Desde Bahía Blanca

Atenas está de regreso. Luego de cuatro temporadas sin logros deportivos, el club cordobés, el más ganador de la historia de la Liga Nacional de Básquetbol, cortó esa sequía con la obtención de la Copa Argentina 2008, luego de vencer 86-73 a Boca en el último encuentro del cuadrangular final. De la mano de Rubén Magnano y con un aumento considerable en su presupuesto que también posibilitó la llegada de Leonardo Gutiérrez, entre otros, Atenas ya dio el primer paso en su búsqueda por recuperar la hegemonía perdida.

Los ocho títulos de Liga más varios éxitos internacionales no se correspondían con las oscuras últimas temporadas del conjunto cordobés. Por eso, la apuesta de la nueva dirigencia, encabezada por Felipe Lábaque, fue apostar por la mano dura de Magnano para que inicie un nuevo proceso. Y la mano del cordobés comenzó a verse en Bahía Blanca, donde su equipo mostró varios aspectos de su filosofía para quedarse de manera invicta con el certamen, tras los ocho triunfos de la fase clasificatoria y los éxitos en el cuadrangular final ante Peñarol, Quimsa y Boca.

“El esfuerzo no se negocia.” La célebre frase de Diego Simeone podría caberle perfecto a Magnano. “En este equipo no hay lugar para holgazanes”, señaló el entrenador campeón olímpico para explicar la intensidad defensiva que mostraron sus jugadores en los tres partidos. La diferencia con Simeone es que Magnano tiene clarísimo lo que quiere. Por más que tenga un líder como Leo Gutiérrez y que Juan Manuel Locatelli haya sido elegido como el jugador más valioso del certamen, la figura de Atenas fue el conjunto. La premisa de pasarse la pelota –recordar los momentos de gloria de la Selección Argentina en la era Magnano– se cumplió a la perfección, tanto que Locatelli fue el goleador del equipo con apenas 15 puntos de promedio. “El equipo parece entender del respeto, la solidaridad, la entrega y la lucha que se necesita”, resaltó Magnano como una de las claves de la conquista.

Pese a lo rígido que es el trato del entrenador, con retos durísimos e incluso insultos, los jugadores le responden en la cancha y coinciden en la idea del conductor afuera. “Todos los entrenadores siempre me dijeron que el que mejor defiende es el campeón. Y nosotros queremos lograr eso”, sostuvo Gutiérrez, el basquetbolista con más títulos en la Liga Nacional, con cinco. “Jugamos un básquet muy solidario, tanto en defensa como en ataque. Por eso nos quedamos con el torneo”, remarcó Locatelli, que también llegó esta temporada a Atenas luego de varios años en Peñarol.

Pero más allá del juego de conjunto, la dureza defensiva y de sus dos principales figuras, Atenas también tiene otras individualidades de peso, como el estadounidense Dijbril Kanté o Bruno Lábaque, el conductor del equipo en cancha. En el manejo de los tiempos del base, que está recuperando su nivel tras un par de flojas temporadas, también se encuentra un buen argumento para entender el logro de Atenas. “Tuve tres años en los que me dejé estar”, reconoció Lábaque. “Pero Rubén me devolvió las ganas de jugar al básquet y ahora estoy con muchas ganas de recuperar el terreno que les regalé a varios”, indicó el hijo del máximo dirigente de la institución.

Por más que da la impresión de que la Liga que arrancará mañana con el encuentro entre Atenas y el campeón defensor Libertad en Formosa será muy pareja, con varios candidatos al título, que el conjunto cordobés aparezca como favorito no es un dato menor. Por historia, por su entrenador y por el plantel que tiene, Atenas ya tiene el cartelito de candidato. Y, claro, mal no le queda.