Como si los cambios de entrenadores garantizaran que en la temporada de 2011 se verá en la Argentina fútbol menos malo que el de los últimos torneos, ya desde antes de la consagración de Estudiantes de La Plata como campeón comenzó la habitual calesita, fogoneada por dirigentes, los propios técnicos, intermediarios, periodistas, pseudocomunicadores, allegados varios y oportunistas de toda ralea.

Quizá lo más “detonante” sea lo de Julio Falcioni de Banfield a Boca, o el “se va o sigue” de Juan José López en River, que se convirtió en “sigue” después de ganarle River a Lanús la última fecha, cuando pocos días antes era “se va”, tras perder por goleada con Estudiantes.

Sabella decía querer cumplir su contrato con Estudiantes de La Plata, pese a las supuestas intenciones de River de contratarlo, y si Gareca no arreglaba con Vélez, Omar Assad estaba aparentemente en la lista de espera. Y así todo, o casi todo. En tanto, los buitres del escándalo deben estar esperando alguna estridencia mediática de Caruso Lombardi o el cruce –fulbito para la tribuna– de algún necesitado de prensa con algún otro jetón en eso que irrespetuosamente fue titulado “Show del fútbol”.