Miércoles, 25 de junio de 2008 | Hoy
DEPORTES › PRIMERA SEMIFINAL DE LA EUROCOPA
Por Esteban Bayer
Los alemanes están orgullosos de que Turquía haya alcanzado las semifinales de la Eurocopa (esta tarde, en Basilea, desde las 15.45), porque lo ven como un éxito al que aportaron mucho. Sin embargo, la selección germana apenas aprovechó hasta ahora un talento que nació y creció en su área de influencia. Fueron valores tradicionalmente relacionados con el fútbol alemán los que llevaron a la selección turca a la ronda de los cuatro últimos: luchar hasta el final, no darse nunca por vencido, no dar nada por perdido hasta en la situación más desesperante. Unos valores que quizá llegaron al equipo turco a través del aporte brindado por sus jugadores “alemanes”, como Hamit Altintop y Hakan Balta, nacidos, criados y formados en Gelsenkirchen y Berlín, respectivamente.
Los dos jugadores son parte de la larga lista de futbolistas que nacieron en Alemania, que pudieron haber jugado para su nueva patria alemana, pero que decidieron defender los colores de sus raíces. Como antes de ellos lo hicieron tantos otros, como Umit Davala, Yldiray Bastürk, el otro de los hermanos Altintop, Halil, o Nuri Sahin, uno de los mayores talentos del fútbol europeo para el entrenador del Arsenal Arsene Wenger. Todos ellos optaron por ponerse la camiseta con la medialuna otomana y no la del águila prusiana.
A pesar de tener una comunidad de más de dos millones de ciudadanos de origen turco, de la gran cantidad de clubes que fundaron para participar en las ligas menores del fútbol alemán, de los numerosos jugadores que llegaron a integrar equipos de Primera, son escasos los jugadores de origen turco que alguna vez fueron convocados para la selección alemana, a diferencia de otras nacionalidades. El ejemplo más evidente es Mehmet Scholl, de padre turco y madre alemana, que jugó 36 partidos con la selección germana entre 1995 y 2002, ganando la Eurocopa de 1996.
Hoy, sin ir más lejos, los seis delanteros de la selección germana en la Eurocopa tienen raíces internacionales: Lukas Podolski y Miroslav Klose nacieron en Polonia, Mario Gómez es de origen español, Oliver Neuville es suizo, Kevin Kuranyi es un trotamundos nacido en Brasil y criado en Panamá y David Odonkor tiene sus raíces en Ghana. Pero ningún turco, o casi ninguno. El más conocido fue Mustafa Dogan, que hace una década jugó apenas dos partidos.
El ex internacional alemán Matthias Sammer, director deportivo de la Federación alemana (VfB), explica que “en la mayoría de los jugadores de origen turco, las decisiones se toman por influencias de la familia”. Pero no es sólo eso. La federación turca abrió hace diez años una oficina en Colonia, especializada en detectar talentos en las ligas europeas y llevarlos a Turquía, o por lo menos convencerlos de que, llegado el caso, optasen “por jugar para la madre patria”.
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