En el perpetuo estado de confusión que caracteriza al fútbol argentino, el dato no resulta menor. Van seis fechas del Apertura, casi un tercio de torneo disputado, y todavía ningún entrenador saltó de su banco. Hay varios técnicos que sienten el césped moverse bajo sus pies, llenos algunos los oídos con insultos de variada tonalidad, pero llamativamente todavía ninguno salió eyectado por la ventana del vestuario.

Normalmente, el torneo doméstico se devora un técnico cada dos fechas y, conductor más o menos, suelen ser una decena los que por campeonato se van con pena y sin gloria alguna. Sucede que los Clausura, los torneos que cierran la temporada, se llevan puestos más técnicos que los Apertura, donde no se ciernen con tanta premura las sombras del descenso o la Promoción, pero ninguno de los nueve Apertura anteriores a este que lideran Vélez, Estudiantes y River llegó a la sexta fecha sin una sola víctima entre los entrenadores.

En el Apertura pasado, el primer técnico en quedarse sin trabajo fue Ricardo Zielinsky, despedido de Chacarita después de que el equipo perdiera los cinco primeros partidos. En este campeonato no hay un equipo en tal condición, pero ni Miguel Russo (un potencial candidato a dirigir la Selección cuyo equipo, Racing, perdió los últimos cuatro partidos), ni Diego Cocca (el conductor de un equipo como Gimnasia, que todavía no ha logrado anotar un solo tanto en lo que va del torneo) han perdido aún sus cargos. Penden del hilo de un buen resultado, pero todavía respiran.

No deja de ser una situación curiosa en la medida en que los técnicos cuestionados todavía permanecen en sus cargos, mientras que la Selección Argentina, que durante 30 años fue ejemplo de estabilidad medida en procesos de varias temporadas, está al comando de un entrenador interino, que además conduce a los juveniles, sin ser confirmado en su función, frente a la incertidumbre que provocaron declaraciones cruzadas sobre la extensión del futuro contrato.

Perder dos partidos seguidos en el fútbol habilita a movileros e inquisidores radiales a demandar fechas de salida. A veces son los mismos entrenadores los que se fijan insólitamente esa presión, como ensayó Claudio Borghi después de la derrota de Boca ante All Boys. En ocasiones, incluso, circulan versiones más extrañas, como la que daba renunciante a Alejandro Sabella en Estudiantes después de la pérdida de la Recopa Sudamericana, como si no fuera cierto que el equipo de La Plata está peleando el Apertura, una versión que Sabella desactivó inmediatamente. Ni siquiera la eliminación de la Sudamericana empujó a Pedro Troglio fuera de Argentinos, equipo al que de campeón sólo le quedó la chapa.

Cinco entrenadores se encuentran, según la mirada tradicional, en situación comprometida, pero otros tantos han estado en la picota recientemente, como Ricardo Caruso Lombardi en Tigre o Héctor Rivoira en Huracán. Ambos equipos rondan la zona de la Promoción, pero no pierden desde hace tres fechas y eso desactivó la onda expansiva que podía llevárselos puestos.

Los hinchas de Racing aguardaban un torneo más promisorio, teniendo en cuenta que el promedio no les marcaba tantas urgencias como en otras temporadas, pero las últimas cuatro derrotas consecutivas han cambiado el panorama. En cuatro de los últimos cinco campeonatos, el club de Avellaneda echó a su entrenador antes de la octava fecha: Clausura 2010, Claudio Vivas en la 4ª; Apertura 2009, Caruso Lombardi en la 8ª; Clausura 2009, Juan Manuel Llop en la 3ª; Clausura 2008, Miguel Micó en la 8ª. ¿Zafará Russo de integrar esta lista negra?