ESPECTáCULOS › SE ESTRENO EN EUROPA “CUESTIONES CON ERNESTO ‘CHE’ GUEVARA”
Italia discute una obra argentina
La obra de José Pablo Feinmann está presentándose con notable repercusión en Roma, actuada y dirigida por el argentino Michelangelo Tarditti. Para el autor, la guerra de Estados Unidos contra Irak reactualizó en el mundo la discusión sobre la violencia política.
Por Oscar Ranzani
Basándose en la mítica figura del Che Guevara y buscando colaborar a la discusión sobre la violencia como acción política, el escritor y columnista de Página/12 José Pablo Feinmann escribió con notable pasión Cuestiones con Ernesto “Che” Guevara, una obra que se presentó en Buenos Aires en 1998. En aquella oportunidad, la pieza fue interpretada por Arturo Bonín y Manuel Callau bajo la dirección de Rubens Correa y Javier Margulis, constituyéndose en un éxito de cartelera y de crítica. Ahora, a cinco años de aquel momento, el actor y director argentino radicado en Italia Michelangelo Tarditti (ver recuadro) está presentando su versión en el Teatro Dei Cocci de Roma.
“El esquema es muy simple: faltan 18 horas para que el Che sea asesinado, está en la escuelita de La Higuera y un poco mágicamente aparece un personaje que acaba de ganar una beca en el fin de milenio para escribir un ensayo sobre las últimas horas de vida de Ernesto Guevara”, recuerda Feinmann. El personaje al que alude el autor de La sangre derramada es el profesor Navarro, un hombre que realiza un viaje imaginario en el tiempo desde los años ‘90 a 1967 para encontrarse con el Che. “No sabemos si ese personaje es real o si es la propia conciencia de Guevara que en esas horas repasa toda su vida y todas sus ideas. Eso queda abierto a la interpretación.”
Feinmann destaca que el Che “está absolutamente seguro de que utiliza una violencia para la liberación. La violencia que él utiliza es un medio para la liberación de los hombres. Y él es un hombre que lucha por sus ideales dictados por sus convicciones, su formación ideológica, su conciencia moral y que, incluso, es tan coherente con todo eso que llega a ofrecer su propia vida. El Che no manda gente a morir como la conducción de Montoneros desde México, el Che va a morir en Bolivia. Si hay que ir y poner el cuerpo, él es el primero”.
–¿Es válido aún el interrogante sobre el empleo de la violencia como método para concretar una acción revolucionaria?
–Las respuestas que da la obra son dos: la del Che y la del profesor Navarro. El profesor Navarro se opone muy fuertemente a la violencia como metodología de resolución de los problemas en la historia. Y el Che Guevara, no. Incluso, el Che lo gasta, ironiza y le dice que tarde o temprano la violencia, siempre es necesaria ante todo porque los otros, el enemigo, el imperialismo siempre recurre a la violencia y la usa. La obra tiene un planteo y una discusión filosófica universal sobre el problema de la violencia. En este sentido, el Che y el profesor Navarro encarnan (del modo humano en que yo pude tratarlo literariamente) dos posiciones teóricas muy enfrentadas a lo largo de la historia de la filosofía política. Hay distintas respuestas: desde la violencia como partera de la historia en Marx hasta la no violencia en Gandhi hay un enorme abanico de respuestas. Pero el tema concreto aquí es ¿qué derecho tengo desde una determinada ideología a aniquilar la vida del otro?
–¿Ese interrogante se va resignificando a medida que pasan los años?
–Se va resignificando totalmente: la guerra preventiva que acaba de inaugurar Bush es una nueva teoría de la violencia a nivel internacional. Ahora un Estado se arroga para sí el derecho de ejercer violencia sobre cualquier Estado al que considere potencialmente peligroso para su seguridad. Es una absoluta exacerbación de la teoría de la violencia. Y bueno, Bush lo hizo al desconocer un organismo como las Naciones Unidas, destinado a evitar la violencia y las guerras en la historia.
–¿Por qué eligió específicamente las últimas horas del Che?
–Hay un motivo dramático: la inminencia de la muerte. Ante la inminencia de la muerte, generalmente está aceptado que un personaje tiene tendencia a revisar su vida. Si a vos o a mí, nos dicen “te quedan diez horas de vida”, seguramente vas a revisar tu vida si no estás terriblemente aterrorizado. Entonces, me pareció que en esas dieciocho horas de las que no se sabe absolutamente nada y no están en ningún libro sobre el Che, había espacio para la creación. Donde hay silencio histórico, la ficción tiene más posibilidades.
–Después de la experiencia frustrada con Juan Carlos Desanzo, ¿no se quedó con ganas de escribir para el cine la vida del Che?
–Siempre tuve ganas que un guión mío sobre Ernesto Guevara llegara al cine. Me hubiera gustado que fuese el de Juan Carlos Desanzo, pero ésa es una historia aparte: mi guión no fue aceptado. No fue aceptado por las características críticas que tiene la obra, que también estaban en el guión. Mi mayor sueño es representar esta obra en Cuba. Una vez me encontré en una cena con el actor Jorge Perugorría y le dije “vos tendrías que hacer Guevara y montar mi obra en Cuba”. Sería algo fantástico, revitalizador.