Martes, 10 de enero de 2006 | Hoy
Los diputados Juan José Alvarez, Eduardo Camaño, Jorge Sarghini y Francisco de Narváez se reunieron para discutir la creación de una fuerza bonaerense y descartaron alianzas con Macri.
Por Diego Schurman
Ninguno tiene un pasado reciente ajeno a Eduardo Duhalde. Por eso los diputados Juan José Alvarez, Eduardo Camaño, Jorge Sarghini y Francisco de Narváez justificaron su prédica emancipadora como un intento de reidentificar al Bloque Peronista Federal, a fin de convertirlo en una alternativa superadora a la vieja interna entre duhaldistas y kirchneristas.
El cuarteto blanqueó su estrategia durante un difundido almuerzo en el restaurante temático El General, en el porteño barrio de Montserrat. “Esta es la foto del adiós a Duhalde, un adiós respetuoso por todo lo que él nos dio”, se escuchó a Alvarez, con el retrato de Perón de fondo.
Los hechos demostrarán si la prédica independentista con el histórico conductor de la provincia de Buenos Aires es real o meramente simbólica. Por ahora a muchos les cuesta entender el golpe de timón: es que todos llegaron al Congreso de la mano del duhaldismo. Alvarez, como si fuera poco, fue jefe de campaña de Chiche Duhalde.
Lo que está claro es que la pretendida toma de distancia de Duhalde no se traducirá en un acercamiento a Kirchner. Muy por el contrario: la primera víctima de la movida podría ser el actual jefe del Bloque Peronista Federal, José María Díaz Bancalari, por su simpatía con el oficialismo.
La predisposición del legislador para votar el proyecto oficial de reforma del Consejo de la Magistratura lo puso en la mira de sus compañeros, que quieren forzar su desplazamiento en las próximas semanas, aunque eso no significaría una ruptura del bloque. En esa bancada, las posturas más flexibles son los que manifiestan una disidencia parcial, pero nadie está dispuesto a votar la controvertida iniciativa sin ningún cambio mediante.
La lejanía del Bloque Peronista Federal con Kirchner también está marcada a fuego por los apellidos que reúne, que van desde Adrián Menem hasta Carlos Ruckauf pasando por Luis Barrionuevo, por sólo citar alguno de los más rutilantes.
El cuarteto no se puso de acuerdo en el menú –optaron por pollo, pescado y carne–, pero sí en la existencia de un horizonte bonaerense y otro nacional: aspira a liderar una nueva corriente peronista en la provincia y pretende ser la génesis de un gran movimiento con miras al 2007. Si todo es como parece, tendrán a Kirchner como competidor.
Por si las moscas, aclararon que no realizarán ninguna alianza con Mauricio Macri, con quien dicen no haber tomado contacto directo durante este año, aunque sí existen nexos. Uno de ellos es a través del peronista porteño Cristian Ritondo.
Ritondo y el cuarteto que ayer buscó los flashes de los fotógrafos coinciden en un análisis: más allá del afecto hacia el ex presidente, después de la contundente derrota frente al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, ya no es negocio llevar colgado el apellido Duhalde.
Hay algún parentesco entre la foto que reunió a la oposición contra el proyecto de reforma del Consejo de la Magistratura y la de ayer en El General. Sus impulsores parecen querer sacar provecho de las mismas: a Ricardo López Murphy le sirvió para imaginar el armado de un gran frente de centroderecha, a Alvarez, Camaño, Sarghini y De Narváez para soñar con un peronismo a la vieja usanza que atraiga como un imán a sectores desencantados con el Gobierno.
Algo de eso parece haber ocurrido ayer mismo. Mauricio Silva, un hombre ligado al precandidato presidencial y gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch –quien está llegando a un entendimiento con Macri–, se presentó en el restaurante para conversar con los diputados. A todos les dejó su tarjeta que lo referenciaban como presidente de la Junta Promotora de la Provincia de Buenos Aires.
Alvarez, en sus años de intendente de Hurlingham, ya había hecho alguna intentona separatista en la provincia. Fue cuando compartía tertulias con sus entonces pares de La Matanza y La Plata, Alberto Balestrini y Julio Alak. De ese grupo –que se conoció como Los Tres Mosqueteros– los dos últimos son hoy parte de la estructura kirchnerista.
El escenario ahora parece bien distinto. De hecho, los socios de Alvarez son hombres comprometidos visceralmente con Duhalde. Y eso lo demostró Camaño durante su gestión en la presidencia de la Cámara de Diputados, como Sarghini al renunciar al Banco Provincia en un gesto de lealtad hacia su referente provincial. Hasta De Narváez se rindió económicamente al proyecto duhaldista para construir un Mausoleo en la Quinta de San Vicente.
Ayer, tras varias rondas de café en El General –la charla se extendió por más de dos horas–, Alvarez retornó a Punta del Este y Camaño a Pinamar. Curiosamente Duhalde está pasando unos días en esa ciudad costeña uruguaya e irá al balneario argentino en los próximos días.
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