Martes, 27 de junio de 2006 | Hoy
CONTRATAPA › NO SOLO DE MUNDIAL VIVE ALEMANIA
Por José Comas *
Desde Berlín
La ejecución, en la madrugada de ayer, del oso pardo Bruno, que durante semanas tuvo en jaque a las autoridades y vecinos de la región alpina del estado libre de Baviera y del Tirol austríaco, ha conmovido a Alemania. Los nombres de los tres cazadores que mataron al oso no se dieron a conocer, ante las amenazas de muerte emitidas por defensores de los animales salvajes. La fracción parlamentaria del Partido Socialdemócrata (SPD) de Baviera exige la dimisión del ministro bávaro de Medio Ambiente, el socialcristiano Werner Schnappauf (CSU). La productora cinematográfica Wasabi Film encargó ya a una guionista y a un director una película sobre la vida del plantígrado. Las casas de apuestas, que habían incluido el tema del oso en sus boletos, tendrán que pagar a los que pusieron sus dineros por la opción de que Bruno moriría antes de la final del Mundial, el próximo 9 de julio.
La sentencia de muerte se emitió el fin de semana. Las autoridades bávaras fijaron la cero hora del lunes para cazar a Bruno. A partir de ese momento el oso sólo vivió poco más de cuatro horas y media. “Se efectuó un disparo y el oso cayó abatido”, declaró Manfred Wölfl, comisionado para osos del Ministerio de Medio Ambiente de Baviera. El ministerio confirmó por la mañana la muerte del oso a las 4.50 de la madrugada. Fue precisa la denuncia previa de un agricultor que tiene su cabaña en una zona a 1700 metros de altura. Afirma el agricultor que salió y le gritó al oso, que huyó asustado, y después denunció a la policía su presencia en los alrededores.
Lo que no habían conseguido los perros y rastreadores finlandeses especializados en la caza del alce, que durante varios días se mostraron incapaces de encontrar al oso, lo arreglaron ayer los cazadores de Baviera en poco menos de cinco horas.
En las siete semanas de huida por los Alpes entre Baviera y el Tirol austríaco, Bruno recorrió 300 kilómetros y se movió en un territorio de unos 6000 kilómetros cuadrados. A diferencia del terrible lobo de Gubbia, que “devoró rebaños y devoró pastores y son incontables sus muertes y daños”, Bruno se limitó a liquidar algunas ovejas, conejos, y comerse algún panal de rica miel para sobrevivir. Incluso estuvo a punto de perecer atropellado por un coche. La mala pata de Bruno fue que no encontró, como el lobo de Gubbia, a un San Francisco de Asís, sino a cazadores sedientos de sangre.
Como los verdugos que se cubrían la cabeza en las ejecuciones, los nombres de los cazadores no se han publicado. Apenas se conoció la noticia de la muerte del oso, llegaron las primeras amenazas de muerte contra sus matadores. Las autoridades de Baviera justifican la orden de disparar a matar con el peligro que suponía el oso para los ciudadanos de la región. El portavoz de Medio Ambiente del SPD, Ludwig Wörner, tras pedir la dimisión del ministro del ramo, declaró: “Este es un día triste para la naturaleza y la protección de las especies en Baviera”. Argumentan los defensores de la muerte del oso que no era posible dispararle una inyección para anestesiarlo porque esto exigía aproximarse a una distancia de unos 20 metros y el oso lo habría advertido.
En su huida de varias semanas el oso Bruno conquistó los corazones de muchos alemanes. En el hospital universitario Benjamin Franklin de Berlín una enfermera comentaba días atrás ante las noticias del telediario sobre Bruno: “Lo van a matar. Es una vergüenza que un estado tan rico como Baviera no pueda soportar que el oso se coma a unas cuantas ovejas”. Acertó de lleno: a Bruno lo mataron ayer.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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