Jueves, 10 de marzo de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Facundo Sava *
Los diferentes dibujos tácticos de un equipo, por costumbre, se expresan en números: 4-3-3, 4-4-2, 3-4-2-1, 4-3-1-2 o el 4-2-3-1 tan utilizado en el pasado Mundial de Sudáfrica. Pero la suma de cada uno de los esquemas da 10, cuando el fútbol se juega con 11.
Falta el arquero. Como si el arquero no formara parte de un sistema de juego o fuera ajeno a todo lo que sucede en el campo.
Grave error: la participación del arquero en el sistema colectivo de un equipo debe ser cada día mayor. Lo vi en carne propia, cuando fui como invitado a ver los entrenamientos de Barcelona, Real Madrid, Valencia y Villarreal, en los que los arqueros toman parte de absolutamente todos los trabajos de posesión de pelota.
Hacen fútbol en espacios reducidos, practican más con los pies que con las manos. Más aún. Iker Casillas, de Real Madrid, y Víctor Valdez, de Barcelona, hacen la entrada en calor antes de un partido con trabajos de pases cortos y largos y ejercicios de orientación para darle continuidad a una jugada.
En la cuarta fecha del Clausura hubo algunos ejemplos saludables, como Enrique Bologna (foto) en Banfield y Agustín Orión en Estudiantes, pero todavía falta: como les digo a mis amigos Gustavo Campagnuolo y Marcelo Pontiroli, que pasaron por la valla de unos cuantos clubes, hay arqueros que se acercan al borde del área grande y parece que se van a caer a un precipicio.
En el Fulham de Inglaterra jugué con el arquero holandés Edwin Van der Sar, uno de los mejores con los pies que vi en mi vida. No era casualidad, porque cuando terminaban las prácticas me pedía: “Facundo, vení, atajame unos tiros”, y pateaba con derecha, con zurda, desde distintas posiciones, como si fuera un delantero. “Para que la defensa pueda presionar en la mitad de la cancha, necesita un arquero que juegue de líbero”, me explicaba.
Era un ejercicio que Van der Sar hacía por su cuenta, y a propósito de esto no conocí muchos técnicos que les permitieran a sus jugadores libertad de actividades en los entrenamientos. Sé del portugués José Mourinho, hoy en Real Madrid, por un compañero que tuve en el Celta y que, a su vez, lo había tenido en Porto.
Mourinho les pedía a sus jugadores que crearan cinco trabajos de definición para la práctica, siempre pensando en la idea de juego del equipo. Y los jugadores lo hacían: creaban, pensaban, se divertían, elegían y disfrutaban. Además tenían la necesidad de que les saliera bien, porque era algo propio, de ellos.
“Adentro de la cancha son ustedes los que juegan, los que hacen los goles, los que inventan, así que nadie sabe mejor que ustedes qué ejercicio es importante”, les decía Mourinho.
Escuchar a los jugadores es una virtud del técnico y un técnico que lo hace es, indudablemente, seguro de sí mismo, como hizo Eduardo Berizzo la semana pasada en Estudiantes luego de que Juan Sebastián Verón recomendara hacer los cambios de a poco. “La idea futbolística –dijo Berizzo– está por arriba de los sistemas.”
* Ex futbolista.
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