“Inani argentini contro i giganti della Germania”, tituló en su edición de ayer la Gazzetta dello Sport. Lo de los enanos argentinos está referido a que de los equipos que todavía siguen en carrera en la Copa del Mundo los Pekerman boys son los más petisos: con un promedio de 1,78 m. En realidad, Argentina estaba entre los tres planteles más bajos de los 32 intervinientes, ya que sólo superaba a México y Arabia Saudita. Su rival del próximo viernes, Alemania, está en el polo opuesto: es el equipo con mayor altura de los que siguen en carrera, con un promedio de 1,85 m.

Afortunadamente, la altura tiene un valor relativo en el fútbol. Serbia y Montenegro tenía un plantel con jugadores de 1,86 m de promedio, los más altos del campeonato y ya se sabe cómo les fue contra Argentina. De los cinco primeros en altura, cuatro (Serbia y Montenegro, Holanda, Croacia y República Checa) ya se fueron a sus casas. O sea...

Si la altura fuera un factor decisivo, los mejores jugadores de este Mundial serían Ziglic (Serbia y Montenegro), Koller (República Checa), Lawrence (Trinidad y Tobago) y Kalac (Australia), todos por arriba de los dos metros. En segunda línea, el chiquito Crouch de Inglaterra con 2 metros exactos. Sin embargo, no hay dudas de que Messi (1,69 m), Saviola (1,68 m) y Tevez (también 1,68 m) tienen diez veces más posibilidades de destacarse.

Por suerte, el fútbol permite que gorditos como Rooney o Ronaldo, petisos como Maradona, Platini o Giresse ocupen lugares preferenciales en la historia del fútbol a los que nunca podrían acceder cientos de miles de futbolistas de físico perfecto.

Es curioso el dato que rescata el periódico deportivo italiano: el crecimiento de altura entre el Mundial de 1930 en el Uruguay y éste de ahora es de 8 centímetros. En 1930 el promedio era de 1,73 m y ahora es de 1,81 m. El crecimiento ha sido progresivo año tras año, con ligeras variaciones intermedias.