DEPORTES › DECEPCIONANTE CAIDA DE PABLO CHACON ANTE HARRISON
Con la cara llena de guantes
En Glasgow, el mendocino resignó por puntos el título mundial de los plumas ante el local Scott Harrison. Sin atenuantes ni posibilidad alguna de cambiar el trámite, sólo aguantó hasta el final.
Por Daniel Guiñazú
Decepcionó Pablo Chacón. En Glasgow, Escocia, el mendocino resignó su título mundial pluma de la OMB al perder por puntos en fallo unánime ante el local Scott Harrison. Pero no es la derrota lo que molesta sino la forma en que se desencadenó. Chacón no hizo nada de lo que se suponía que iba a hacer. Subió al ring como candidato. Pero no pudo sustentar nunca esa condición. Harrison impuso la distancia desde siempre, manejó el trámite con sus golpes largos y subordinó a Chacón, quien se fue apagando de a poco, sin entregar en ninguno de los 36 minutos que duró la pelea, un mínimo gesto de reacción.
Ni siquiera puede intentarse explicar el fracaso desde lo físico. Más allá del cambio de entrenadores a mitad de la preparación (Carlos Tello le dejó su lugar a Ricardo Bracamonte y Alberto Andrada), Chacón llegó bien puesto al combate y no tuvo que exprimirse demasiado para dar la categoría (pesó 56,900 kg. 200 gramos por abajo del límite de los plumas). Se lo suponía fresco, entero, listo para hacer valer su rapidez y su poder ante un rival difícil, pero no imposible. Pero nada de eso sucedió. La pelea le vino mal desde el principio. Y Chacón no intentó dar vuelta la historia ni apelando a su talento ni echando mano a lo temperamental.
Y no es que Harrison (57,152 kg) de pronto haya explotado como un fenómeno que nadie conocía. Lo único que hizo el escocés fue sacarle el máximo provecho a la simpleza de su boxeo. Desde la campanada inicial se mostró activo y con su derecha recta lo mantuvo a Chacón lo suficientemente cerca como para pegarle casi siempre y lo suficientemente lejos como para que no le pegase casi nunca. Harrison tiró mucho, marró mucho y pegó bastante, pero en la cantidad hizo su diferencia.
En cambio, Chacón jamás encontró la distancia desde donde colar sus ganchos al hígado, el único recurso más o menos serio que pareció haber en su plan de pelea. Sin poder hacer cintura para pasar por debajo de los brazos largos de Harrison y achicar la medida, el mendocino debió recurrir a los voleados para molestar a Harrison. Pero ni siquiera eso le salió bien. Apenas si pudo conectar dos golpes serios en toda la noche.
Sólo en el 3º round, Chacón convocó a la esperanza. En ese asalto, conectó una izquierda ascendente y por un momento, Harrison detuvo su superioridad. Pero fue eso, un momento. En el 4º round, Harrison encerró a Chacón contra las sogas, le dio con dureza inusitada y le provocó una inflamación en el párpado derecho que condicionó todavía más al mendocino. De ahí hasta el final, Chacón despreció copar el centro del ring, se alojó en el encordado y se dedicó aguantar la metralla veloz y continua de Harrison, sin proponer nada, sin preocupar nunca.
Tanto le pegó Harrison a Chacón, tanto hizo el escocés, tan poco generó el mendocino que, en la segunda mitad, la pelea se hizo rutinaria y monocorde. Sólo en el último asalto se sacudió la modorra cuando Harrison descargó su artillería sobre Chacón buscando rematar con un nocaut, una labor consagratoria y de contraataque, Chacón lo pescó con una izquierda que lo hizo vacilar por un instante. Pero el epílogo ya estaba escrito. La corona mucho antes se había caído de la cabeza del argentino.
Los jurados lo vieron ganador a Harrison por 117 a 111 (el español Olivera y el alemán Zilke) y 117 a 112 (el inglés Parris). Y ahora el escocés es el campeón indiscutido de los plumas ya que conquistó la mitad de la corona que le quedaba pendiente. Chacón regresa con las manos vacías. Tenía todo a su alcance para enamorar. Y no puso nada. Desde ayer su carrera volvió a fojas cero, mientras el sueño de verlo alguna vez toreando a los grandes (Barrera, Morales, Hamed) se desvanece hasta tornarse difuso, casi imposible.