CULTURA › “EL MUSEO SE HACE CUENTO”, UN CERTAMEN
DESTINADO A ESTUDIANTES SECUNDARIOS
Todas las imágenes de un relato
La propuesta de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes es que los alumnos, a partir de la observación de una obra, escriban un cuento con tema libre. En 2004 fue un éxito.
Por Oscar Ranzani
El estímulo y el apoyo a un adolescente interesado en el arte es el primer paso para que el joven pueda desplegar su capacidad creativa. Un artista en potencia se desarrolla y se consolida no sólo por su talento, sino por las oportunidades que se le presentan en la vida. Los miembros de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes pensaron en esto: “El Museo se hace cuento” es un certamen destinado a estudiantes de escuelas medias públicas y privadas (de 3º, 4º, 5º y 6º año) que propone trazar un puente entre los jóvenes y el arte. ¿De qué manera? La idea es que, a partir de la observación de una obra de arte (pinturas, dibujos, esculturas) que vean en el museo, escriban un cuento con tema libre. Las bases están disponibles en todos los colegios de la ciudad y en la página www.aamnba.com.ar y el plazo para la entrega de los originales vence el 31 de agosto.
Este es el segundo año que se realiza “El Museo se hace cuento”, tras un inicio exitoso el año pasado en el que se recibieron 1051 cuentos y participaron alrededor de 27 mil alumnos de 404 colegios. “Nos interesaba que se pusieran en situación de observadores y que la majestuosidad de la obra se les impusiera como un hecho artístico”, explica la coordinadora del proyecto, María Encabo. En función de eso, “la inspiración o el detonador para la redacción de un relato breve con forma de cuento era lo que ellos quisieran. La historia no tenía que respetar ni la propia situación que la obra mostraba sino, por ejemplo, inspirarse en un relato que les sugiriera algo en función de lo que hubieran visto”, agrega. Este año se repetirá esta modalidad y un jurado especializado decidirá quiénes serán los ganadores.
Se establecieron tres tipos de premios, al igual que el año pasado. Uno de ellos es “Reconocimiento”, a través del cual serán distinguidos 50 participantes. El premio más soñado es “Edición”, ya que de esos 50 se publicarán 25 cuentos en el libro Antología, que se distribuirá en distintos colegios y espacios culturales. Finalmente, de los 25 publicados, tres ganadores recibirán computadoras, al igual que los docentes coordinadores y la escuela a la que pertenecen.
“La importancia de poner a los alumnos en situación de inventar historias necesariamente convoca a lo lúdico, al despliegue de la creatividad y la fantasía. Y eso está relacionado con la lectura”, explica Encabo. “El placer por la lectura y la escritura es determinante para que los chicos se familiaricen con el hábito cotidiano de leer desde un diario, un postulado, un problema, un texto de historia o una obra de ficción”, analiza. Por otro lado, para los organizadores es una manera de acercar los jóvenes al museo. “El año pasado notamos por la masividad de la concurrencia de los chicos en forma individual o en grupos de estudiantes (pero no como una tarea obligatoria de la currícula) que ellos antes creían que para entrar al museo tenían que tener un saber anterior. Como que entraban en un templo.” La participación de los estudiantes permitió voltear la barrera que los separaba.
Martín Morgenfeld es uno de los estudiantes que publicaron su primer cuento en el libro publicado en 2004. Tiene 17 años, y su historia, Mujer acostada, tiene el mismo título que el óleo de Pablo Picasso que le sirvió de inspiración para construir el relato. “Para los que leyeron el cuento hice un estructura tipo cinta de Moebius como hacía Cortázar en Continuidad de los parques”, explica a Página/12. “Necesitaba, entonces, para el principio y el final, una imagen fuerte y atractiva y me pareció un cuadro que condensaba una simpleza, pero, al mismo tiempo, daba para hacer una descripción exhaustiva y que tuviera la riqueza suficiente.” Pablo Kameniecki publicó Passiflora Leucanthemum, a partir del óleo Retrato de Margarita Gonzaga, de Frans Pourbus II. “Fue una idea muy simple a la cual le fui dando sentidos, que es el de una persona que vuelca todo lo que tiende a hacer una imagen de sí mismo, a embellecerse. Muestra cómo decide hacer eso y que puede llegar a dejar todo por eso”, sostiene. Además, los alumnos premiados fueron becados y participan actualmente de un taller de literatura para seguir construyendo ficciones en el marco de una realidad que los convoca y los contiene.