Martes, 10 de enero de 2006 | Hoy
CONTRATAPA › CARTAS
Una de las formas que un docente tiene en cuenta para saber si un alumno aprendió un tema es evaluar su capacidad para generar preguntas relevantes sobre la materia. Los procesos de aprendizaje en general son tantos como alumnos haya, ya que la manera de llegar a aprender depende de la capacidad cognitiva de cada individuo. Sin embargo, esto no es obstáculo para pretender que un mismo grupo alcance una cierta competencia en un plazo determinado de tiempo. La enseñanza de la lógica formal vendría a ser una “herramienta de herramientas”. Aprender lógica básica o, sin ir más lejos, entender más o menos el “librito de Copi” debería ser, junto con saber leer y escribir, uno de los objetivos reales al término de la educación primaria. Pensándolo bien, me quedaría conforme nomás con que al menos se entienda la diferencia entre una falacia y un razonamiento formal, los límites de la inducción como método de razonamiento, y alguna que otra noción sobre lo fácil que es manipular estadísticas, encuestas y parámetros micro y macroeconómicos para el público lego, como muy bien lo explica Adrián Paenza en su libro Matemática... Estás ahí? Frente a esta carencia en la educación, lo que Noam Chomsky llamó “formación de consenso” por parte de los medios de comunicación es tarea fácil en Argentina. Cualquier afirmación sobre la “realidad” que aparezca escrita en los medios, así fuera en la forma más sutil, enmascarada, inocente o aparentemente objetiva pasa a formar parte del inconsciente colectivo como algo que “sin duda” ocurre. “¡Sí! ¡Es cierto! ¡Si salió en el diario!” En momentos en los que el debate sobre educación está dado en torno de si la EGB sirve o no, o si es mejor que vuelvan los colegios industriales en lugar del polimodal, pienso que la enseñanza de la lógica en las escuelas debería ser una materia orientada a crear ciudadanos libres, en el sentido más amplio de la palabra. Creo que la capacidad crítica, la duda y la curiosidad podrían muy bien ser el motor del desarrollo intelectual de los individuos en lugar de lo que se ve en general: “Quiero sacarme esta materia de encima así me recibo de una vez”. Pienso que el “lugar común” en el que converjan las charlas entre el portero y la vecina debería ser el cuestionamiento sobre si la realidad es lo que aparece en los medios y no la aceptación automática por el solo hecho de verlo publicado. Me permito soñar un momento con un sistema educativo que nos enseñe a encontrar el placer de aprender algo nuevo, que no nos ampute la curiosidad por descubrir y hacer preguntas que teníamos cuando éramos niños, al transformar el conocimiento en una obligación “si no repetís de año”. Sería tildado de esquizofrénico, una vez más, si afirmara que todo fue fríamente planeado de antemano para poder manipular fácilmente las mentes de millones de personas. Pero casi podría asegurar que hay unos cuantos a los que les conviene que las cosas no cambien.
Alejo Rossi
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