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“Supimos mostrar la vinculación entre la situación político-económica del país y la falta de perspectiva de futuro con el tema de mantener la principal empresa del Estado en manos de los uruguayos”, explicó a Página/12 Hugo de Mello sobre el éxito del referéndum impulsado por la izquierda. El domingo, un holgado 62 por ciento de los uruguayos se pronunció a favor de la derogación de una ley de desregulación de Ancap. Miembro del Partido Socialista que forma parte de la alianza Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) y presidente del sindicato de la petrolera estatal Ancap, De Mello estuvo en Buenos Aires acompañando a las Madres de Plaza de Mayo y vaticinó el triunfo en primera vuelta de Tabaré Vázquez, líder de EP-FA, para octubre próximo.
–¿Cómo fue la experiencia de este llamado a consulta popular?
–Fue un proceso largo y complejo: primero el Poder Ejecutivo y sus aliados lograron mayorías a los efectos de imponer la ley en cuestión, la 17.448 que, a nuestro juicio, era de privatización encubierta de la principal empresa industrial del país que es Ancap. Como sindicato, planteamos la necesidad de que un tema tan importante para el futuro de Uruguay convocara al conjunto de la sociedad, iniciativa que estuvo respaldada por las fuerzas políticas (EP-FA) y del campo social. No fue fácil juntar las firmas durante un año (se necesita el 25 por ciento del padrón electoral) en momentos en que Uruguay vivía una de las peores crisis económicas. Supimos mostrar la vinculación entre la situación política-económica y la falta de perspectiva de futuro con el tema de mantener la principal empresa del Estado en manos de los uruguayos. Finalmente, el pueblo uruguayo le dio la espalda al proyecto de privatización. Ya lo había hecho en 1992 cuando evitó la privatización de la telefónica Antel.
–¿Qué lectura hace a la amplia votación por el “Sí” de la derogación de la ley?
–No sólo se logró derogar la ley de Ancap, sino que el pueblo uruguayo también dijo que “no” a determinada orientación de país, y a determinadas figuras de dirigencia de derecha: el presidente Jorge Batlle y los ex mandatarios Julio Sanguinetti y Luis Lacalle fueron los grandes derrotados en la consulta. Si bien en Uruguay ya se percibía la perspectiva de un cambio político el año entrante, esto reafirma las posibilidades de que las fuerzas progresistas no sólo logren la victoria en las presidenciales de octubre, sino que también lo hagan en la primera vuelta; importante para obtener la mayoría parlamentaria que permita llevar adelante las políticas de cambio. Indica una voluntad de cambio. Me parece que hay que darle continuidad a la ofensiva alcanzada con la gran victoria popular.
–Luego del referendo, el líder de la izquierda, Tabaré Vázquez, propuso una comisión multipartidaria que debata el diseño de un proyecto político energético, ¿podría ampliar de qué se trata?
–La Comisión de Defensa de Ancap no ha planteado la formación de una discusión parlamentaria como propugna Vázquez. No obstante, éste propone acertadamente discutir el tema de fondo de las reformas, en particular Ancap, en el marco de un debate global de la política energética. Yo le agregaría que hay que llevarlo a un plano regional: cómo nos insertamos en la región y, sobre todo, en las nuevas posibilidades que se abren en el Mercosur. Y desde la óptica de una complementación productiva cuál es la empresa pública que queremos. Pero se presentan inconvenientes: es muy difícil que se puedan alcanzar acuerdos con un gobierno que ni siquiera tiene una visión de integración regional similar a la que tienen sus vecinos, apostando más a las políticas de Estados Unidos. Por otro lado, la negativa del presidente Batlle era de esperar.
–¿Cuál es el futuro de Ancap? –Primero hay que aclarar que no está en bancarrota y no hay que olvidar que el mercado de combustibles es monopólico en Uruguay, y a pesar de que han hecho desastres en la gestión de la empresa, cuando se tiene la posibilidad de tener un mercado cautivo, hay posibilidades de desarrollo. Nosotros hablamos de las transformaciones de fondo de la empresa, allí vemos que el país no tiene perspectiva –en ese cuadro de situación decimos que a la empresa hay que cambiarla–. Insisto en que es muy difícil que eso suceda en la administración Batlle.