Lunes, 30 de enero de 2006 | Hoy
CONTRATAPA › CARTAS
Hace poco tiempo era posible escuchar críticas a la vanidad de aquellos políticos que, apariencia mediante, usaban la vestimenta más de moda, adquirida en las casas europeas más famosas –más caras–, a expensas de un pueblo cada vez más empobrecido. Pero, ¡oh sorpresa!, la crítica ahora se vuelca hacia la “autenticidad”.
Parece ser que la “apariencia” es muy importante, tan importante que resta valor a esa autenticidad de la que Su Excelencia el Sr. Presidente electo de Bolivia, Evo Morales, ha hecho gala.
Fue elegido por su pueblo, “es” pueblo, y algunos individuos de algunos pueblos resienten su autenticidad.
¿Tendrá traje para impresionar a las autoridades o gentes de otros pueblos?
Se trata de “impresionar” aunque se mienta, aunque se borre con el “codo” lo mantenido en la campaña política.
Viste un pulóver, no un traje protocolar para presentarse, sin intentar burlarse o faltar el respeto a nadie.
No pretende ser lo que no es.
Y ojalá, por la salud de su castigado país, castigado por los que sí usaban traje, esa autenticidad se convierta en una saludable realidad.
Los pueblos del mundo están hartos de mentiras y están recibiendo una lección.
Sólo a través de la verdad en todos los actos de nuestro futuro podremos tener esperanza de superar las dificultades que nos legaron los “señores de traje y corbata”.
Nadie duda de la importancia de la unión de nuestros sufridos países, pero esa unión debe plantearse también en todos los aspectos: no atacar con superficialidad, transformados en cómplices inadvertidos de la hipocresía, lo que debería ser reconocido como una muestra valiente e importante de autenticidad.
¿O acaso lo que importa es la forma?
Si así fuera, nosotros hemos tenido los mejores gobernantes del mundo.
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