Sábado, 16 de julio de 2011 | Hoy
DEPORTES › LAS VIRTUDES DE URUGUAY PARA PALPITAR EL CLáSICO RIOPLATENSE
A pesar de los cambios obligados, el conjunto que dirige Oscar Tabárez es prácticamente el mismo que alcanzó las semifinales en Sudáfrica 2010. Experiencia en el fondo, solvencia en el medio y un latente poderío ofensivo.
Por Ariel Greco
Desde Santa Fe
El Mundial de Sudáfrica le dejó a Uruguay varias cuestiones positivas más que el cuarto puesto logrado en aquel certamen. Con la continuidad de Oscar Washington Tabárez como entrenador, la Celeste consiguió formar un plantel estable y un equipo que sale casi de memoria, más allá de algún cambio puntual. En una selección, con el poco tiempo de trabajo del que se dispone, resulta una ventaja invalorable. Doce meses después del certamen sudafricano, el Maestro se dio el lujo de citar a esta Copa América a 20 de los 23 que arribaron a esa semifinal. Sebastián Coates, Cristian Rodríguez y Abel Hernández son la sangre nueva, en lugar de Jorge Fucile, Ignacio González y Sebastián Fernández, apenas unos retoques que no modifican la estructura y unidad ya probada. Incluso, Cebolla Rodríguez se perdió el Mundial porque arrastraba una suspensión larga tras la derrota con Argentina en el último partido de las Eliminatorias, si no también hubiese estado en el grupo.
Pero no sólo el grupo ya está formado. También el equipo habitual tiene pocas incógnitas. Y de no ser por las lesiones, diez de los titulares de hoy ante Argentina hubiesen sido los mismos de la formación estable en Sudáfrica. El primer problema para el entrenador se dio en la defensa, teniendo en cuenta que Diego Godín no se recuperó de su molestia. La primera apuesta para cubrir el hueco fue Coates, pero la segunda amarilla que recibió el zaguero en la última jugada del encuentro ante México lo dejó afuera de los cuartos. Ahí aparecerá Mauricio Victorino para formar dupla con Diego Lugano, una circunstancia que por el conocimiento y la experiencia de ambos no debería ser de mayor inconveniente.
El gran problema para Tabárez fue la lesión que sufrió Edinson Cavani en el partido ante Chile. Esa baja le modificó la estructura y lo obligó a dejar de lado el tradicional 4-3-3 que tan buenos resultados le venía dando. Con la salida del goleador del Nápoli, el ex entrenador de Boca y Vélez se decidió por un 4-4-2, con la entrada del ex Boca Alvaro González, un mediocampista de marca, pero también tocó algunas piezas en el fondo y el medio, para no perder tanta potencia ofensiva.
Ante México, Alvaro Pereira, que venía trabajando en la línea de volantes y que es el goleador uruguayo con dos tantos, pasó a desempeñarse como lateral izquierdo en lugar de Martín Cáceres, un jugador de características más defensivas. Y en el sitio del ex futbolista de Quilmes y Argentinos apareció Cebolla Rodríguez, un volante ofensivo que piensa más en el arco rival que en el propio. Así Tabárez buscó compensar la ausencia de una de sus piezas de ataque. Lo cierto es que ante el poderío de Argentina, el DT uruguayo volvió a pensar en Cáceres como lateral y Pereira como volante izquierdo, relegando a Rodríguez al banco.
Los resultados de Uruguay hasta el momento no son tan buenos como se podía esperar. Con un triunfo y dos igualdades cosechó cinco unidades para terminar segundo en su grupo detrás de Chile, lo que motivó el anticipado choque ante Argentina. En sus dos primeras presentaciones no pudo ganar, ya que igualó 1-1 con Perú y 1-1 con Chile. Recién en el último partido llegó la victoria, con un apretado 1-0 sobre la Sub-22 de México, que debió ser mucho más holgado de no ser por la cantidad de situaciones que desperdició en ataque. Y en esa zona, por ahora, radica la principal diferencia entre esta selección y la del Mundial: Diego Forlán, uno de los goleadores de aquel torneo con cinco tantos y elegido el mejor jugador del certamen, todavía no ha podido anotar. Incluso, desde el tanto ante Alemania en el partido por el tercer puesto que no convierte con la camiseta celeste. Si bien su rendimiento no ha sido malo, su falta de puntería, sobre todo ante México, ha conspirado contra las aspiraciones uruguayas.
En defensa, Uruguay muestra la solidez de siempre. Con un seguro Fernando Muslera en el arco y la presencia intimidante de Lugano en el centro de la zaga, la última línea se desordena poco, aunque Maxi Pereira, por la derecha, se suele proyectar seguido y con criterio al ataque. Para ello tiene la inestimable colaboración de los volantes Diego Pérez y Egidio Arévalo Ríos, que se encargan de todos los relevos y compensan las subidas de los dos laterales. En total recibió sólo dos goles en 270 minutos, lo que indica que no es sencillo convertirle.
Un detalle a tener en cuenta y que no parece menor es que Uruguay no le tiene temor ni se siente inferior al equipo argentino. En la fase de grupos contó con la chance de especular con los resultados y evitar un cruce con el conjunto local, pero no lo hizo. Un empate ante México lo sacaba de la órbita de Argentina. Sin embargo, quedó claro que no le interesó esa chance y buscó la victoria desde el primer momento. Por eso, por historia, por presente y por rivalidad, Uruguay es uno de los rivales más complicados que podía tocar en esta instancia.
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