CULTURA › ALEJANDRO LOPEZ Y SU NOVELA
“KERES COGER? = GUAN TU FAK”
“Todas mis heroínas son de pueblo”
Por Silvina Friera
“La leyó un freak y se quejó porque no están los videos en la web de la editorial”, dice Alejandro López sobre su novela Keres coger? = guan tu fak, publicada por Interzona, primera parte de una trilogía que continuará con Flor de chongo y Las aventuras de Vannessa en Amérika. Malamud, el gato del escritor que tiene una intervención en uno de los videos que el freak no pudo ver, maúlla, aprueba las visitas frotándose en los tobillos y posa en las fotos como si fuera el gato entrenado de una diva de la TV. En su libro, López se sirve del léxico que circula en los medios de comunicación –principalmente el chat, pero también diarios y revistas, TV y cine– para construir dos heroínas inolvidables, Ruthy y Vannessa, cuyas voces se asemejan a las de Gloria y Esperanza, las protagonistas de su primera novela, La asesina de Lady Di (Adriana Hidalgo). Todo empieza chateando entre Buenos Aires y Asunción; la travesti Vannessa le cuenta a Ruthy que vomitó sangre, que tiene miedo, que se siente para el orto, que puede ser los nervios del viaje a EE. UU., donde se aplicará siliconas, que la llamaron, que tiene que atender a un cliente yanqui.
Sobre estas piezas fragmentarias del tono del chat se amalgama el discurso de un diario paraguayo (“En pleno vuelo le explota la chichi a una conocida vedette paraguaya”, reza un titular), con el lenguaje de una declaración testimonial en un juzgado en Goya, Corrientes, por sustracción de menores, y con la desgrabación de varias llamadas telefónicas entre los sospechosos. Pero también hay una cámara oculta a Ruthy y el “polaco” en la que ofrecen el bebé de una gringuita por nueve mil dólares, diálogo que además de leerlo en las páginas de Keres coger? = guan tu fak se puede ver en el video (www.interzona. com), del que participan, entre otros, los actores Ricardo Merkin, Inés Saavedra, Sergio Oviedo y Malamud, el gato del escritor. ¡Y en el final hasta hay un autógrafo del Puma Rodríguez dedicado a Ruthy! López, que no se priva de nada a la hora de delirar, aunque siempre con un anclaje en lo real, ideó la primera novela que transcurre en la web, que se cuenta desde el chat o los e-mails, un relato que quizás hubiera escrito el mismísimo Manuel Puig, si hubiera llegado a vivir la era del chat.
“Yo me estoy moviendo en un contexto donde el cine tiene mucha importancia y trato de integrar todo lo que estoy haciendo, y ahí es donde meto fotos y videos”, cuenta López a Página/12. “En La asesina de Lady Di hay una voz que empieza y termina y no para de hablar. En ese momento estaba trabajando con un ejercicio de tono, pero siempre relacionado con la idea de hacer un guión de cine, porque todo comenzó con un guión, y haciendo la autobiografía del personaje”, recuerda el escritor. Ganas de filmar sus dos novelas no le faltan, quizás está esperando el momento de adquirir la confianza necesaria para zambullirse de cabeza en la realización cinematográfica. “Es curioso porque yo escribo los textos para que me den una punta para un guión, y me pasa que después resultan difíciles de adaptar al formato visual, pero ahí reside el desafío”, dice López, que estudió cine en España y en Argentina. La nueva novela de López se nutre con altas dosis de la revista paraguaya Esto. “Es increíble –confiesa–, me pasé tardes enteras leyéndola, y como soy correntino, en un punto me di cuenta de que soy más paraguayo que porteño. El tono de la revista era el tono con el que se tratarían las historias en mi pueblo, y por eso me divierte ese humor y esa crueldad o la forma en que conectan la sangre con el sexo.”
–¿Por qué aparecen como constantes las heroínas de pueblo?
–Son personajes encantadores, muy frescos, y esa frescura les da un tinte de inocencia que a veces es deseable para que la historia sea más interesante. Siempre trabajé con heroínas de pueblo, me encantó investigar en la vida de estas pibas, descubrir cómo se manejarían y qué harían. A mí me gusta que la heroína sea la trava, por lo menos cambia el foco, la mirada, le da otro matiz. Yo trato de ir a fondo y no juzgar a los personajes, las dejo que hablen, que digan lo que piensan, lo que sienten.
–¿Cómo se integra lo autobiográfico, el que haya nacido en Goya, que aparece en la novela?
–En Goya están las golondrinas que tienen su monumento; escuchamos hablar toda la vida de las golondrinas que van de la ciudad de San Juan de Capistrano, una pequeña localidad californiana, al pueblo: aparecen el 24 de noviembre y se van el 18 de febrero. Pero también la historia del pueblo me parecía alucinante. En la escuela primaria te dicen que doña Goya vendía empanadas en el puerto, pero era la ¡cabaretera!, era la madama del prostíbulo, en el puerto estaba ese gran cabarute regenteado por doña Goya (risas). Mi pueblo tiene nombre de puta y eso tenía que ver con la historia de Ruthy y Vannessa.
–¿Qué significó trabajar con un lenguaje tan transgresor como el que se maneja en el chat?
–El lenguaje del chat es la gran discusión. Como soy profesor de español para extranjeros, me dedico a recortar el lenguaje y mostrárselo a quien no conoce la lengua. No me interesan esas frases que nadie usa y en cambio sí mostrar textos más cotidianos y que normalmente no se enseñan en los libros de castellano, que es lo mismo que te pasa cuando te enseñan a hablar inglés súper correcto: cuando viajás te encontrás que eso no existe, porque sabés construir frases y no podés hablar. ¡Para qué vamos a negar la realidad si está pasando! Me parece que tenemos que preguntarnos cómo tomamos esos cambios. El lenguaje está cambiando en la escritura y yo quise dejar sentada esa metamorfosis. El inglés siempre tuvo esa elasticidad de crear e inventar palabras. Nosotros acá siempre esperamos las modificaciones de la Real Academia, y si no viene de ahí no es válido. Pero lo válido viene del uso, del habla entre la gente, y me parece que no hay discusión sobre eso.