EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ, UNA ENCUESTA LO MUESTRA PERDEDOR EN 2006

El escándalo que ya manchó a Lula

De repetirse ahora el duelo electoral que confrontó a Lula con el socialdemócrata José Serra en 2002, el actual presidente perdería, en segunda vuelta, con un 39 por ciento contra un 48 de su rival. Esta encuesta llega en el peor momento del escándalo de sobornos.

 Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

“El lodo subió por la rampa del Palacio del Planalto.” Hasta hace una semana esa afirmación sólo se oía en boca de los opositores, pero ayer la crisis de corrupción fue admitida por el propio presidente Luiz Inácio Lula da Silva durante un discurso difundido por radio y TV. El mismo día que una encuesta lo dio perdedor en las elecciones de 2006, Lula, con tono grave, afirmó no tener “ninguna vergüenza en decir al pueblo brasileño que tenemos que pedir disculpas. El PT tiene que pedir disculpas. El gobierno, (allí) donde se haya equivocado, tiene que pedir disculpas.”
Hasta el momento, el Poder Ejecutivo eludía los cargos por financiamiento ilícito de campañas y sobornos a decenas de legisladores, delitos por los que culpaba a la anterior dirección del Partido de los Trabajadores. Pero todo cambió el jueves. Ese día el marquetinero de cabecera del jefe de Estado, Duda Mendonça, declaró ante una comisión parlamentaria que investiga ilícitos gubernamentales que cobró millones de dólares en una cuenta en Bahamas. Esa confesión hundió a Lula, cuya campaña a presidente en 2002 quedó en la mira, y lo obligó a pronunciarse públicamente.
Fanático de las riñas de gallo y de su estado natal, Bahía, Duda Mendonça ganó fama por su talento para captar el humor popular y transformarlo en marketing político. En los ’90 Mendonça exportó a la Argentina la frase “Menem lo hizo”, remake de “Maluf faz” (Maluf hace), lema del líder populista conservador Paulo Maluf. En los últimos años, Mendonça estilizó la estrella del PT e hizo “más digerible la imagen de Lula para las clases medias que no conseguían aceptarlo”, lo que influyó en su victoria en las elecciones de 2004, recordó el columnista Carlos Heitor Cony. La ironía es que ahora Mendonça, con sus revelaciones, asestó un golpe letal a la imagen de Lula. Como si eso no bastara, el ex presidente del Partido Liberal, Valdemar Costa Neto, también denunció ayer que Lula sabía que su agrupación fue comprada por 10 millones de reales. Neto renunció a su banca por el escándalo.
Con todo, las disculpas presidenciales no conformaron a la oposición. Arthur Virgilio, líder del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) en el Senado, consideró vacío el discurso pronunciado en la “Granja do Torto”. “Esperaba un Lula que fuese Duda (Mendonça), que aceptase la realidad (..). No hizo otra cosa que ganar tiempo. Fue la pieza más pusilánime e indigna que escuché a un presidente.”
El senador socialdemócrata, en línea con la estrategia de su agrupación, evitó exigir el inmediato impeachment, juicio político, sobre el que algunos de sus correligionarios hablaron horas antes. Los conservadores del Partido del Frente Liberal (PFL) son más proclives a esa salida y ayer lo reiteraron a través de sus principales líderes, entre ellos el intendente de Río de Janeiro, César Maia, precandidato presidencial. Después de describir a Lula como alguien “deprimido”, que parecía estar en un “velorio”, Maia informó que se constituyó un grupo de abogados que estudian la factibilidad de implementar el juicio político. Maia, igual que varios analistas, señaló que Lula camina irremediablemente hacia una crisis de ingobernabilidad y su partido hará lo posible para agravarla, de lo que dio prueba esta semana cuando, contrariando sus tradiciones ideológicas, votó a favor de un aumento del salario mínimo a 386 reales, un monto que haría explotar la ortodoxa política económica oficial.
Mientras Lula se desploma, su rival en las presidenciales de 2002, José Serra, del PSDB, ve cómo crecen sus posibilidades para el año próximo. Ayer una encuesta de Datafolha lo daba vencedor en una segunda vuelta, en la que obtendría el 48 por ciento de los votos, contra un 39 por ciento de Lula.
El discurso de Lula tampoco satisfizo a la izquierda partidaria, cuyos principales referentes exigieron sanciones más severas contra los petistas involucrados en las maniobras dolosas. El diputado Chico Alencar, que el jueves no pudo contener las lágrimas en medio del Congreso, visiblemente perturbado por las confesiones de Duda Mendonça, dijo que el PT debe apartar de sus filas a los culpables de esta crisis. Léase: el ex ministro de la Casa Civil y jefe del PT, José Dirceu, y sus aliados, como el ex tesorero Delúbio Soares. El reclamo de esos grupos agudiza la tensión en el seno del partido donde aún gravita Dirceu, tal como lo admitió el actual presidente, Tarso Genro. El discurso de Lula conformó a Genro: “Creo que el presidente no sabía (de la corrupción); si creyera que sabía apoyaría el impeachment”, declaró.
Disonante con el desconsuelo que campea en el PT y el gobierno, el presidente venezolano, Hugo Chávez, de paso por Brasilia, dijo estar “seguro de que Brasil, Lula y su gobierno tienen la fuerza, la voluntad, el coraje, la disposición y la capacidad de superar este y cualquier otro problema. Tengo mucha fe en Lula”. El venezolano cenó el jueves con su colega brasileño y ayer siguió viaje hacia Cuba. Antes de embarcarse, Chávez sugirió que una campaña desestabilizadora está por detrás de la crisis brasileña, en la que encontró cierta semejanza con el clima que derivó en el breve golpe de Estado que sufrió en abril de 2002.

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Un estudiante con una máscara de Lula contra la corrupción y la política económica.
 
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