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Para los que pretenden eludir la pesada carga que impone la realidad abrevando en la despreocupada frescura del fútbol, partidos como el que sostuvieron anoche Newell’s y Boca en el Parque Independencia permiten creer que siempre es posible oponerle un respiro a la angustia. Pese a que nada había en juego, o precisamente a favor de ello, ambos equipos jugaron el último partido del Apertura 2001 con una soltura y unas ganas que contagiaron. La pelota fue y vino de área a área, hubo cuatro goles que pudieron ser varios más y el abundante público que fue a la cancha a olvidarse por un rato de la crisis salió agradecido.
A los 10 minutos, el partido ya estaba igualado en un tanto. Walter Gaitán, el fasto alrededor del cual flotó Boca durante todo el primer tiempo, conectó un zurdazo cruzado tras un centro de Clemente Rodríguez que superó a Luque. Pero en la réplica, un corner para Newell’s devengó en la clásica peinada del primer palo y Fernando Crosa, que entraba libre por el medio, aplicó el cabezazo que se metió por el medio del arco sorprendiendo a Caballero.
Boca fue ligeramente superior a Newell’s por el resto del período, porque lo que generaba Gaitán era superior a lo que desplegaba Maxi Rodríguez del otro lado del campo. Por eso no extrañó que el equipo del Maestro Tabárez se retirara victorioso al entretiempo. Tiro libre de Gaitán llovido sobre el área y Carreño, de espaldas al arco, la cabeceó hacia atrás, metiéndola junto a un palo.
El ritmo siguió siendo ágil en el segundo período, pero Gaitán ya no tuvo la energía del inicio, y Newell’s se hizo dueño del trámite, de la mano de Rodríguez y de Saldaña. La presión derivó en el empate: una corrida de Gigena por la izquierda, el centro vertiginoso –dio la impresión de que la pelota se había ido por la raya de fondo– Caballero dio un rebote corto al medio del área, y Rodríguez le pegó como venía, sellando el empate. El propio Maxi tuvo el 3-2 estrellando un remate en el palo, y después pudo haber sido Carreño el que le diera la victoria a Boca.