CONTRATAPA
Respuesta a Chomsky
Por Paulo Delgado *
Estimados doctor Noam Chomsky y demás firmantes:
En relación al manifiesto divulgado por el periódico Socialist Resistance, según el cual el Partido de los Trabajadores estaría evidenciando ante la izquierda mundial que “perdió su orgullosa tradición de democracia, de pluralismo y de tolerancia”, me gustaría aclarar lo que sigue.
Ustedes saben que para ser tolerante es necesario saber qué es lo intolerable. Y en el PT, hoy como siempre, el debate es libre y las posiciones partidarias se fijan a partir de la confrontación de ideas. Se engaña, sin embargo, el que piense que el PT es una academia o un centro recreativo. Por el contrario, es un partido que se enorgullece mucho de su democracia interna y también de su unidad de acción. Para eso, a lo largo de la historia el PT siempre aseguró el más amplio debate interno, seguido de la comprensión de que la posición aprobada por la mayoría sería obligatoriamente la posición del partido. Fue así en nuestros comienzos, cuando en 1985 la base del partido decidió que sus diputados no participarían del colegio electoral que elegiría a Tancredo Neves, por sistema indirecto, como presidente de la República. El PT tenía, en esa época, apenas ocho diputados. Tres desobedecieron la decisión del partido. Los tres fueron expulsados.
En 1993, Luiza Erundina, ilustre ex intendenta de la ciudad de San Pablo, la mayor autoridad pública elegida hasta ese entonces por el PT, aceptó entrar en el gobierno del presidente Itamar Franco como ministra de Administración, en contra de la posición expresa del Directorio Nacional del PT. Fue castigada con una suspensión del partido mientras siguiera en el puesto.
Si hoy somos la principal fuerza política de Brasil es porque tuvimos el mérito de combinar democracia interna con la defensa de la democracia como valor universal y con la comprensión de que no existe partido sin unidad de acción.
Para nosotros la libertad no es como un mar sin límites. La libertad en partidos democráticos como el nuestro se combina con la aceptación colectiva de los límites. El PT no es un país, es parte del sistema político de un país que es pluripartidario. Probablemente nuestros disidentes, tradicionalmente partidarios de castigos ejemplares dentro del partido, sueñen con la barbarie de un partido único. El PT prefiere la pluralidad.
Es malicioso y calumnioso intentar confundir el funcionamiento de un partido transparente y democrático con el ambiente político vigente durante la dictadura. Es natural que se quede en el PT el que acuerde con nuestras políticas. Como es natural que, en un país dirigido por el PT, todos tengan el derecho de fundar sus propios partidos. Pero no es leal quedarse dentro del PT para combatirlo sistemáticamente, autotitulándose guardianes de la virtud petista. En ese sentido, los expulsados de 1985 tuvieron un comportamiento correcto. En lugar de usar el castigo para presentarse como víctimas, se afiliaron a otros partidos.
En cambio, los cuatro parlamentarios actualmente pasibles de expulsión están intentando hacerse pasar por víctimas, cuando en verdad son agresores de la unidad interna. Tenían todo el derecho de expresar sus opiniones, dentro y fuera del PT, como lo vienen haciendo, pero prefieren ofrecer una oposición tan miope como desleal a la política del gobierno del PT.
Lo suyo es el vértigo de la libertad sin responsabilidad, sin valorar las dificultades ni a quien las enfrenta.
La enmienda constitucional de las jubilaciones, ya aprobada en la cámara de diputados, está en fase adelantada de tramitación en el Senado y nada tiene que ver con presiones del FMI. Surgió de un imperativo de justicia social y deriva de un proyecto adoptado por el PT hace más de 10 años, que busca crear una jubilación básica universal y abre la posibilidad de la jubilación complementaria para todos.
Para tener una idea, el régimen general de jubilaciones de Brasil, que asiste a 21 millones de beneficiarios y jubilados privados, en el 2002 recibió 17 mil millones de reales en subsidios del tesoro federal. En ese mismo 2002, el subsidio del tesoro para 952 mil ex servidores del Estado fue de 23 mil millones de reales.
Una proyección oficial indica que, sin los cambios del gobierno de Lula, ese subsidio en 20 años alcanzaría 304 mil millones por año, cosa que provocaría el colapso del sistema. Al margen de esto, hay que considerar que el 57 por ciento de los trabajadores brasileños no disponen hoy de ninguna cobertura jubilatoria. La reforma propuesta por el gobierno de Lula busca justamente incluir ese contingente de excluidos.
Queridos amigos, el PT no prometió milagros y no está realizando milagros. Tenemos profunda conciencia, sin embargo, de que fuimos capaces de alejar la economía de Brasil de un colapso inminente, que no le hubiera servido a nadie, ni siquiera a nuestros críticos. Mantenemos y llevamos a la práctica los profundos compromisos originales con la transformación social y con la libertad, en el ritmo y con el rumbo adecuados en este momento.
Con el liderazgo de Lula, el PT se fue construyendo paso a paso y no alimentación la ilusión de lo intempestivo y la diferenciación a cualquier costo, factores que producen en parte de la izquierda una obsesión por la prescripción infalible y un miedo de incorporar a las masa del pueblo al desarrollo. Es un tarea que Europa y los Estados Unidos ya realizaron a un costo social e histórico altísimo para todo el mundo. Un costo que es mantenido aún hoy por el proteccionismo feroz y el egoísmo de las restricciones arancelarias que constriñen nuestro desarrollo como país y está en el origen de estas incomprensiones entre aliados.
* Diputado del Partido de los Trabajadores por Minas Gerais y secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del PT.