ESPECTáCULOS
Un grupo dedicado a tocar la música de este tiempo
M.A.S.A. 2.2 está conformado por Silvia Dabul, Manuel Massone, Angel Frette y Arturo Vergara, en dos pianos y percusión. Mañana tocan en el Colón, con entrada libre, y estrenan una obra de Crumb.
Por Diego Fischerman
La pianista Silvia Dabul muestra, entusiasmada, la partitura de Music for a Summer Evening (Makrokosmos III), de George Crumb. “Es una de las obras más importantes del siglo pasado”, dice. Y el entusiasmo, además de con las virtudes de la obra, se relaciona con el hecho de que mañana, a las 11 de la mañana, con entrada libre y en el Teatro Colón, el cuarteto M.A.S.A. 2.2, que ella integra, la estrenará en la Argentina. El concierto es el cierre del ciclo Bienvenida al Siglo XXI, organizado por el Centro Experimental del Colón (y creado por Gerardo Gandini cuando era director de ese centro) y junto a la obra de Crumb el grupo hará Mi madre la oca, de Maurice Ravel, en la versión de Peter Sadlo para dos pianos y dos percusionistas.
El grupo, integrado además por el pianista Manuel Massone y Angel Frette y Arturo Vergara en percusión, debe realizar en la pieza de Crumb un verdadero despliegue de virtuosismo para abarcar un inmenso abanico de timbres de percusión –que incluye vibráfono, xilófono, glockenspiel, campanas tubulares, claves, maracas, cencerros, tablas y diversos tambores y platillos– sumado a una gran variedad de sonidos especiales que deben ser producidos por los pianistas. M.A.S.A. 2.2 se formó a partir de una invitación del Teatro Colón para realizar la genial Sonata para dos pianos y percusión de Béla Bartók. Después de esa experiencia, los instrumentistas continuaron presentándose conjuntamente. “Es un cuarteto, claramente, y no un dúo de pianos al que se le suman unos percusionistas invitados”, afirma Dabul. Massone cuenta, no obstante, que “el grupo existió primero como dúo y desde ese momento subsiste nuestra idea acerca del repertorio, que toma desde Brahms en adelante. A mí, en particular me interesa mucho la música del siglo XX. No sólo por el lenguaje y porque me gusta hacerla y me gusta escucharla, sino por la sensación de estar haciendo algo actual. Antonio Machado dijo que quien no vibra con su tiempo comete un grave delito. Y a mí siempre me incomodó un poco la idea de que estaba haciendo música del pasado. Incluso cuando daba conciertos como solista de piano, siempre incluía alguna obra contemporánea y, en lo posible, de algún autor argentino. Tal vez tenga que ver con el hecho de haberme formado como instrumentista con un maestro como Roberto Caamaño, que era también compositor”.
Silvia Dabul dice que, además, “más allá de una cuestión de gustos, esta conformación instrumental prácticamente nos obliga a hacer música contemporánea. Pero, por supuesto, también puede pensarse que por algo se nos ocurrió formar un grupo que nos limita en ese sentido”. Manuel Massone cuenta, acerca de la obra de Crumb, que “él mismo la definió como un drama cósmico. Todo tiene una lógica impactante. No hay nada librado al azar”. Y Dabul amplía: “La primera vez que vimos la partitura pensamos que era imposible hacerla. Después la escuchamos. Y para mí fue una de esas cosas que suceden cada una cierta cantidad de años y que hacen que uno piense que hacer música tiene un sentido. Fue una revelación”.