CONTRATAPA
Bombas y pecados
Por Osvaldo Bayer
El sistema no da. Aquí en Alemania aumentan las críticas a la globalización capitalista y a Bush. Se aguarda con nerviosismo cada fin de mes para ver si aumentaron los cinco millones de desocupados. La eliminación de parte de las leyes de protección social ha causado una desesperanza más que triste. Ayer los medios anunciaban la posible suba de la edad para jubilarse a setenta años. Actualmente es de 65. Pero, dice la mayoría: ¿si con 65 años hay millones de desocupados, ahora quieren hacer trabajar a los viejos cinco años más? El nuevo Partido de la Izquierda aumenta sus votos. En el Este alemán van primero las regiones de la antigua RDA, la comunista. Los conservadores de la Democracia Cristiana, antes favoritos para las elecciones del 18 de septiembre, van perdiendo los votos que les asignan los pronósticos. Florecen las críticas y la búsqueda de otros sistemas económicos. El pacifismo se va adentrando en los barrios populares. Ante la pérdida de creyentes, la Iglesia Católica se propuso un gigantesco encuentro en la ciudad renana de Colonia. El Día Mundial de la Juventud Católica. Se espera un millón de jóvenes y a Ratzinger, el Papa.
El acto es considerado fundamental para parar la baja de miembros de la Iglesia Católica más poderosa –financieramente– del mundo. Ratzinger va a demostrar que puede fortalecer a la decaída Iglesia.
Causó conmoción la medida del nuevo Papa. Para atraer al acto a los jóvenes, el Papa dictó una Bula de Indulgencia Total. Quedarán libres de pecados todos los jóvenes concurrentes que confiesen sus pecados, que reciban la comunión y que recen. Para los que no concurran al encuentro —que comienza el martes próximo– se dictó una indulgencia parcial, siempre que recen para que la juventud católica sea fortalecida en su fe.
Se han levantado voces críticas contra ese proceder del Papa. Se dice que al hacerlos rezar, tomar la comunión y confesar los pecados, el Pontífice no promueve un mundo de esperanzas, sino que eso es pensar sólo en sí mismo: la única meta es salvar su alma. Cuando tendría que promover a la juventud a luchar por un mundo sin injusticias, sin hambre y miseria, sin guerras, sin explotación del hombre por el hombre. Por la paz eterna.
El historiador Markus Baruk recuerda que el comercio de la indulgencia fue una de las causas que llevó a Lutero a romper con Roma y convertir a Alemania en el país de la Reforma. Explica que fue el papa León X quien proclamó la indulgencia plenaria al que diera dinero para la construcción de la Iglesia de San Pedro. Había una lista muy precisa de precios para evitar reclamos. La pena más cara era de doce ducados para los que habían cometido impudicia con animales (sodomía). Para quien había cometido robo en la iglesia o perjurio, nueve ducados; por poligamia, seis ducados. “Sorprendentemente barato”, dice el historiador, era el parricidio: cuatro ducados; brujería, con dos ducados. Fue el mejor negocio para asegurarse el futuro del alma. Fue famoso el cura Juan Tetzel, quien vivió entre 1465 y 1519, un genio de la venta de indulgencias papales. Tenía el slogan: “Cuando el dinero suena en la caja, el alma salta al cielo”. Hasta había puesto precio para salvar el alma de los que habían soñado con violar a la Virgen María. Así se salvaban del infierno y podían ir al cielo.
Lutero se opuso al concepto indulgencia. Eso hizo que el Papa perdiera mucho dinero, pues la indulgencia cayó en descrédito. Pero la indulgencia sigue en versión “light” –dice Baruk– y “hoy vale la confesión, la comunión y la oración en el Día Mundial de la Juventud Católica y, concurrir, es como arrojar agua a las brasas ardientes del Purgatorio”.
Quien organiza este acto monumental de la juventud católica es el cardenal Meissner, de la ciudad de Colonia, quien aseguró que ha rezado mucho para que Dios venga a recibir a los jóvenes. Repitió palabras del papa Juan Pablo II, quien dijo que “la juventud es como un rebaño sin pastor y debemos guiarlos hacia los manantiales y alejarlos de las cisternas como el sexo, las drogas y el alcohol”. El cardenal atacó a los teólogos críticos del personalismo y autoritarismo del papado, Drewermann y Küng, quienes sostienen que la Iglesia debe retomar el camino de Jesús y hacer un mundo de solidaridad. Los calificó como teólogos de “anteayer”. Cuando se le preguntó por qué la Iglesia gastará tanto dinero en el acto si al mismo tiempo había despedido a empleados de la Iglesia de Aquisgrán, respondió que “la Iglesia debe repensar planes y dar marcha atrás para asegurar que cada niño católico tenga un lugar en su kindergarten”. “En los últimos 30 años, el obispado de Colonia ha perdido 200.000 creyentes. Por eso no podemos mantener todas nuestras instituciones.”
El acto de Colonia le va costar 26 millones de euros a la Iglesia, a pesar de sponsors y ventas de objetos religiosos. Merchandising, como se dice. Se venderán reproducciones de la catedral de Colonia, con nieve, a 12 euros; paraguas de bolsillo, a 13 euros; remeras, todo con la inscripción “Día de la Juventud Católica”. Ojalá esta enorme reunión no se convierta sólo en una demostración contra el preservativo y la píldora. Tal vez, con León XII pagando 14 ducados se hubieran podido usar en el amor sin pecar. Hoy es el principal tema para Ratzinger, más el aborto.
En esta Europa aflige mucho más una posible guerra contra Irán por parte de Bush. El artículo más leído de la semana fue una crítica al Corán, donde Karl Wand traduce el Sure 47:4: “Si llegaras a encontrar a un infiel, córtale el cuello y haz un baño de sangre”. El musulmán Ayyub Mühlbauer protestó contra esa versión diciendo que la correcta traducción es: “Si en el campo de batalla te enfrentas con un ateo, golpéalo con la espada en la nuca. Cuando lo hayais vencido, ponedle las esposas para luego darle la libertad a través de la clemencia, o cobrándole rescate”.
Tal vez la segunda sea la versión cierta. De cualquier manera, nos dice de qué manera cruel las religiones llevaron a situaciones que nada tienen que ver con lo que tendrían que enseñar: la tolerancia, el no a las armas y a la violencia, el respeto por la vida y su naturaleza.
Eso no lo ha pedido últimamente ningún ministro de Dios, sino el presidente de la Internacional de Médicos contra la Guerra Atómica, el alemán Ulrich Gottstein, en un acto en Hiroshima. Dijo: “Desgraciadamente, los Estados Unidos prosiguen el armamentismo nuclear, oficialmente y en secreto, que fijó hace dos años a causa del acto terrorista del 11 de septiembre del 2001. Es decir, que no cumple más con el artículo VI del tratado de cese de las armas atómicas de 1970. Estados Unidos se había comprometido a suprimir las armas atómicas con la meta del total desarme nuclear. Ahora, la administración Bush proseguirá el desarrollo de armas atómicas. El efecto de esa doctrina será que todos los Estados que poseen armas atómicas, y otros, que quieren tenerlas, seguirán el dañino sendero de EE.UU. La administración de ese país le quiere enseñar al mundo que los ataques terroristas de los fundamentalistas se pueden derrotar con poder militar y una nueva estrategia atómica. Ese país no ve que elevando el potencial de pequeñas armas atómicas se aumenta el riesgo de que algún día también los terroristas pueden llegar a tener esas armas. Los médicos descubrimos en la posición anímica de la administración de Bush, una psicosis. Albert Einstein escribió en 1931: ‘La técnica y la ciencia florecen para la perdición del hombre cuando faltan las fuerzas morales’. Por eso sólo puede haber una exigencia: la eliminación y destrucción total de las armas atómicas en todo el planeta. Es la deuda que tenemos con las víctimas de Hiroshima y Nagasaki, pero también cuando pensamos en nuestros hijos y en los hijos de nuestros hijos”.
De ahí que en vez de rezar para que la juventud no use más preservativos y píldoras, la lucha tiene que concentrarse contra la muerte para todos. No contra las defensas del amor sino contra las armas de la muerte.