Miércoles, 18 de enero de 2006 | Hoy
Este problema es interesante, porque no tiene una solución única. Es decir: no se puede afirmar que la propuesta es justa ni injusta. Depende. Veamos.
Caso 1: Supongamos que lo que propone A se lleva a cabo de la siguiente manera:
B elige las monedas 1 y 2.
A le saca entonces la moneda 2.
B elige las monedas 3 y 4.
A se queda con 4.
B elige las monedas 5 y 6.
A se queda con 6. Creo que se nota el patrón que están siguiendo. B va eligiendo dos monedas consecutivas, una impar y otra par, y A, luego, le saca la moneda par. ¿Es justo este proceso? Sí, uno puede decir que sí, porque B se va a quedar con todas las monedas impares y A con todas las pares. O sea, si ésta va a ser la forma en la que se va a producir la distribución de la herencia, la voluntad del padre se verá satisfecha y ninguno de los dos sacará ventaja alguna.
Caso 2: Supongamos que ahora el proceso se lleva a cabo de la siguiente forma:
B elige las monedas 1 y 2.
A elige la moneda 1.
B elige las monedas 3 y 4.
A elige la moneda 2 (que había elegido B en la primera vuelta).
B elige las monedas 5 y 6.
A elige la moneda 3.
B elige las monedas 7 y 8.
A elige la moneda 4.
Y así siguiendo. De esta forma, ¿le parece que la distribución es justa? No siga leyendo. Piense usted. Si este proceso continúa... y obviamente debería continuar porque las monedas son infinitas, A se está quedando con todas las monedas, mientras que a B no le queda nada.
Es decir, esta repartición no es justa ni respeta la voluntad paterna.
Sin embargo, la propuesta original que A le había hecho a su hermano B, no está ni bien ni mal. Depende de la forma en la que sean elegidas las monedas, pero conceptualmente que B elija en su turno dos monedas, y que luego A le saque una de las dos, no está ni bien ni mal. Depende. Y eso, desafía la intuición. Lo invito a que piense que si en lugar de tratarse de una herencia infinita fuera una herencia normal, como la que podría dejar cualquier persona al morir, la pongan o no la pongan en monedas, la distribución que propuso A está siempre bien.
Moraleja: para conjuntos infinitos no valen necesariamente las leyes con las que estamos acostumbrados a pensar con los conjuntos finitos.
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