EL PAíS
Roberto Lavagna festejó los tres años de ministro junto a su profesor
En el relanzamiento de La economía argentina, de Aldo Ferrer, en la Feria del Libro, el ministro de Economía se autoelogió diciendo que ninguno de los últimos planes económicos duró tres años sin evidenciar desequilibrios. Y el suyo sí. Mencionó, además, las tareas por hacer.
Por Claudio Scaletta
La presentación en la Feria del Libro de la reimpresión número 30 de La economía argentina, de Aldo Ferrer, no fue sólo una presentación. Fue casi una declaración de los “nuevos principios” económicos del Gobierno. La asistencia del ministro Roberto Lavagna y de miembros de su gabinete, de integrantes del ala “industrialista” de la Unión Industrial Argentina y del tradicional establishment de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires que se identifica con el Plan Fénix, una de cuyas caras más visibles es el propio Ferrer, fueron el marco del manifiesto.
La ocasión resultó propicia. Ayer se cumplieron exactamente tres años de la designación de Roberto Lavagna al frente de Economía y el ministro insistió en un punto central. Al menos en las últimas tres décadas, ningún plan económico duró tres años sin evidenciar desequilibrios en lo que los economistas suelen llamar “fundamentos”, como el nivel del tipo de cambio, las cuentas públicas o la evolución del Producto. Valer reconocer que en este punto a Lavagna lo asiste la razón histórica.
Pero la oportunidad no estuvo solo en la exactitud de las fechas. La economía argentina no es cualquier libro. Se trata ya de un verdadero clásico cuya lectura de la realidad histórica local y sus perspectivas se encuentra en la vereda de enfrente de la ortodoxia. Enraizado en el pensamiento estructuralista latinoamericano –entre cuyos hitos se destaca La formación económica de Brasil, la obra de Celso Furtado de 1959–, en la primera edición de 1963 Ferrer estableció una periodización de la historia económica argentina que fue leída y releída por todos los economistas que desde entonces estudiaron en las universidades públicas. Un libro que, al decir del propio Lavagna, nunca dejó de ser material de consulta “incluso en la época de lo que yo llamo la falsa ortodoxia de los ’90”, afirmó. El dato nuevo de la tercera edición de 2004 es que Ferrer sumó una nueva etapa, la de “La hegemonía neoliberal” iniciada en 1976 y concluida con la crisis de 2001. Como intelectual, Ferrer se preguntó si desde entonces se entró en una nueva etapa. También si cuando –dentro de algunas décadas– se escriba sobre el período actual podrá decirse que efectivamente hoy se está en los albores de un nuevo modelo. En su rol ejecutivo, llamando a Ferrer “mi profesor”, Lavagna intentó demostrarlo.
“Hoy tenemos una nueva oportunidad –sostuvo el ministro–, una oportunidad íntimamente ligada a las tesis que Ferrer desarrolla desde hace muchos años.” Aunque existieron otras oportunidades en el pasado, “las dejamos pasar”. “¿Por qué esta vez es distinto?”, se preguntó para –a continuación– exponer tres tipos de razones: sociológicas, económicas y políticas.
Entre las económicas, en las que lógicamente más se explayó, Lavagna destacó que “otros programas ensayados en las últimos décadas al tercer año ya mostraban desequilibrios muy importantes en el grueso de lo que los economistas llamamos las variables fundamentales”. El Plan Austral, por ejemplo, lo hizo a partir de 1988 y la Convertibilidad a partir de 1994. Estos desajustes se produjeron, por ejemplo, en el tipo de cambio, “con monedas con un valor falso”, en los déficit fiscales crecientes, en las tendencias fuertes a la destrucción de empleo y en cuentas externas totalmente desequilibradas. Al plan en curso, “que hoy justamente (por ayer) cumple 3 años”, le queda “mucho por hacer”, pero “las variables fundamentales están razonablemente alineadas”.
Desde esta perspectiva el ministro enumeró la situación de la inversión, que con 21 puntos del producto se encuentra en el máximo de los últimos 20 años. Del superávit fiscal, “inédito, no solo en la Nación sino también en las provincias” y el más alto de los últimos 50 años. De las reservas internacionales, “que se han reconstituido” desde 9000 millones a exactamente 32.591 millones de dólares (al incluir los pagos ya realizadosa los organismos internacionales)” y de las cuentas externas superavitarias, con exportaciones record por 35 mil millones de dólares.
Lavagna destacó también que durante su gestión al frente del Palacio de Hacienda el PIB se recuperó el 26 por ciento, a un promedio de más del 8 por ciento anual, que en el mercado de trabajo se crearon 2,5 millones de puestos de trabajo, el 80 por ciento en el sector privado, y que 3,2 millones de personas salieron de la pobreza.
Y si bien queda mucho trabajo por hacer, “sobre todo en materia social y de redistribución del ingreso”, queda claro que “la economía ya no está acumulando desajustes, como ocurría en el pasado”.
Las afirmaciones de Lavagna, que fueron acompañadas durante su desarrollo por el asentimiento de Ferrer, merecieron el encendido aplauso del auditorio. Las urgencias de agenda del ministro le impidieron quedarse a escuchar la exposición del maestro. Todo parecía indicar que no era necesario y que, en su momento, la lección había sido aprendida.