CULTURA
Un paseo por la ciudad al promediar este siglo
La muestra “Buenos Aires 2050, imágenes del futuro / decisiones del presente” se permitió imaginar cómo será la ciudad en un futuro cercano.
Por Mariano Blejman
¿Cómo será el Buenos Aires del año 2050? ¿Tendrá un Ministerio del Trueque? ¿Habrá carteleras holográficas? ¿Existirán las “ojotas desintegradoras de basura” para caminar entre las bolsas? ¿El Río de la Plata inundará el Bajo Belgrano “matando dos o tres” clases políticas? Son algunas de las preguntas que surgieron de la muestra Buenos Aires 2050, imágenes del futuro / decisiones del presente que sigue hasta hoy en el Centro Cultural Recoleta. La exposición es parte del programa Buenos Aires 2050 organizado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y el Instituto Internacional de Medio Ambiente. En su desarrollo se emitieron once documentales “futuristas” de realizadores de la carrera de Imagen y Sonido (UBA) que se pusieron a pensar hoy cómo será el futuro de mañana. La frase siguiente no es un aforismo: “El 2050 es hoy el futuro, pero mañana será el presente de buena parte de la población metropolitana actual o de sus hijos o nietos”, dice la arquitecta Margarita Gutman, directora del programa y coordinadora de la muestra.
Los trabajos allí presentados contienen imágenes de un porvenir “deseado, esperado o temido esbozadas en los momentos difíciles de la crisis”, explica Gutman. Y llegaron como respuestas a una convocatoria pública, imágenes preparadas por habitantes de la metrópolis, entre los que se encuentran estudiantes, docentes y graduados de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, profesionales y alumnos de colegios secundarios ubicados en el Gran Buenos Aires. “Las imágenes y escenarios elaboradas por un público amplio e inclusivo para el 2050 deberían servir como criterios para evaluar las decisiones que se tomen en los próximos años”, opina Gutman. De esta manera, el futuro se transforma en una parte activa del presente en manos de 51 expositores heterogéneos. Y la fecha no es arbitraria. Pensar medio siglo hacia adelante es lejano, pero no inalcanzable. Y por tanto creíble.
El asunto trata de cómo volver al futuro más presente. Cómo pensar los problemas para comenzar a resolverlos ahora. Los trabajos fueron realizados durante lo más caliente de la crisis del fin de 2001 y comienzos del 2002. Y es por eso que muchos auguran apocalipsis tempranos. “El futuro es un lujo que ya tiene dueño”, se escribe en la obra La ciudad es un espejo de nuestras mentes, de Carlos Asad y Viviana Juliá. Entre los cortos realizados, Utopos, de Juan Ignacio Acevedo César, se imagina un futuro para el país cuya Patagonia fue vendida a los japoneses. “La angustia y el desastre económico se vieron reflejados en esto”, cuenta Gutman. Otro de los expositores, Walter Lorenzo, se imagina en Mi Buenos Aires herido un mapa de la ciudad donde el Río de la Plata se comió una parte de Belgrano y ha sido reemplazada por una minibahía de Palermo, aunque la Ciudad Universitaria se ha salvado de puro milagro. Mientras que Pamela Cebrones, también de la FADU-UBA, se imaginó un mapa de Buenos Aires con un hombre que mira hacia “el interior del país”, donde el país existe “realmente”.
Quien se imagina una Buenos Aires con un Ministerio del Trueque, un puente Kosteki (en honor al piquetero asesinado en el Puente Pueyrredón) y una asamblea popular manejando el país –que ha reemplazado a la Casa de Gobierno– es el sociólogo Mariano Scheinsohn en su optimista trabajo Buenos días, una composición de textos y fotos. Se destaca también el Museo de arqueología urbana, un juego de pasado y presente: la idea de Fernando Vignoni y Luciana Wasserman de la FADU-UBA es un lugar de una arquitectura de vanguardia para recordar el pasado del futuro. O sea, el presente de ahora. Como una vuelta de tuerca, allí se pueden ver incluso unas fotos de la anterior muestra que realizó Gutman sobre cómo se pensaba el futuro en 1910. Por otro lado, la gente de URGroup se presentó con el proyecto Alucina BA, una videoinstalación en donde se imagina una ciudad en la que una especie de Gran Hermano le hace tomar una pastilla a un ciudadano para que se imagine cómo quiere que sea la ciudad. “Darles voz a los habitantes del futuro no es un mero juego. Implica una responsabilidad para captar cómo serán los problemas que habrá que resolver más adelante, para comenzar a trabajarlos ahora”, dice Gutman.