Lunes, 27 de abril de 2015 | Hoy
Por Juan Sasturain
Antes que nada, la satisfacción siempre renovada de votar. Porque no siempre fue así, ¿eh? Ni mucho menos. No hay que olvidarse de eso. Ese gusto de ir a buscarte en las listas colgadas como sábanas al sol (y de encontrarte, claro), de hacer la cola en la mesa (ahora que son mixtas, tienen otro sabor), de ver a la gente de los distintos partidos ahí, tranqui, charlando, tomando mate entre planillas exhaustivas y seguras; y después, tras el paseo entre góndolas saturadas de productos electorales cada vez más vistosos en el cuarto alguna vez oscuro –hoy luminosa aula ocasional de colegio–, la modesta maravilla de doblar tu boleta y después, como siempre, el gusto de ponerla. No es poco, compañeritos.
Apostilla menor: a mí me tocó, como hace bastante tiempo me sucede, el Colegio Nacional de Buenos Aires. Y a las cuatro y pico de la tarde, no se veía un soto. Es cierto que cada año uno está más chicato y la oportunidad de los comicios es muy botona al respecto, pero la poca luz multiplicó y entorpeció el laburo de todos: unos watios más ahí, por favor, que hay gente eligiendo.
Lo otro que corresponde es subrayar –qué duda cabe– el reconocimiento a los que fueron elegidos en buena ley, dentro de sus partidos o combos o mamarrachos ideológicos, para que los representen. Y ganaron, y pueden aspirar a ser elegidos para gobernar o tener responsabilidades más adelante, si les toca. Bien por ellos, algo habrán hecho. Y también reconocer a los que no les/nos fue tan bien o querían/queremos más, porque estas cosas nos interesan. Nos parecen importantes. Y creemos. Creemos en la imperfecta democracia –está hecha a nuestra imagen y semejanza– y estamos dispuestos a pelear y discutir por lo que estamos convencidos que es mejor para el común pero también a aceptar –en las buenas y en las malas– lo que la mayoría decida. Esas son las reglas del juego y más allá de malas artes y manipulaciones, no hay nada mejor hasta que se invente otra cosa. Democracia/justicia/inclusión para todos. Sigamos pensando por ahí, aunque los adversarios no lo crean, incluso.
Todo lo dicho no nos impide –al contrario: nos impone– la compulsión creemos que saludable de joder con los recovecos oscuros y las evidencias impresentables de esta democracia siempre al borde de lo patético. Sin entrar en detalles, los últimos resultados en la tragicómica provincia de Santa Fe la semana pasada, y los de ayer, hace un rato nomás, en Neuquén y en la –como no diría Manucho Mujica Láinez– misteriosa CABA (acá votan los cabanos, no pueden ser admitidos porteños); estos resultados, digo, nos indican que no alcanza con las bienintencionadas y bienvenidas PASO. Acá, ya que de afinar el mecanismo de preselección democrática y evitar el dedismo se trata, habría que instaurar las Pre PASO.
Ayer nomás, en el caso del MPN, fuerza tradicional dominante en la promisoria y capicúa Neuquén que ayer eligió de un solo saque, ¿no hubiera sido estimulante –y por qué no necesario– para la salud electoral del distrito unas pre PASO especiales entre todos los posibles postulantes a cargos electivos provinciales que tengan algún apellido Sapag entre los miembros de las últimas tres generaciones? Reitero: acaso el resultado hubiera sido el mismo, pero la cena familiar ampliada de fin de año hubiera sido probablemente más amena y los regalitos más sinceros.
Y acá cerca, en lo inmediato, que Lousteau se haya propuesto como paqueta seudoalternativa de derecha a la derecha del PRO desde ECO con equívoca bendición de la descarriada Lilita –más allá de cómo se interpreten sus resultados de aproximación a la pelea final– el buen sentido sugeriría que antes de poner todos los porotos en un wing izquierdo Félix y famosa gallina de rara habilidad, debería haber habido unas pre PASO que permitieran el ingreso de otras alternativas con resonancias futboleras: hay sin duda algunos Muñoz, Moreno, Pedernera y Labruna que han quedado tapados por el relumbrón del wing izquierdo de apellido francés.
Y para final provisorio pero significativo, un ejemplo, chiquito y retroactivo, pero ejemplar: ¿qué hubiera pasado si antes de las PASO dentro del PRO hubiera habido unas minipaso o pre PASO en el interior de Los Midachi? Yo, que estoy por afuera o en las antítesis de ese modelo/proyecto de país que encarnan los ominosos Macri & Co, creo modestamente que no hubiera estado mal intentarlo. Acaso el resultado hubiera sido el mismo, pero siempre debemos optar por más democracia.
A cualquier precio.
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