Lunes, 27 de abril de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Eduardo Aliverti
Aunque las lecturas puedan ser muchas, las grandes incógnitas van despejándose.
Como toda nota que se elabora con datos provisorios, faltará peine fino. Dicho sea de paso, fue lamentable la lentitud del cómputo oficial. Pero el dictamen central no sufrirá variaciones. La lucha puntual por el segundo puesto entre Martín Lousteau, que al cierre de esta edición lo conseguía, y Mariano Recalde no cambia que el Frente para la Victoria mantiene su sostén con todo lo que eso significa en una ciudad como Buenos Aires. Por otra parte, en el caso de Recalde estamos hablando de una fuerza y en el de Lousteau de una individualidad que carece de atribuciones nacionales y que deberá componérselas para diferenciarse de que su corriente tributa a Mauricio Macri. Sólo el extravío de Elisa Carrió y la interpretación provinciana de Ernesto Sanz, apurados en su aparición de las 21 de anoche para decir que no debía prestarse atención a la alegría del FpV, pueden considerar que el rumbo de las PASO registradas hasta hoy marca optimismo en las expectativas de la oposición. Deberían tomar nota de que los medios ubicados en ese flanco vienen levantando la guardia.
Las victorias de Rodríguez Larreta y Recalde en sus respectivas fuerzas hablan de la positiva influencia de sus jefes. En el caso del macrista eso estaba en duda y varios analistas consideraron un error que Macri lo ungiera como su favorito, al interpretar que tenía mucho para perder si la triunfante era Michetti. El alcalde porteño y sus asesores habrán juzgado que la paridad entre ambos precandidatos era lo suficientemente peligrosa como para justificar un apoyo tan explícito a Larreta. Queda la duda –pública, al menos– en torno de por qué Macri consideró necesario poner su nombre en respaldo del jefe de Gabinete porteño, siendo que una postura equidistante le garantizaba menor nerviosismo. Habrá motivos poderosos, indudablemente. Lo cierto es que la movida le salió bien y que el alcalde sale fortalecido de la primaria, por el hecho en sí de que ganó su pollo, porque sacó una buena distancia y porque no debe olvidarse que alrededor de Michetti iría a juntarse un denominado “voto independiente”, no alineado en la convicción ideológica PRO sino en torno del carisma y la imagen de honestidad impoluta de la dama. Pareciera que, en el flanco anti K, ese tipo de voto antivertical quedó repartido entre Michetti y Lousteau. Ahora viene el bingo de si las voluntades a favor de la primera se volcarán íntegramente a su vencedor, o si quedaron heridas que no serán de fácil sutura. Si pasa esto último tendrá que verse cuánto influye que Michetti no aporte entusiasmo a la candidatura presidencial del líder PRO, excepto que éste la nomine como su acompañante de fórmula. Anoche, en el bunker macrista, un rumor especulaba con que habría ese anuncio pero Macri, por fuera de los agradecimientos protocolares, destacó solamente a Larreta. Quedó ratificada la obviedad de que el macrismo es la primera fuerza porteña hasta el punto de que sólo una sorpresa inédita, histórica, le arrebataría esa condición el 5 de julio. Pero la contundencia de la victoria no alcanza para dejar tranquilo a Macri en su campaña mayor. Sí lo deja como el amplio favorito para contender contra el postulante kirchnerista. Sergio Massa sufrió ayer otro golpe durísimo, tanto en Capital como en Neuquén. Fue el más notorio invisible de anoche.
Respecto del Frente para la Victoria, esta fue la primera prueba en que uno de sus precandidatos dispuso de un apoyo más o menos firme de la Presidenta. Los medios de la oposición rotularon a Recalde, directamente, como el hombre de La Cámpora. Y quien debería atravesar el debut de esa agrupación en las grandes ligas electorales. Si a ello se le agrega que le tocó bailar con la más fea, en un distrito casi invariablemente caracterizado por su gorilismo, no se requiere de mucha capacidad analítica para concluir que salvó la ropa. O más que eso, si se tiene en cuenta que además de enfrentar a un oficialismo consolidado tuvo que vérselas contra la figura de Lousteau: la quintaesencia del joven décontracté, novedoso, “descontaminado” e ideológicamente ligerito, capaz de atraer numeroso sufragio delivery en el que podrían haber confluido, a último momento y con las encuestas que mostraban ganador a Larreta, mudanzas desde Michetti. En la suma del FpV no hay dudas acerca de que los votos irán enteramente a Recalde y después, en gran medida, hacia el candidato presidencial kirchnerista. Una vez más, debe diferenciarse entre lo representativo y lo significativo. Para lo primero, la mayoría porteña ancla en el rechazo a los K. Pero para lo segundo, el FpV certificó un piso, basado en la solidez de su modelo, con una adhesión juvenil que no es dato menor. Dicho en otras palabras, lo revalidado ayer, en la vidriera nacional, es que el kirchnerismo tiene una base desde la cual todo indica que le espera afirmarse, aumentar, y nunca decrecer. Debería ocurrir un terremoto económico, que hoy no está en los cálculos de nadie, para obstruir ese pronóstico.
El resultado de las elecciones en Salta ya había provocado la sorpresa de un triunfo cómodo del primero sciolista –una cosa así– contra el segundo massomacrista –lo mismo–. Ambas designaciones deben ser relativizadas por la influencia local de los comicios, porque es muy dudoso que los salteños hayan sufragado según las preferencias nacionales de cada quien. Otro tanto puede decirse de Santa Fe y Mendoza, aunque la lectura periodística opositora, en los medios que alcanzan a todo el país, fue que las derrotas correspondieron a Casa Rosada. Más allá de la increíble gaffe protagonizada por el gobierno santafesino en el recuento provisorio de los votos, que según una mayoría de datos se relaciona con impericia y no con intento de fraude, cualquier variación que se produzca tras el definitivo no cambiará las (primarias) conclusiones generales. Una muy buena elección del cómico Del Sel, aunque menor respecto de las anteriores; el tercio con la suma de socialistas y radicales –los segundos muy atrás– y el piso expectante de Omar Perotti, que arrancó tarde tras la deserción de María Eugenia Bielsa, por el Frente para la Victoria. Los tres guarismos indican un influjo mucho más focalizado que expansivo hacia sus referentes nacionales, y sí será atractivo acertar algunas derivaciones. Parecería que el cómico pudo haber encontrado su techo, a menos que recaude entre votos que quieran impedir otro éxito del oficialismo provincial. También resuena sensato que a Perotti sólo le reste crecer, cuando afirme su campaña y el kirchnerismo lo aproveche en la definición presidencial. Socialistas y radicales, en cambio, no tienen ninguna esperanza en la Champions y podría creerse que una parte de ese voto vaya a parar al candidato que con énfasis o a regañadientes señale Cristina, si la opción fuese la derecha explícita del macrismo. En Mendoza, todo lo que atrajo el rejunte de radicales, Pro y Sergio Massa corresponde al conservadurismo de los primeros. Pero el dato sustantivo es que el agregado de las variantes peronistas, candidato K incluido, quedó a muy pocos puntos del rejuntado a pesar de las idas y vueltas del gobernador Pérez. Significa, en síntesis, que las primarias habidas corroboran un territorio electoral en forcejeo, hacia su proyección nacional, y cuando todavía falta precisamente la enunciación de la Presidenta. Con este panorama, a grandes rasgos, la incógnita es si Massa renuncia a su candidatura para volcarle energías a Macri en la provincia de Buenos Aires, que es el absolutamente único distrito donde cuenta con votos propios y donde el macrismo ni siquiera tiene personería (lo cual se arregla, desde ya; el apunte es simbólico). En principio, asoma ya improbable que eso suceda porque el intendente de Nordelta viene jugando fichas cada vez más decididas hacia una pantomima de interna con la cordobesidad de José Manuel De la Sota y la extravagancia de Adolfo Rodríguez Saá. Y vaya, claro, el señalamiento de las elecciones neuquinas. El Movimiento Popular Neuquino volvió a exhibir su invencibilidad como potencia provincial; a buena distancia del candidato del FpV y muy (muy) lejos de Pechi Quiroga, que tuvo el concurso de radicalismo y PRO, cabe recordar que el MPN es habitual aliado del kirchnerismo.
Si a esto le llaman fin de ciclo...
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