Contra todos los deseos de los hinchas del fútbol argentino, la Selección no pudo cambiar en Lima la pálida imagen que vino mostrando en los últimos partidos y que generó polémica después del empate contra Paraguay el sábado pasado en el Monumental de Núñez. La Argentina se llevaba sin merecerlo la victoria, pero en la última jugada del partido Perú anotó el empate. El equipo nacional no tuvo brillo, no alcanzó a satisfacer las expectativas en torno del juego, se vio superado durante largos períodos del partido por un equipo como Perú que es muy limitado técnicamente y mostró rendimientos individuales muy por debajo de lo acostumbrado, y terminó pagándolo muy caro, con un gol en tiempo de descuento que le sacó la victoria del bolsillo.

Con Messi sorprendentemente bajo, sin la agudeza acostumbrada en Riquelme para poner pelotas de gol, con un mediocampo dispuesto de manera excesiva para la marca –y no siempre cumpliendo con ese objetivo–, la Selección no logró cortar la racha de partidos sin victorias, tras haber caído con Colombia y empatar de forma sucesiva contra Ecuador, Brasil y Paraguay. Parecía victoria tras el gol de Cambiasso, pero una distracción de Zanetti terminó en el sorpresivo gol del empate de Fano.

Las largas cavilaciones del entrenador Basile para formar el equipo no se vieran reflejadas en la producción futbolística e, incluso, reflejaron más de una perplejidad. Una de las dudas más acentuadas en la previa pasaba por la indecisión del técnico respecto del ascendente Di María: prefirió poner a Jonás Gutiérrez, de buena actuación contra Brasil. Pero el ex Vélez se lesionó al cuarto de hora (sufrió un fuerte golpe en una clavícula) y Basile eligió cambiarlo por Battaglia, un volante de marca que ayudara más a Gago en la contención de un medio peruano que empujaba (y pegaba) más de lo que jugaba y que se especializaba más en la marca sobre Riquelme y la violencia sobre Messi, que en la defensa del clásico estilo fino y atildado.

Con Messi absorbido por la molesta proximidad de dos o tres rivales de manera permanente y demostrando falta de dinámica para imponer su gambeta, la Argentina tuvo escasas –por no decir nulas– situaciones de gol. Agüero jugó demasiado aislado del resto de sus compañeros y habría necesitado el pique punzante de Di María –por ejemplo– para ser habilitado más a menudo. Riquelme no se mostró para nada preciso con sus pelotazos y, entonces, las variantes pasaron más por las jugadas de pelota parada que buscaban la cabeza de Daniel Díaz o de Cambiasso.

Los optimistas alentaban una mínima expectativa: que el ritmo pausado y por momentos exasperante del equipo nacional se debiera a la idea de reservar energías para la segunda mitad, esperando que la maciza espera de los peruanos en su mitad del campo comenzara a mostrar grietas. Pero poco de eso sucedió. Argentina no tuvo cambio de ritmo en la segunda parte, Messi continuó sin poder desprenderse de sus perseguidores y el resto del medio juego fue incapaz de producir alternativas, salvo por las esporádicas intervenciones de Cambiasso.

Pero fue en los pies del volante que el equipo nacional abrigó un par de situaciones en el segundo período, y fue a partir de un pelotazo milimétrico de Riquelme para Gago que, finalmente, el ex volante de River anotó el tanto del triunfo. Estaba todo dado para la victoria, pero la infortunada jugada del final sumió de tristeza y bronca al equipo argentino.

1- PERU

Butrón; Prado, Zambrano, Wilchez, Vargas; Solano, Torres, De la Haza, Chávez; Alva, Fano.

DT: José del Solar.

1- ARGENTINA

Carrizo; Coloccini, Demichelis, Coloccini; Zanetti, Gago, Cambiasso, Gutiérrez; Riquelme; Messi, Agüero.

DT: Alfio Basile.

Estadio: Monumental (Lima).

Arbitro: Carlos Amarilla (Paraguay).

Goles: 82m, Cambiasso (A); 90m, Fano (P). Cambios: 16m, Battaglia por Gutiérrez (A); 63m, Denis por Agüero (A); 77m, Renquipo por Chávez (P); 88m, Zabaleta por Cambiasso (A).