CULTURA
La muerte y la palabra
–¿Cómo cree que el lenguaje podría contribuir para atenuar la tendencia a matar en su país?
–Esa tendencia a matar es algo sano, algo que surge espontáneamente de la sociedad como brota la fuente de la tierra, ¿y sabe por qué? Porque en Colombia somos muchos: empezamos el siglo XX con dos millones y lo acabamos con cuarenta y cuatro. ¿Cómo quieren que estemos? Pero eso sí, la falta de control natal allá la compensamos con el control demográfico salvando a muchos de la desgracia de la vejez. Pero nos tenemos que superar, pues treinta mil ni quitan ni ponen frente a cuarenta y cuatro millones. Ahí vamos, haciendo lo que podemos.
–¿Qué rol cumple el lenguaje en el establecimiento del asesinato como algo cotidiano?
–Un rol importantísimo: contarlo. Muerto que no sale en el periódico o en la televisión es como si siguiera vivo.
–¿Se divierte con las interpretaciones que se hacen sobre su obra o con sus declaraciones a la prensa?
–Respecto de las interpretaciones, tengan o no tengan que ver con conmigo, me siento muy halagado. En cuanto a las declaraciones, las hago muy a mi pesar, porque no me queda más remedio, porque me preguntan cosas. De no ser por los periodistas yo sería una pared. Muda y sorda.