CONTRATAPA
Los indios son anarquistas
Por Osvaldo Bayer
Hoy es el último día de Libertad. Así consideran los habitantes originarios de América al 11 de octubre. Luego llegarían los europeos. Un día para que los descendientes de los barcos piensen y recuerden. No en la línea Bush sino en la línea de la justicia y la solidaridad. ¿Recuerda el lector los “500 años”? ¿Las fiestas que hicieron los españoles para ganar turistas? Recuerdo siempre el gran cartel que había en la Expo ‘92 de Sevilla para recordar el “descubrimiento” cristiano de América: “Apúntate a una cena en un galeón, a los bailes del Palenque, a los gauchos de la Pampa, a las tumbas mochicas, a los viajes de los descubridores, a las pizzas y cuscús, al túnel del tiempo maya, al enterramiento del señor de Sipén, a la gran pirámide azteca, a un fortín colonial de Puerto Rico. ¡Pega un salto al mundo de 1492! Un espectáculo lleno de magia, con actores, máquinas, proyecciones, efectos especiales y animatrónicos con robots parlantes que nos sumergen en la época del Descubrimiento (con mayúscula) de América; con Pavarotti y Plácido Domingo podrás subir a la nao Victoria, el primer barco que dio la vuelta al mundo. ¡Diviértete, relájate, disfruta! ADULTOS, CUATRO MIL PESETAS”.
Y debajo se retrataron sonrientes González y Aznar, los dos representantes del Partido Socialista Español y de la derecha franquista. Viva la pepa. Eso había sido la conquista española. Nada de Túpac Amaru despedazado por caballos atados a sus piernas y brazos, ni los miles de esclavos muertos, ni la destrucción a puro fuego de las aldeas indígenas. Que no fueron sólo los españoles en nombre de Cristo sino también los “patriotas” latinoamericanos. Véase la Campaña del Desierto de Roca. Pues bien. Todo un ejemplo: los representantes de los 42 mil aborígenes que viven todavía en nuestras pampas, se reunieron en La Plata para el Parlamento Indígena. Sus resoluciones fueron el respeto a sus normas de vida y a su derecho a vivir. Olga Garay, tataranieta del cacique Andrés Raninqueo, dijo al empezar: “Nuestro objetivo es que la comunidad sepa de nuestra existencia y hacer poder oír nuestras voces. Los huincas nos impusieron su religión, su ideología, su lengua, perdiéndose de alguna manera las nativas. Queremos que se reconozca y valorice la cultura de los distintos grupos étnicos para lograr una mejor convivencia. Que el aborigen no siga sintiéndose un paria en su propio suelo. Que se vea la posibilidad de enseñar en las escuelas nuestras propias lenguas y de esa forma no perderíamos nuestras raíces, y las personas que nos desconocen se enterarían de que todavía existimos”. Y el Congreso todo aprobará una declaración honesta y bella. Dice: “Estamos transitando un nuevo milenio desde aquel 12 de octubre de 1492, trágico encuentro de dos civilizaciones. El 12 de octubre debe ser una fecha clave para la reflexión, un análisis serio sobre la historia de estos 511 años con nuestros pueblos de Adbia Yala (América) a fin de plantear un futuro con grandeza; es importante el punto para lograr nuestras reivindicaciones y que el nativo deje de ser un paria en su propio territorio y objeto de todo tipo de vejámenes de explotación humana, de discriminación racial y desculturización. De hoy en más nuestros gobernantes son quienes deberán tomar conciencia de que la Argentina les otorga Derechos al habitante primitivo de estas tierras, que deberán ser respetados por el hermano no aborigen”. Y más adelante: “El Movimiento Indio no debe detenerse a llorar sobre las ruinas de nuestros antepasados, pero tampoco debemos ser cómplices por la vía del silencio de las injusticias cometidas con nuestros pueblos, para implantar en su lugar una prosperidad de pocos en medio de la pobreza general”.
Con mucha tristeza e ironía, prosigue el documento: “Por eso hoy, los pueblos originarios exigimos mayor protagonismo, una inclusión en serio, no queremos seguir siendo los anónimos de esta bendita Argentina, no nos interesa seguir siendo objeto de estudio antropológico, arqueológico ysociológico”. (En este sentido hay una carta del Perito Moreno a su padre donde emplea bien claro ese idioma, lo que le interesaba al blanco del indio: “Querido viejo: hoy remito por diligencia un cajón que harás recoger lo más pronto posible pues el agente de ella no sabe la clase de mercancías que envío. Creo que no pasará mucho tiempo sin que consiga los huesos de toda la familia Catriel. Ya tengo el cráneo del célebre Cipriano y el esqueleto completo de su mujer, y ahora parece que el hermano menor no vivirá mucho tiempo, pues ha sido el jefe de la actual sublevación, habiéndose rendido anteayer. La cabeza de Catriel sigue conmigo, hace un rato que la revisé pero, aunque la he limpiado un poco, sigue siempre con mal olor. Me acompañará al Tandil porque no quiero separarme de esta joya, la que me es bastante envidiada”. Occidental y cristiano, el perito. Habla que lleva “mercancías”. Aunque llevaba esos restos al museo, hubiera podido emplear otro idioma, es como si llevara restos de animales antediluvianos.)
Luego sigue el Congreso del Indio en su comunicado: “No se debe ignorar que el aborigen fue protagonista de todas las grandes emancipaciones de nuestra Patria y sin embargo se le pagó con el más cruel genocidio. La memoria de nuestro pueblo está latente frente a las más distintas acciones; la Campaña del Desierto en el Sur y la Explotación en los socavones, los obrajes, los cañaverales y los algodonales en el Norte”. Y agrega: “El 12 de octubre debe ser una fecha clave y una buena ocasión para comenzar con la Reparación histórica en el marco de la Justicia Social. El 2003 es la antesala del gran encuentro entre el aborigen y el no aborigen; y marchemos juntos hacia el futuro que nos espera”.
Después, el congreso de La Plata propuso una serie de medidas para “este encuentro de dos civilizaciones para un mundo mejor”, como dice al finalizar el documento.
Así como ellos salen a nuestro encuentro, debemos hacer lo mismo, terminar con todos los feroces detalles que los hacen aparecer como vencidos: borrar de nuestro paisaje y de nuestras ciudades el nombre de militares y civiles genocidas. Devolver el poético nombre de cerros, lagos, ríos y pampas que tenían antes de la Conquista del Desierto y de la presencia en esas latitudes del Perito Moreno.
Por ejemplo, mañana, 12 de octubre iré con el grupo musical Arbolito a la ciudad de Coronel Federico Rauch a pedir a la población de esa ciudad bonaerense que suprima el nombre de ese genocida y lo reemplace con el de un héroe. Rauch fue un degollador de indios, a sueldo, contratado por Rivadavia para que eliminara a los ranqueles. Ese militar europeo califica de “anarquistas” a los ranqueles y en sus partes expresa que para ahorrar balas “degüella” a los indios. Fue un exterminador y fue muerto a su vez por un ranquel, llamado “Arbolito”, que vengó así la muerte de cientos de sus hermanos indios. Por haber propuesto lo mismo en 1963 sufrí 63 días de cárcel impuestos por el ministro del Interior de esos tiempos tristes, el general Juan Enrique Rauch, bisnieto de aquel genocida traído de Europa. Un general, ese bisnieto, que hace cuarenta años persiguió a intelectuales, trabajadores y profesores universitarios.
Creemos que generosamente la población de esa ciudad pondrá término al nombre del genocida de los ranqueles y hará justicia a la historia. Empecemos también nosotros a borrar las tristes imágenes que llevan durante generaciones nuestros compatriotas, los indios. El reciente Congreso Indígena de La Plata aprobó la conformación de un Consejo de Ancianos que tendrá a su cargo las negociaciones con las autoridades para la dignidad futura de esos habitantes originarios.