CULTURA › HOMENAJE A ATAHUALPA YUPANQUI EN ND ATENEO

Las lecturas del payador perseguido

 Por Cristian Vitale

En 1972, cuando Héctor Roberto Chavero editó El payador perseguido, su hijo Roberto era un adolescente que repartía sus días entre libros, ilusiones y juegos infantiles. Siempre dormía mientras el tata, hombre de 64 años ya, y su mujer, Nenette trasnochaban largo buscando los jirones finales de la obra que a la sazón sería la más significativa de su vida. Cuenta Roberto, sincero, que entonces estaba más interesado en los discos de Don Ata que editaba el sello francés Le Chant du Monde –de esa época es la maravillosa cantata El sacrificio de Túpac Amaru– que en sus libros. “El payador perseguido hace a la evolución de las personas: a medida que uno madura más la valora, porque el canto es vida que se expresa”, dice a Página/12 enmarcando su visión sobre el texto que, dada su trascendencia histórica, motivó la realización de un homenaje en el que confluirán él, Suma Paz, el recitador Golondrina Ruiz, el grupo de danza, Resistiendo, y tres conjuntos corales: Las Voces Blancas, Cantoral y el Grupo Vocal Argentino. La cita es hoy a las 21 en el Teatro ND Ateneo y, en concreto, la puesta en escena de El payador perseguido consistirá en la lectura de los poemas que lo pueblan mezclados con la interpretación de algunas canciones e imágenes de Atahualpa tocando o recitando en vivo. Este material fílmico –unas 20 horas de grabación en total– es el que su hijo viene trabajando desde la Fundación Atahualpa Yupanqui, con la intención de transformarlo en documental y transcribirlo para editar un libro póstumo. “El tata habla en él de Lorca, Guillén, Neruda y los mezcla con paisanos anónimos, de esos con los que él trababa relación a menudo. No olvidemos que mi padre nunca renegó de su origen humilde, de haber nacido en un rancho de adobe en Peña.”
Refiriéndose a El payador..., Chavero señala que constituye “una síntesis de gran parte de su vida. El título es engañoso en cierta medida, porque él hace un relato de toda su vida: su niñez en La Pampa, los trabajos que hizo, lo que aprendió de la vida, de la naturaleza, de sus dificultades con los gobiernos. Tuvo que irse a Europa para trabajar y no para vivir, como dicen cientos lenguaraces”. Chavero dice que aún hoy no es fácil difundir su obra: “Si bien todos reconocen que tiene mucho prestigio, su obra es poco conocida. Recién ahora hay estudiosos que están trabajando su obra y dan cuenta del valor de ella, un valor que es esencialmente argentino, popular. Se trata fundamentalmente de la creación de un hombre libre, y un ser libre siempre es incómodo para el sistema”.

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