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Entre las muchas razones por las que el pensamiento de Masotta adquiere un brillo particular en el campo de su escritura sobre arte, quisiera señalar al menos dos. En primer lugar, la decisión radical –que incluso lo comprometió en la realización de performances– de comprender lo que estaba cambiando en la cultura de su tiempo y de valerse de diversos instrumentos teóricos a fin de analizar el cambio. Masotta escribió sobre la historieta, el pop, las performances, la desmaterialización de los objetos artísticos. Fue un anticipador, comprendido por un núcleo de artistas e intelectuales acotado, más que por los circuitos dominantes de la época. Es destacable su particular interpretación del pop. Despojado de la tradición modernista que hizo que Romero Brest se sintiera sorprendido frente al pop la primera vez que lo vio en Nueva York, en 1962, Masotta escribe en 1965 sobre este movimiento, citando artículos de revistas que probablemente consultó en la biblioteca del Instituto Di Tella. Cuando vio las obras, en 1966, las aceptó incondicionalmente. El punto desafiante es su interpretación de 1965, basada en lo que lee en revistas, en su formación filosófica y que ofrece una perspectiva desviada, respecto de aquella que dominaba, por ejemplo, en los escritos de Lawrence Alloway, quien marcó las lecturas dominantes acerca del Pop inglés y norteamericano, enfatizando su relación con la cultura de producción masiva. La lectura de Masotta daba cuenta de fisuras que le permitían referirse a artistas locales como “imagineros argentinos”, preocupados por “la cosa”, con residuos del informalismo, y artífices de un proceso de desmaterialización que llevaron hasta sus últimas consecuencias.

* Autora de Vanguardia, internacionalismo y política.