Sábado, 17 de enero de 2015 | Hoy
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Aprender de la Historia. Sí, qué fácil hubiera sido todo. Pero el ser humano no aprende. Quiere. Y quiere más. Esa Europa “cristiana” que salió a descubrir al resto del mundo. Basta recorrer la historia de la conquista de América y sus resultados. Luego, las dos últimas guerras mundiales entre “cristianos”, con sus millones de muertos, y su volver a comenzar. El gran grito económico, los países industriales a la cabeza de todos. Los países del Tercer Mundo cada vez más dependientes. Los “milagros” económicos produjeron, ante todo, la migración de habitantes del Tercer Mundo al Primer Mundo. Alemania fue el ejemplo máximo: permitió la entrada de cerca de ocho millones de extranjeros para cubrir los puestos de trabajo del gran boom industrial. Entre ellos, la mayoría islamita, es decir, turcos y de países árabes.
Muchos pensadores se preguntaron si no hubiera sido mejor invertir en esos países, es decir, brindar industria al Tercer Mundo y mantener a esos millones de trabajadores en sus países y no traerlos al centro de Europa. No, mejor negocio era hacer ingresar millones de extranjeros y mantenerlos sujetos a la “civilización” de los países adelantados.
Todo eso acaba de explotar en Europa. Los inmigrantes extrajeros trajeron su religión, sus problemas religiosos y políticos internos, y lo hacen notar.
Se acaba de prender la chispa. El suceso de la revista Charlie Hebdo lo dice todo. Fanáticos islamistas no soportaron una crítica con humor y entraron a “hacer justicia” con ametralladoras de mano. Dejaron el tendal. En vez de la palabra como respuesta, no, la bala. Un crimen por demás cruel y dañino para el futuro.
La bala como advertencia. ¿Ha comenzado una nueva guerra o aprenderán las partes que el crimen político no lleva a nada?
Ya las dos partes están muy atadas entre sí por la economía. Ni Europa puede dejar sin empleo a los millones de trabajadores islamitas ni los países islamitas pueden renunciar al capital europeo que de alguna manera los sostiene.
Claro que lo religioso tiene vetas muy peligrosas. Es una dependencia peor que la de la nacionalidad. Y para las economías europeas sería un verdadero desastre. La solución está en lograr un statu quo. Dejar las cosas como están, como se dice. Y comenzar largas conversaciones.
Alemania podría tranquilizar a Turquía y a los países árabes prometiendo no iniciar represalias y asegurar las fuentes de trabajo. Lo mismo Francia y otros países europeos. Y los países islamitas calmar a sus millones de trabajadores en el extranjero asegurándoles también que hará respetar sus fuentes de trabajo.
No va a ser fácil. Los atacantes de París entraron a la revista francesa al grito de “Alá es grande” y, al salir después de los asesinatos, gritaron “hemos vengado al profeta”. Es que Francia había intervenido militarmente en Mali y en Costa de Marfil y participó en los ataques aéreos que Estados Unidos realizó contra el régimen de terror que domina Irak.
Aunque se llegue a un entendimiento en lo que respecta al trabajo en el extranjero, en Alemania va a dejar sus huellas, muy difíciles de borrar. Por ejemplo –como ya se contó en la nota anterior– se ha organizado el grupo alemán Pegida. Fuera de los partidos políticos, es una organización que dicta una línea independiente y bien crítica al gobierno alemán actual. Esa nueva agrupación defiende los principios de mantener la cultura occidental y cristiana. Nació en la ciudad de Dresden y ha logrado miles de adherentes. Poco después, en Bonn, se organizó Bogida, también con los mismos principios. Y en la ciudad de Colonia (Köln), la asociación Kögida. Ha ocurrido lo inesperado: por la buena acogida que logran estos tres movimientos, la derecha –en este caso la Democracia Cristiana, partido de la primera ministra Angela Merkel– ha perdido ya muchos votos que irían a parar a un nuevo partido político, la AHD, que mantiene los mismos principios que la Democracia Cristiana pero con un sentido crítico a la posición de ésta en lo que atañe a la política poblacional y cultural.
La línea del gobierno de Angela Merkel no ha sido aprobada por la mayoría conservadora de la población y por eso es muy posible que en las próximas elecciones se vuelquen muchos votos hacia la nueva corriente conservadora. Y esta división de la derecha podría serle útil a la izquierda que así podría llegar a gobernar.
De cualquier manera, como vemos, la situación en Europa no es estable. Comienzan períodos de grandes debates y de cambio de posiciones. Lo más positivo sería un sistema que cumpla con los principios fundamentales de la democracia: trabajo para todos, igualdad real de derechos para todos, a pesar de las fronteras.
Y debemos decir que el problema de las masas de seres humanos que piden lugar en Europa (en su mayoría de Africa) es algo que no hay que desatender. En ese sentido, las dos iglesias alemanas, la católica y la luterana, hacen un trabajo digno de mencionar. En los últimos meses han ayudado a más de doscientas mil personas que pedían asilo en Alemania. Las iglesias mencionadas no sólo ayudaron con dinero a los perseguidos sino con vivienda. También los acompañaron para hacer los trámites ante las autoridades y cuidan en especial a los niños. La Iglesia Católica de la zona renana donó 250 mil euros como ayuda inmediata para los perseguidos.
Como se ve, el escenario está movido. A pesar de los siglos de experiencia, Europa sigue dando tropiezos aunque hay gente que no se va por vencida y sigue creyendo que se pueden encontrar soluciones y fundar definitivamente un mundo sin diferencias sociales ni niños con hambre. Seguiremos acompañando esa búsqueda.
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