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Ya se sabe: las cuestiones de amor complican la existencia aun en este comienzo del siglo XXI, cuando ciertas debilidades parecían superadas o relegadas a un segundo plano. Aunque los géneros que más se ocupan de abordar el asunto, sean, todavía, el melodrama, los talk shows y las revistas rosas, el devenir de los asuntos del corazón siempre resulta interesante, sobre todo cuando su tratamiento se eleva de las tentaciones de la cursilería.
La nueva colección de fascículos que Página/ 12 entrega en forma gratuita con el diario desde este sábado 14 habla de amor. Esta lectura apasionante, documentada hasta los más escabrosos detalles y a la vez crítica de los romances que hicieron historia, no pretenderá curar ni prevenir los males de amor pero sí, demorarse en la expectación de la pasión ajena, tan idéntica o tan opuesta a la propia. Para seleccionar las historias y para elegir el tono, biográfico y a la vez acorde con el del discurso amoroso, se ha tenido en cuenta que muchos de los modelos de pareja surgidos en la cultura occidental en los últimos años, no culminaron en la alcoba sino que propusieron al público una forma precisa y diversa de mirar el mundo, ubicarse en él, relacionarse con la sociedad, pensar la familia, las relaciones laborales, la vocación, la educación de los hijos.
“La mirada sostenida sobre lo que sucede en la alcoba, además de calmar la fiebre voyeurista, tal vez permita seguir la trayectoria del par, una figura clave en la conformación de nuestra sociedad”, opina Liliana Viola, la autora de la colección. Los recientes trabajos producidos en el marco de la Historia de la vida privada llegan a conclusiones que van más allá de las sábanas. Leah Otis Cour, autor de La historia de la pareja en la Edad Media, rebate uno de los prejuicios con los que carga este período. Según sus investigaciones, no era la coacción familiar, el rechazo ante el placer o la inferioridad del género femenino lo que determinaba la elección conyugal, sino la sensualidad y el respeto mutuo, entre otras modernas razones. Su trabajo comienza hurgando en el dormitorio y termina discutiendo la oscuridad de la Edad Media, alzándola como antecedente genuino de nuestros días.
Todo lo que pasa dentro de una alcoba muere en ella. Sólo en caso excepcional resucita, verdad revelada pero mucho más fiel a la indiscreción de uno de los amantes que a los hechos. Aunque en estos días contemos con el recurso de la cámara oculta o de la cámara consensuada entre los mismos participantes, nada de esto resulta capaz de emular el encanto del no saber. Y dentro de ese largo pasadizo, mucho más lejos, el encanto mayor, de encontrarse solo ante una puerta ligeramente entornada. Pasear por el corredor, detenerse frente a la puerta, escuchar, alcanzar a ver algo, suponer y finalmente concluir, es parte de lo que propone la colección Secretos de Alcoba.
El trabajo rastrea en biografías, memorias, revistas del corazón, rumores, cartas íntimas, confesiones y reconstruye a lo largo de 15 fascículos, más de 15 diferentes historias de amor que representan a su vez, 15 modelos de pareja amorosa. Aunque a la distancia, todos los matrimonios se parecen y todos los romances obedecen a comunes patrones, este comienzo de siglo exhibe, para la codicia del consumidor, una variada oferta de modelos eróticos, más o menos aceptados, todos sabidos. Parejas del mismo sexo, parejas desparejas, socios en el poder, matrimonios perfectos, matrimonios cama afuera, el amor imposible, el casamiento por conveniencia, amores que lo son sólo en tanto que clandestinos...
Esta colección devela pormenores y fundamentos de aventuras pioneras como la de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre o la de John Lennon y Yoko Ono. Duplas que expusieron con fervor de manifiesto, sus relaciones sexuales; carne de cañón y parte de la lucha por cambiar el mundo: la “pareja abierta” o la pareja del “amor y paz”. Otros amantes, conscientes o no de su importancia, también encarnaron modelos a emular o resistir: Elizabeth Taylor y Richard Burton fueron el epígono de la eterna ruptura,así como la literatura de Anaïs Nin y Henry Miller institucionalizó el ménage à trois. Esta investigación permite preguntarse entre otras cuestiones, hasta qué punto el par es capaz de fundirse en unidad perversa o provechosa: algunos trabajos aparecidos hace menos de diez años sobre Bertolt Brecht le atribuyen a tres de sus mujeres la autoría o al menos gran parte del trabajo de sus obras más célebres. La capacidad de repartir roles y hasta porción del carisma entre las parejas poderosas –los Clinton y los Roosevelt son especiales ejemplos– tiene en la intimidad una contrapartida que resultará inconcebible para muchos.
En qué modelo se halla enredado cada uno, qué combinación de relatos configura la propia historia, cada cual lo sabrá. Esta colección de epopeyas íntimas tal vez resulten espejo por momentos y por momentos escándalo, pero siempre, en todo caso, la confirmación de la sentencia de Denis de Rougemont: todo amor perfecto en algún punto es infeliz.