con mucho de conventos medievales, en la falta absoluta de ética, en la muerte y el asesinato como máximo ideal.
Se acaba de presentar precisamente el libro Mansión Seré, un vuelo hacia el horror, un estudio profundo de todos los aspectos que rodeó esa época genocida y en disposiciones que hicieron posible tanto acontecimiento macabro. Aparecen todas las biografías de los prisioneros que pasaron por allí y de los que desaparecieron en sus muros del terror, pero también los nombres de los dueños de la vida y la muerte, uniformados aeronáuticos que se prestaron al crimen de máxima cobardía. El autor del libro, Norberto Pedro Urso, tomó esta investigación como la labor de su vida. El mismo estuvo allí prisionero y sufrió todos los vejámenes militares. Como alguien que no puede explicarse tanto horror se puso a investigar hasta el último detalle y llegó a esta obra completa, sabia, irrefutable. Urso es un hombre silencioso, pero cuando habla desparrama su sapiencia investigativa; no hay pregunta que no sepa responder.
Cuando uno lee todas esas páginas se llena de tristeza, de rabia. No se explica cómo el pueblo argentino no supo condenar a sus peores asesinos. Todo lo contrario, están todos libres y cobran sus jubilaciones o continúan vestidos con el uniforme manchado de sangre para siempre. Uno no se explica cómo existen jóvenes argentinos que todavía ingresan en las escuelas de esas armas cuando saben que los uniformes que visten estarán eternamente manchados de sangre y en sus costuras se escucharán los ayes de los torturados y de las torturadas. Esos cadetes son los herederos del cinismo. Hace pocos días, los argentinos vimos atónitos cómo los medios festejaban el regreso de la fragata “Libertad”, usada para seguir con la rutina de un arma que ya no tiene disculpa. Massera. Ese nombre basta. Y con todo cinismo la siguen llamando “Libertad”. Ahí está la ESMA, como monumento a la hipocresía más macabra que pueda imaginarse la mente humana.
El autor recuerda las acusaciones que dejó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aquí, en su visita en 1979. Acusaciones todas comprobadas. Esto basta para comprender quiénes integraban las fuerzas armadas argentinas. Es necesario reproducirlo, es el mejor documento para comprender cuáles son las sombras no disipadas de nuestro país. Ver cómo esas sombras se comportan frente a la víctima. Estos fueron los métodos de los generales argentinos, de los almirantes y brigadieres, de los oficiales y sus suboficiales:
1 Golpizas brutales en perjuicio de los detenidos, que significaron en muchas ocasiones quebraduras de huesos e invalidez parcial. En el caso de mujeres embarazadas, la provocación del aborto. Este tipo de palizas fueron proporcionadas con diferentes clases de armas, con los puños, con patadas y con instrumentos metálicos, de goma, madera o de otra índole. Hay denuncias que refieren casos en que la vejiga fue reventada, quebrados el esternón y las costillas o se han producido lesiones internas graves.
2 El confinamiento en celdas de castigo, por varias semanas, de los detenidos, por motivos triviales, en condiciones de aislamiento desesperante y con la aplicación de baños de agua fría.
3 La sujeción de los detenidos, maniatados con cadenas, entre otros lugares en los espaldares de camas y en los asientos de los aviones o delos vehículos en que eran trasladados de un lugar a otro, haciéndolos objeto, en esas condiciones, de toda clase de golpes e improperios.
4 Simulacros de fusilamiento y, en algunos casos, el fusilamiento de detenidos en presencia de otros prisioneros, inclusive de parientes.
5La inmersión mediante la modalidad denominada “submarino” consistente en que a la víctima se la introduce por la cabeza, de manera intermitente, en un recipiente lleno de agua, con el objeto de provocarle asfixia al no poder respirar, y obtener en esa forma su declaración.
6La aplicación de la picana eléctrica, como método generalizado, sujetándose a la víctima a las partes metálicas de una cama a efecto de que reciba elevados voltajes de electricidad, en la cabeza, las sienes, la boca, las manos, las piernas, los pies, los senos y en los órganos genitales, con el complemento de mojarles el cuerpo para que se faciliten los impactos de las descargas eléctricas. De acuerdo con las denuncias, en algunos casos de aplicación de la picana se mantiene un médico al lado de la víctima para que controle la situación de ésta como consecuencia de los shocks que se van produciendo durante la sesión de tortura.
7La quemadura de los detenidos con cigarrillos en distintas partes del cuerpo, hasta dejarlos cubiertos de llagas ulcerosas.
8La aplicación a los detenidos de alfileres y otros instrumentos punzantes en uñas de las manos y los pies.
9 Las amenazas o consumaciones de violaciones tanto a mujeres como a hombres.
La lista de los métodos de tortura por los miembros de las fuerzas armadas argentinas continúa con otros horrores, antes de la muerte, antes de la desaparición. En el juicio contra los comandantes en jefe, el brigadier Agosti la sacará barata. Apenas cuatro de prisión, por supuesto en un bungalow de descanso. Pero pronto llegó Menem y lo dejó libre. Menem, sí, el mismo que hoy quiere que los militares tomen el control de la policía y nada menos que del orden de nuestras ciudades. Más todavía, que califica a los piqueteros de marxistas y terroristas.
La mentalidad negra, la del palo al justo para acrecentar el bolsillo propio. La rata a la que le gusta siempre el olor a podrido. Mientras Duhalde quiere poner al ejército en labores sociales. El pueblo digno no los necesita. Que primero vayan a lavarse el uniforme y las conciencias.