DEPORTES › EL CAMPEON DEL MUNDO DE RUGBY VENCIO 17-6 EN EL ESTADIO DE RIVER

Los australianos nos empumaron

Ante más de 50 mil personas, los Pumas dieron un paso en falso, jugando un mal partido y cayendo sin atenuantes ante un rival que no se esforzó. La falta de puntería de Felipe Contepomi, que erró siete de los nueve penales que pateó, despertó silbidos.

 Por Adrián De Benedictis

Los Pumas dieron un paso en falso en su camino que tiene como destino final el Mundial 2003. Ante un marco extraordinario en River, Argentina cayó 17-6 ante el campeón del mundo, Australia, en una actuación que dejó muchos interrogantes por resolver. La falta de respuestas anímicas resultó un factor preponderante para la caída de un equipo que se mostró desorientado, que dejó una de las peores imágenes en muchos años, y que fue despedido con silbidos.
El último encuentro de los Pumas en River se había transformado en una prueba importante con vistas al futuro. Los poderosos Wallabies, actuales campeones del mundo, serán precisamente el rival en el debut mundialista del año que viene, precisamente en tierra australiana.
Por ese motivo, antes de la gira que cerrará el 2002 por Italia e Irlanda, las expectativas estaban centradas en saber si el equipo argentino repetiría las dos últimas muy buenas actuaciones en este escenario, que terminaron siendo derrotas ajustadas ante Nueva Zelanda y Sudáfrica.
Pero por lo que se vio en los primeros minutos, los Pumas parecieron sentir la falta de entendimiento entre sus jugadores luego de cuatro meses desde su última presentación. El control del juego fue de los australiano, y el equipo local no conseguía acercarse a la zona del ingoal. Además, las formaciones fijas de Argentina no lograron afirmarse en ningún momento.
La deslucida primera parte finalizó con un 14-6 a favor de los visitantes. El único try de la etapa lo señaló Mortlock en tiempo de descuento; todos los puntos habían sido convertidos por Burke, por la vía de los penales. Los seis puntos argentinos llegaron a través de dos penales de Contepomi, que ejecutó cinco en ese período: los otros tres penales pasaron cerca de los palos.
En la monotonía del primer período, la jugada más curiosa sucedió a los 34 minutos cuando el árbitro neocelandés Deaker consultó los videos para finalmente no convalidar un supuesto try visitante.
Los Pumas salieron a jugar el segundo período con más decisión, presionando a los australianos tomando mayor posesión de la pelota. El conjunto local intentaba progresar por los laterales, pero cuando ingresaba en la zona de las 22 yardas, perdía precisión para poder alcanzar el try. A pesar de ese ligero dominio, entre el desorden general y la falta de puntería de Contepomi, los Pumas no alcanzaban a sorprender a los campeones mundiales. Como Pichot no tenía mucho contacto con la pelota, el seleccionado argentino no lograba hilvanar un ataque orquestado de riesgo como para quebrar la sólida defensa visitante.
Australia respondía con su velocidad y sus pocos avances siempre generaban inconvenientes en el campo argentino. Lentamente, y sin mostrar toda su capacidad técnica –quizás la mejor del mundo–, los Wallabies fueron enfriando el partido, aprovechándose de la urgencia del conjunto argentino. Para colmo, la gente reprobaba sobre el final la decisión de Contepomi de patear a los palos en lugar de intentar jugar la pelota. Los siete penales que erró el pateador del Bristol inglés terminaron provocando el sorpresivo disconformismo de todo el estadio. Australia llegó a 17 puntos con la única conversión de la segunda mitad, a través de un penal de Flatley. Cuando el árbitro marcó el final, los silbidos envolvieron a la despedida de los Pumas...

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Arbizu, que jugó su centésimo partido con la camiseta de los Pumas, no puede superar a un rival.
 
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