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Aunque no participará del III Congreso Internacional de la Lengua Española, Gabriel García Márquez vendrá al país probablemente en febrero o marzo del año próximo en lo que será, sin duda, “la” visita del 2005. La confirmación de esta noticia corrió por cuenta de Cristina Fernández de Kirchner y de la esposa del escritor colombiano, Mercedes Barcha, que ante una consulta telefónica de Página/12, señaló: “Ya llegaremos, veremos cuándo, todavía no tenemos una fecha”. Por las dudas, el propio escritor dejó claro un límite: "El 6 de marzo es mi cumpleaños, así que ese día no".
El lunes, mientras la senadora estaba de visita oficial en Nueva York, sonó su celular y cuando atendió escuchó la voz amistosa del mismísimo Gabriel García Márquez que la saludaba: “Cristina, yo no tengo ningún problema ni diferencias con la Argentina, es una barbaridad todo lo que se dijo. Los quiero conocer”. El escritor agregó, en esa charla con la senadora, que la última vez que estuvo fue en 1975. Pero su relación afectiva con los argentinos comenzó a fines de la década del ’60. La primera edición y el gran éxito de Cien años de soledad sucedió en Buenos Aires, cuando en 1967 la editorial Sudamericana publicó la novela, en cuya portada estaba la carabela encallada en plena selva, que se transformaría en la narración paradigmática del boom latinoamericano.
El anuncio de la llegada de Gabo es el epílogo del culebrón mediático que empezó la semana pasada, cuando el Premio Nobel de Literatura, el portugués José Saramago, dijo que no participaría del III Congreso de la Lengua porque no habían invitado a García Márquez. La Asociación de Academias, que preside Víctor García de la Concha, no lo había invitado y muchos especularon que el motivo habría sido la incomodidad generada por su discurso “antiortografía” del primer encuentro, que se realizó en Zacatecas, en 1997. Aunque el gobierno argentino cursó la invitación formal, la complicada agenda del colombiano y razones de salud impidieron que pudiera asistir a Rosario, donde se desarrollará el congreso. Ahora tanto Saramago como García Márquez estarán en el país, aunque no coincidan sus visitas.
Hay una anécdota que Gabo contó muchas veces y que se pudo leer, acaso por primera vez, en una entrevista realizada por Horacio Verbitsky. “Las librerías parecen supermercados, se venden toneladas de libros, es impresionante”, le contaba el escritor colombiano su impresión sobre cómo veía a Buenos Aires. “Yo iba caminando por la calle y vi una mujer que salía del subterráneo cargada con dos bolsas. No lo podía creer, junto con unas papas y unas frutas, de la bolsa cayó un libro de Cortázar.” El escritor y periodista Tomás Eloy Martínez señaló que cuando se publicó Cien años de soledad, el autor era prácticamente desconocido en Buenos Aires. “Llegó a Ezeiza en un avión demorado, a las tres de la madrugada, y sólo dos personas lo estaban esperando: Paco Porrúa y yo –recordó Eloy Martínez–. Al marcharse, diez días más tarde, la multitud que lo acompañaba era tan caudalosa que Porrúa y yo lo perdimos de vista. Más de una vez evocamos con García Márquez aquella temporada inolvidable y más de una vez quise saber por qué nunca regresó a la ciudad donde empezó todo.” Sólo Gabo podrá explicarlo, cuando regrese.