CULTURA › OPINION
Escritor de enorme talla
Por andres rivera
Compartí con Augusto Roa Bastos el jurado del Premio Clarín de Novela en dos oportunidades. Yo había leído El trueno entre las hojas y Yo el supremo y él me había parecido un escritor notable, de una fuerza pocas veces vista por estos pagos. En el trato personal descubrí también a una persona de una enorme modestia y de un enorme rigor con su propio trabajo y con la lectura del trabajo de los otros. Recuerdo que en uno de los jurados estábamos Roa Bastos, Vlady Kociancich y yo, y los diez finalistas no eran precisamente la octava maravilla del mundo. En medio de la discusión, Roa Bastos, con esa pronunciación al mismo tiempo castiza y paraguaya que tenía, dijo algo así como: “Bueno, vamos a premiar al menos malo de los peores”.
La muerte de Roa Bastos es una pérdida no sólo para las letras paraguayas, sino para toda América latina, y yo agregaría para el mundo, porque por suerte fue bastante traducido. Era un escritor de una enorme talla, del que nadie pudo nunca emitir una de esas opiniones a las que estamos acostumbrados los argentinos. Siento mucho su fallecimiento.