CONTRATAPA
Liviandades de fin de año
Por José Pablo Feinmann
Hace apenas una semana venía hojeando un diario (digo bien: hojeando, porque casi no lo miraba sino que iba de una página a otra, sin detenerme en ninguna) y esta actitud delataba la derrota del diario (emisor) ante mí (receptor). No había nada que al receptor lo atrapara. De pronto, el receptor da un respingo. ¿Qué es esto? ¿Quién es este hombre? Qué cara iracunda, qué modo de rugir, qué gesto cuartelero, qué áspera y vulgar autoridad, qué belicoso deseo de dar órdenes, cuánta lejanía ante cualquier imagen de la tolerancia y la comprensión. Bien, ya está. Adivinaron. Era una foto de López Murphy. Ustedes la deben haber visto. Es para el afiche de una película de guerra de los años ’50: “¡Okinawa!”, “¡Regreso a Bataan!”, “¡Ni un paso atrás!”, “¡Los que conquistaron el mar!” o (aquí el título va en inglés porque es una joyita de la época) “¡Destination Gobi!” Creo que LM estaba rugiendo: “¡Destination Gobi!”. Si alguien, con esa cara, te ruge: “¡Destination Gobi!”, yo, al menos, estoy en Gobi en menos de diez o, exagerando, quince minutos.
Voy a tratar de ponerme serio. Aclaro, como sea, que ésta no es una nota seria. Anticipa las Fiestas, el verano, el calorcito, los regalos, los arbolitos coloridos, en fin, la boludez. Esa simple cosa sin la cual nada sería posible. Por dos motivos: 1º) el mundo está lleno de boludos; 2º) los otros, los que no lo son, deciden, durante estas fechas, serlo. De modo que así están las cosas: el boludismo es el aire que respiramos, la atmósfera, el clima. Hay algo que hay que ser y (se sabe) cuando hay que ser algo lo mejor es serlo porque si no uno es un diferente y eso es siempre complicado. Los herejes eran diferentes al Estado eclesial de Torquemada y bien, lo que se dice bien, no les fue. Experiencia que está a punto de repetir el joven contestatario León Ferrari. Los judíos eran diferentes a los nazis y bien, lo que se dice bien, tampoco. Los palestinos son diferentes a los judíos y bien, bien jodidos andan. El Muro que les están cálidamente dedicando deja al de Berlín como si lo hubieran hecho con Rasti. (¿Existe el Rasti? ¿Alguien recuerda el Rasti?) Los iraquíes son diferentes a los norteamericanos y bien, ni ahí. Los norteamericanos... No, ya está. Empiezo a dar ejemplos y me voy lejos, o sea, a los caños. Sigo con eso de la diferencia. La premisa era: “Cuando hay que ser algo lo mejor es serlo”. Seamos, en resumen, boludos. Entreguémonos al espíritu de la época. Pero quiero señalar algo serio. Creo que el señor LM tiene un problema. No puede salir en los diarios con esa cara. No le favorece, vea. No da bien. Los tiempos son otros. Es, para colmo, Fin de Año. La gente se dice: “Que lo termine bien y lo empiece mejor”. Usted en la foto ésa dice: “Que lo termine mal y lo empiece peor”. Podrá alegar en su favor la sinceridad. Nadie se la niega. Usted es un tipo sincero. Cara de perro y cara de perro. Así soy yo. Cuando hablo, ladro. Felicitaciones. Hay que creer en alguien. Vea, hoy abro el diario y leo que Kirchner dijo que en La Rioja está como en su casa, que se siente tan cómodo como en Santa Cruz. Ve, eso no se lo creo. ¿Y ahora qué va a decir cuando vaya a otros lados? Supongamos: va a Curuzú Cuatiá. Supongamos: va a Venado Tuerto. Supongamos: no dice “en Curuzú Cuatiá me siento tan cómodo como en Santa Cruz”. Supongamos: no dice “en Venado Tuerto me siento tan cómodo como en Santa Cruz”. ¿Y por qué sí en La Rioja? ¿Qué tiene La Rioja que no tengan Curuzú Cuatiá o Venado Tuerto, hermosos lugares en los que Menem no vivió jamás? ¿O usted dijo eso porque en La Rioja transcurrió sus años de aprendizaje (se afanaba los enanitos de jardín y las veletas del viento y hasta antenas de TV) el eminente doctor Menem, tres veces elegido presidente por el gran pueblo argentino, salud? Si lo dijo por eso, mal. Esas frasecitas sobre La Rioja son difíciles de creer. Para decir claramente la verdad: no las creyó nadie.
Hubo otras fotos esta semana. Fotos de pibes con hambre. De acuerdo: Di Tella estaba pirado. De acuerdo: la cultura siempre importa. De acuerdo: actuó como un niño y un hombre irresponsable. Pero hay un dicho que lo ampara: los niños y los locos dicen la verdad. Y es cierto; hay hambre. Las Fiestas para las que Buenos Aires se prepara. La hotelería de Mar del Plata que ya presiente el desborde turístico, el desborde económico, la guita hiperabundante. Las infinitas botellas de champán. El Buenos Aires lindo y lleno de gente animada y sonriente de estos días. Los restoranes repletos. Detrás de todo eso, el hambre. Hay un aumento. Bien: son $ 100. Pero aquí hace falta un urgente plan de emergencia. La tasa de hambre infantil es inaceptable. No se puede comer, brindar, viajar, tomar sol y bañarse en el mar en tanto uno (al menos: esas personas que no pueden negar las realidades dolorosas del país y que relacionan lo que tienen con eso que los otros carecen) sabe que en el amplio, dilatado, extensísimo país argentino hay hambre. No se puede seguir viviendo y gobernando para Buenos Aires. ¿Y si tuviéramos una Buenos Aires menos floreciente y un país con menos famélicos? ¿O no somos un país? ¿Queremos ser parte de América latina, realizar los proyectos grandiosos de Bolívar, Sucre y Artigas, y no aprendimos todavía a salir hacia la tierra caliente del hambre, que es nuestra, nuestra tierra, nuestro hambre?
Una buena para terminar. Al semanario procesista-menemista-farandulista y siempre bobo que se llama como la gente que lo lee, Gente, le están amainando los “personajes del año”. ¿Se estarán dando cuenta? Esa “vidriera” no suma, resta. Ni Kirchner, ni Cristina Fernández ni ningún miembro del Gobierno gastó su tiempo en ir a poner la cara al lado de los conocidos de siempre, de los jetoneadores eternos, de las vacas sagradas, de las modelitos de la infinita liviandad. Bien. ¿Por qué menciono esto? Miren esa tapa y búsquenlo a Blumberg. Anda por ahí. Hacia mediados de año yo conjeturaba que la tapa de los personajes iba a ser toda para él. Nadie más. Blumberg solo. Con una velita en una mano y la foto de su desdichado pibe en la otra. Pero no. Se lo ve lejos. Atrás. Como perdido. Igualito que en la realidad.