CULTURA › ENTREVISTA A PABLO DE SANTIS
“Me gusta enganchar al lector por el lado de la extrañeza”
Página/12 publica mañana Los signos, el cuarto volumen de la colección Literatura fantástica y ciencia ficción.
Por Angel Berlanga
“La ciencia ficción y lo fantástico siempre estuvieron muy próximos en la literatura argentina”, dice Pablo De Santis. El autor de La traducción, El calígrafo de Voltaire y Filosofía y letras publica ahora Los signos, un libro de relatos que aparecerá mañana junto a este diario, el cuarto volumen entre los diez que compondrán la colección sobre esos géneros, a los que De Santis considera un poco olvidados. “Por eso, me gustaría exaltar la idea de divulgarlos –dice–. En otras literaturas, los dos géneros están muy separados, pero aquí cuando aparecen máquinas, por ejemplo, son muy caseras, como las de los cuentos y novelas de Adolfo Bioy Casares. La imagen del sabio en un altillo, fabricando una máquina, está más cerca de la literatura fantástica que de la ciencia ficción tradicional.”
En el prólogo del libro, Antonio Requeni destaca “una escritura prolija, impecable, hecha de frases cortas y certeras, en las que no sobra una palabra, una sola coma, que va dando forma a las historias donde la fantasía vira hacia la tragedia o el horror”. Es así: la muerte anda por los relatos de De Santis, en general con una elegancia de sentido o sinsentido mayor que la apreciada en la realidad. Los signos, la novela corta o cuento largo que da nombre al libro, es inédita, fue escrita el año pasado y contiene algunas señales autobiográficas de cuando este escritor porteño, nacido en 1963, trabajaba como redactor en la revista Radiolandia: “Eso fue desde el ’84 al ’89, en un ambiente bastante decadente en el que estábamos, entre otros, junto a Fabián Polosecki”, recuerda. Los ocho cuentos iniciales fueron publicados antes en revistas, diarios o antologías; uno de ellos, La jaula del dragón, fue primero una historieta. El volumen contiene, además, una serie de relatos breves que formarán parte de Rey secreto, un libro en preparación. De Santis cuenta que, además, está en los comienzos de dos novelas (una fantástica, otra policial) y que ya tiene lista otra que publicará el año próximo Seix Barral, “sobre un arquitecto italiano en una Nueva York muy alejada de la realidad, a comienzos del siglo XX”.
–¿Definiría a todos los cuentos como fantásticos?
–Hay alguno, como La marca del ganado, que no es fantástico; aunque se acerca más al cuento policial; lo enganché, más bien, por el lado de la extrañeza.
–Uno de sus personajes dice: “Pensaba que eso era escribir, visitar en la oscuridad un silencioso museo de símbolos”. ¿Qué piensa usted, como escritor, de esa definición?
–Ahí me río un poco de las cosas que hacía cuando empezaba a escribir: la idea de una literatura absolutamente alejada de la experiencia, una literatura simbólica, de variedades. Escribir era, digamos, una huida absoluta de mi vida personal y de mis experiencias. Creo que hay dos riesgos en la literatura: escribir algo absolutamente ajeno a la vida de uno y escribir literalmente lo que a uno le pasa, pensando que eso puede tener algún interés. Son los dos extremos y los dos peligros de la escritura.
–¿Los elementos fantásticos aparecen por sobre el bosquejo de una historia real o son directamente los disparadores del relato? ¿Qué aparece primero?
–Me parece que primero aparece como una especie de extrañeza en la que estaríamos a mitad de camino entre lo real y lo fantástico. Después esa extrañeza puede tener una explicación racional o puede girar más hacia lo fantástico. Cuando Rodolfo Walsh publicó su antología de cuentos fantásticos, la tituló Antología del cuento extraño. Es un título que a mí me gusta mucho, porque tiene que ver con una sensibilidad alejada del realismo, y después no importa tanto si algo es definidamente fantástico o no, no interesan tanto las clasificaciones. Sí, en cambio, el tema de la extrañeza, proponerle al lector algo que busque su interés o su asombro.