DEPORTES › ROBERTO DIGON, VICEPRESIDENTE TERCERO DE BOCA, SOBRE LA ACTUALIDAD DE SU CLUB
“A Bianchi ahora le van a exigir más resultados”
El dirigente, ex diputado, justicialista, no oculta sus disidencias con el presidente de Boca y cree que al entrenador se le pasarán facturas por su contratación. Además, explica cómo la gestión Macri se parece más a un gerenciamiento que a una gestión tradicional y por qué los gerentes han desplazado a los dirigentes en la toma de decisiones.
Por Gustavo Veiga
El tiempo no urge, el entrevistado da indicios de que evitará las interrupciones –apaga su teléfono celular– y la política sirve de puente para cruzar hacia la orilla del fútbol en los instantes iniciales de la conversación. Roberto Digón está sentado en su luminosa oficina del grupo Bapro, donde oficia de director. No se hablará de la delicada situación del Banco Provincia, de los irritados ahorristas, ni de la caída en el precio del dólar. Será de cuestiones que parecen más vacuas que aquellas, como el regreso de Carlos Bianchi a Boca, su eventual candidatura a la presidencia del club y cómo los gerentes han desplazado a los dirigentes en la toma de ciertas decisiones. A poco de que el diálogo avance, una certeza se tornará tan evidente como la filiación peronista del ex diputado: sus diferencias con Mauricio Macri. Y es que aunque integran la misma comisión directiva, el vicepresidente 3° cuestiona más de lo que concede y se define a sí mismo como un “leal” que nada tiene que ver con los “obsecuentes” que rodean al ingeniero.
–¿Qué hechos positivos y negativos mencionaría de estos siete años de mandato que lleva la actual conducción de Boca?
–Creo que se han hecho bien varias cosas. Se mejoró el club, se organizó, pero podríamos estar mucho mejor y darle un valor más importante a lo social. Tiene que haber una mayor participación de los socios y simpatizantes. Había eso en los primeros tiempos, pero en los dos últimos años abandonamos esta política. Hemos burocratizado el sistema administrativo. No es lo mismo conversar con un dirigente que debe responderle a la gente que lo votó que ir a hablar con un gerente o un subgerente. Cada vez tienen más importancia los funcionarios rentados que los directivos. Y creo que esto es un error. Tarde o temprano esas decisiones se pagan.
–Su descripción se corresponde con un gerenciamiento de hecho que estaría en línea con los pensamientos privatistas de Mauricio Macri.
–El presidente siempre pensó que era muy difícil privatizar Boca, diría que imposible. Se dio cuenta de esa situación y buscó entonces el gerenciamiento. Los gerentes en una empresa responden al directorio o al patrón y es un poco lo que ha sucedido en el club. Vamos a tener que rediscutir estas cuestiones porque facilitan ciertas cosas, pero van sacándoles poder de decisión a los dirigentes.
–¿Todos los dirigentes en Boca son ad honorem?
–Sí. Estoy totalmente convencido y se lo digo con grabador y sin grabador. Por eso avanza tanto el gerenciamiento. A un club grande como éste no pueden dedicársele menos de diez o doce horas y para hacerlo se debería vivir de rentas. ¿Quién lo podría hacer? A lo mejor Mauricio, pero no lo hace tampoco.
–¿Usted ya es candidato a la presidencia de Boca para las elecciones de diciembre próximo?
–Cuando en una institución hay una figura que absorbe tanto como la de Macri, cuando se pretende reemplazarla por otra, en general se fracasa. Esto ocurre en la política como en cualquier orden. ¿Qué puede sustituir a una figura que ha concentrado tanto poder? Solamente un equipo. Si uno pudiera formar un grupo de cuatro o cinco dirigentes honestos..., que es lo que exigen los chicos.
–¿Qué chicos?
–Yo tengo una agrupación en el club que, sin petulancia, es la más numerosa y en la que participan mucho los jóvenes. Se llama Nuevo Boca. Lo hacen por Internet, en las reuniones, en cada sector del estadio y nos van transmitiendo sus ideas como, por ejemplo, armar el departamento del hincha.
–¿Entonces se presentará a los comicios con un equipo ya conformado?
–Le estoy diciendo que debe armarse. No puede haber problemas por un puesto. No importa si se es presidente o vice. Lo importante es el protagonismo de la gente. No debe concentrarse el poder en una sola persona, eso es una autocracia.
–¿Macri ya designó a un delfín para que lo suceda al frente de Boca?
–Hasta ahora, excepto que sea alguien que no integre la comisión directiva, que nosotros no lo conozcamos, no veo a nadie que pueda ser su delfín. Podrá tener más cercanías con algunos directivos y, por ahí, menos simpatías por otros.
–¿Hoy cuántos candidatos supone que se presentarían a las elecciones en el club?
–Supongo que habría tres o cuatro con aspiraciones. Dentro y fuera de la conducción. Orlando Salvestrini parece que quiere ser. También Pompilio y Goyo Zidar deben tener ese objetivo, aunque nunca lo hemos hablado.
–¿Cuáles son las diferencias que existen entre ustedes?
–Siempre existen, aunque pueden ser de matices y de fondo. Además, los seres humanos estamos llenos de miserias. Y dentro de ellas hay ambiciones, mezquindades como que un dirigente crea que es más importante que el club. Esa es la equivocación. Sucede a menudo, tanto en el fútbol como en la política. Hay dirigentes brillantes, es cierto, pero en el fútbol los brillantes son los jugadores, por ahí el director técnico y los directivos tenemos un papel totalmente secundario. Nunca vamos a ser ídolos. En cambio, algunos que no los nombro (sonríe) tienen la tendencia a creer que la gente va a corear su nombre. Y más en este momento que existe una gran frustración con los dirigentes políticos y sociales.
–¿Por qué ha sido casi el único que cuestionó a Macri desde adentro?
–Primero, tenemos distintas formaciones, distintas ideologías, distintas formas de ver la vida. Cuando existen esas diferencias, uno considera que los caminos que conducen a un lado o al otro son divergentes. Pero lo bueno es haber sacrificado actitudes personales por el bien de Boca. Las voces críticas deben escucharse porque hay una tendencia en la dirigencia argentina a confundir obsecuencia con lealtad. Las grandes figuras suelen quedarse con los obsecuentes y no con los leales, que son quienes siguen un proyecto político, pero que avisan: cuidado con esto, mirá esto otro. No podemos seguir callándonos la boca.
Bianchi, Freud y Lacan
–El regreso del técnico a Boca ha tenido un desenlace feliz. ¿Cree que ocurrió lo mismo con los procedimientos para lograrlo?
–Pensé que iba a ser todo más rápido. Creí que algunos valores de Bianchi no estaban en discusión y después me di cuenta de que no era así. El técnico concentró demasiadas adhesiones y eso a algunos hombres los pone mal. Evidentemente no es fácil manejar los egoísmos. Si pudiéramos controlarlos seríamos mucho mejores.
–¿Al técnico se le retaceó la paga en defensa de los intereses del club o por alguna mezquindad de protagonismo?
–Pienso que las dos cosas. Mauricio discute y disputa siempre por la plata. Lo hace constantemente. Y no es algo que haya sucedido sólo con Bianchi. Ahora puede haber alguna actitud mezquina, casi seguro que la hay. Quizá por lo que se puede considerar un excesivo protagonismo de Bianchi. Todo eso lo podríamos haber llevado de una mejor manera y buscar un camino mucho más corto y menos costoso para todos.
–Da la sensación de que esta relación no nació bien y que tarde o temprano se le pasará una factura al técnico.
–Yo creo que algo quedará. Se va a estar pendiente totalmente de los triunfos y se le exigirá más que antes. Casi con seguridad habrá quienes digan que estamos pagando mucho y ahora pedirán resultados.
–¿Qué porcentaje del éxito le atribuye a Bianchi en los seis títulos logrados durante los últimos años?
–Ha sido muy importante y lo que hicieron los jugadores también. Resultó clave para que se entendiera que lo importante es el conjunto y no lo individual, algo que no es demasiado simple. Más con futbolistas que tienen entre 20 y 25 años, que en general vienen de hogares muy humildes, con muchas necesidades y llegan a tener plata, fama, mujeres fáciles. Todos esos vicios de la sociedad que pueden perder a un joven cuando no está preparado para eso. Siempre lo menciono a Bianchi como ejemplo de conducción y recuerdo lo que decía Roberto Trotta cuando le preguntaron como jugador de Vélez qué era lo más importante del técnico. Y él respondió: los que somos suplentes creemos que estamos adentro de la cancha y pensamos igual que los titulares. Esa frase a mí me quedó grabada.
–Parece que usted le profesa a Bianchi una admiración incondicional.
–Junto al Toto Lorenzo, con algunas variantes favorables a Carlos, son los más grandes técnicos que pasaron por el club. Capaces de conducir y convencer a los demás. Para lograr esto en Boca se necesita a Freud y Lacan. Ni siquiera a Pichon Rivière, ni un discípulo suyo alcanzaría. Y nosotros tenemos a un entrenador que representa actitudes de Freud y Lacan. Entonces, aprovechémoslo. Si hasta escuché decir a varios empresarios importantes que le ofrecerían a Bianchi la conducción de sus empresas. Cómo es que nosotros no reconocemos esto.
–¿Cree que a Bianchi no se lo valoró? ¿No exagera demasiado?
–El cuidado del dinero es importante, pero Boca está en una situación económica que podía pagar lo que Bianchi se merece. El tema pasa por saber si él es una solución o no. Además, no lucha por él solo, sino por quienes lo acompañan. Y Bianchi tiene la costumbre de pagarles muy bien a sus colaboradores. Eso, como dirigente político, me importa mucho. A la persona que vale hay que pagarle. Estamos en un mundo donde todo se achica y la variable de ajuste siempre es el salario.
–De todos modos, que se ventilaran las millonarias cifras del contrato resultó irritativo para Bianchi y hasta puede parecer obsceno para el común de la gente.
–Siempre que pasan estas cosas se ven así, aunque cuando uno comprueba lo que hace Bianchi en su vida privada, cuando ayuda a una fundación allá en Córdoba que le da de comer a mil chicos y lo hizo antes de llegar a Boca, durante y después que se fue, eso vale mucho. Además, trata de hacerse valer en su actividad profesional. Lo otro es que Boca administre bien sus dineros y saber si es conveniente pagarlo. Este año hicimos inversiones que no salieron como esperábamos y fueron muy costosas.
–¿Se refiere a los pases de Sosa y Estévez?
–No voy a hacer nombres porque se termina perjudicando a un ser humano, pero me refiero a nuestra responsabilidad como dirigentes. Adquirimos futbolistas en momentos más difíciles que los actuales. El país estaba en una peor situación que ahora.
–¿Se dialogó con Bianchi de situaciones del pasado como aquellos insultos del plantel al tesorero Orlando Salvestrini tras la final con Palmeiras? ¿Se habló de nuevas reglas?
–Las negociaciones las llevó solo el presidente. Yo lo ignoro, no sé si conversaron sobre ese tema. Aquello fue lamentable, pero la responsabilidad la compartieron los dirigentes y los jugadores, que tuvieron una respuesta exagerada.
–¿Por aquel episodio aún hay futbolistas que no pueden regresar al club?
–Creo que no, porque en definitiva esas situaciones se hablan. Puede haber quien tenga simpatías por un jugador u otro, eso es inevitable. Pero si necesitáramos a alguno, todo se superaría.