DEPORTES › JACQUES ROGGE, PRESIDENTE DEL COMITE OLIMPICO INTERNACIONAL
“La guerra en Irak ya está afectando al deporte”
El médico belga que sucede a Juan Antonio Samaranch está en contra del conflicto, y aunque puntualiza su influencia negativa sobre la actividad deportiva, no lo condena públicamente. “No tengo miedo de que haya boicots a los Juegos Olímpicos”, asegura.
Por Juan José Fernández *
Desde Lausanne
Personalmente, Jacques Rogge está en contra de la guerra. Pero, como presidente de un organismo no político, no opina. Sólo desea que se acabe pronto y sus efectos sean limitados. El médico belga tiene un estilo diferente al de Juan Antonio Samaranch, de más trabajo en equipo, pero actúa con una mano izquierda parecida, más de preventivo que de cirujano. Rogge parece cansado a primera hora de la tarde en su despacho. Aunque su agenda es apretada, es amable, paciente y optimista. Pese a los malos tiempos.
–¿Cuál es su opinión sobre la guerra contra Irak?
–Tengo una opinión personal. Como ciudadano del mundo, no estoy a favor de la guerra. Pero no soy político, sino el presidente de una organización no política. No vamos a expresar una opinión sobre quién tiene razón o no. Sí deseamos que termine lo antes posible y con el menor número de víctimas, que la gente pueda vivir en paz y que el deporte vuelva a ser organizado en esa región.
–¿Cómo afectará al deporte?
–Ya lo está afectando. La FIFA ha retirado el Mundial de Fútbol juvenil de Emiratos Arabes Unidos, otras federaciones han suspendido torneos y viajar en avión a Medio Oriente no es fácil. Pero esperamos que el conflicto se limite a esa zona.
–Sólo faltan 17 meses, 500 días, para Atenas 2004. ¿Pueden volver los boicots a los Juegos?
–Seguramente no. No tengo miedo a los boicots porque no hay razones para boicotear. Ni Grecia ni el COI lo son.
–Pero Estados Unidos, que participa, sí.
–No me parece que haya peligro. Y en los boicots pierden siempre los que los hacen. Lo que podría afectar, pero no lo creo, es que los Juegos no sean en época de paz. Si hay guerra, influirá. Pero tenemos que recordar que los Juegos de Barcelona ‘92 coincidieron con el conflicto de Yugoslavia, que está más cerca de esa ciudad que el Medio Oriente de Atenas...
–¿Y con candidaturas como Nueva York para 2012?
–El COI eligió a Moscú, símbolo del comunismo, para 1980; a Los Angeles, símbolo del capitalismo, para 1984, y a Seúl, con el problemas de las dos Coreas, para 1988. El COI sólo mira la parte técnica, no la política. También lo hizo en el pasado. Atenas no estaba preparada para 1996: no tenía subterráneo y sólo un viejo aeropuerto. Pese al simbolismo del centenario, elegimos a Atlanta, que tenía un proyecto mejor. Lo mismo en 1993 con Sydney para el 2000 en lugar de Pekín, que sí escogimos en 2001 para 2008 porque no sólo tiene una preparación técnica excelente, sino la quinta parte de la humanidad. El COI considera siempre los intereses de los atletas. Necesitamos la seguridad y la calidad; todo lo técnico, los hoteles, las infraestructuras, la televisión... Y cuando todo eso está garantizado, sólo entonces, miramos otras cosas, como la rotación de continentes o que un país no haya organizado unos Juegos y otros sí. Sólo a igualdad de seguridad y calidad pueden contar las consideraciones geopolíticas.
–En esos casos hubo candidaturas que hicieron campañas desastrosas y otras invitaron a un picnic y tenían a Coca-Cola detrás, como Atenas y Atlanta para 1996.
–Las campañas son inevitables, pero no son muy útiles porque la gente sabe lo que es importante. Los miembros del COI conocen los Juegos. Estoy seguro de que, si pudiera leer en su cabeza desde el primer día al último, antes de cada elección me encontraría con que no hay muchos cambios. Reciben los proyectos, los leen y no van a decir a quién van a votar, pero van a cambiar poco.
–Pero Sydney ganó por un solo voto a Pekín para 2000. ¿No influyó el miedo al cambio político?
–Eso indicó que los dos informes eran más o menos cercanos, pero Pekín ganó dos ediciones después, cuando se lo merecía.
–¿Se va a institucionalizar que la ONU dé una resolución otorgando una tregua olímpica en caso de guerra?
–Es una muy buena costumbre, pero es la responsabilidad del país organizador, junto con el COI, pedir a la ONU esta resolución en cada caso. Ya se ha hecho en el pasado: la última vez para los Juegos de invierno de Salt Lake City 2002, después de los atentados del 11 de setiembre. Ahora le corresponde a Atenas.
–¿Llegará el momento de pedirlo a Estados Unidos?
–No; es una decisión de la ONU.
–¿Cómo van las negociaciones con la televisión, que usted lleva adelante?
–Vamos a negociar en junio con las cinco grandes cadenas estadounidenses: NBC, ABC, CBS, FOX y AOL-Time Warner. Si todo va bien, terminaremos a mediados de mes. Pero es posible que retrasemos el acuerdo si las condiciones políticas y económicas no son las adecuadas. Tenemos tiempo. Podría esperarse dos años más.
–¿Se mantiene la fórmula anterior del COI de ofrecer mayoría de imágenes en televisión abierta?
–Ahora ya no hay la diferencia fundamental de televisión gratuita y paga. Hay una mezcla de todo. Vamos a vender derechos claramente para la televisión gratuita, para satélite, para cable, para Internet y para TV paga. Por partes.
–Ante esta venta, la sensación que da usted animando a las grandes ciudades a que presenten su candidatura para 2012 es que el COI tiene miedo económico.
–No. Tenemos bastante dinero, pero estamos interesados en tener el máximo posible de buenas candidaturas. Y ahora, para los Juegos de verano, es una situación excepcional. La mejor. Nunca hemos tenido tantas ciudades importantes como aspirantes. En el pasado había una grande y dos o tres pequeñas. Ahora tendremos a Nueva York, Madrid, una ciudad alemana, casi seguro París, posiblemente Londres, probablemente Río de Janeiro o San Pablo, y Moscú, según su alcalde.
–Oficialmente, ¿cuáles se han dirigido al COI?
–Nueva York, Madrid y una ciudad alemana a elegir. Pero el plazo no termina hasta el 13 de julio.
–¿No se dejó presionar por los medios estadounidenses en el escándalo del patinaje al dar otra medalla de oro a la pareja canadiense en Salt Lake City 2002?
–No. Yo tenía un documento firmado por la jueza francesa con confesiones de haber sido manipulada, presionada, para favorecer a la rusa. La Federación Internacional de Patinaje, al confirmarse la manipulación, nos pidió otra medalla. Mi conciencia está limpia. Habría hecho lo mismo con otro país o al revés.
–En Copenhague se acaba de dar un gran paso en la lucha contra el doping, pero quedan muchas asignaturas pendientes. ¿Habrá solución alguna vez?
–Eso espero. Pero la clasificación de los problemas es diferente. El primero es que los gobiernos paguen a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), porque hay muchos que no lo hacen o lo hacen tarde, y que todos firmen el Código antes de los Juegos de invierno de Turín 2006. El segundo, lograr de las federaciones una buena aplicación del mismo. Y el tercero, el de los atletas de las ligas profesionales norteamericanas. Pero soy optimista. Hay una nueva dinámica y el COI la apoyará.
–¿Está dirigiendo el COI de forma diferente a como lo hacía Juan Antonio Samaranch?
–Somos de generaciones, países, educación y pasado distintos. Pero le tengo mucha admiración, afecto, respeto y gratitud. Conoce y ama el deporte y ha hecho un trabajo increíble, con su estilo, que fue muy bueno y eficaz en su época. Pero vivimos en un tiempo que necesita más trabajo de equipo que solitario. Y no es tan fácil porque hay que acercar a mucha gente. Pero es lo que se pide ahora y yo soy un hombre de equipo. Para mí, Samaranch es el hombre más importante del COI junto a Pierre de Coubertin y nos ha dejado un legado impagable. Pero tenemos que evolucionar. Yo estoy feliz de telefonearlo, pedirle consejo y hacerle caso un 80 por ciento de las veces.
–¿No es más complicado llevar el control en un COI con miembros tan variopintos?
–No, es distinto. A largo plazo, es mejor dejar expresarse a la gente aunque las asambleas duren más. En México hubo más de 40 intervenciones. Antes habría sido más difícil. La gente estará más contenta. Tenemos 125 miembros de alta calidad y si no pueden hablar no hay razón de que lo sean.
–Y se tienen menos enemigos.
–Enemigos hay siempre.
–¿Como el canadiense Richard Pound y el surcoreano Un Yong Kim, sus dos grandes rivales derrotados para la presidencia, o el francés François Carrard, el director general que se va?
–Pound está haciendo muy buen trabajo. Perdió las elecciones, pero tiene un gran valor y Samaranch trabajó mucho con él. Le pedí que siguiera con el marketing, pero no quiso y también dimitió a la presidencia de la AMA. A las dos o tres semanas, se lo volví a pedir, pero sólo aceptó la AMA y lo nombré en la comisión para reducir los costos. Ahora lo apoyé en Copenhague. Somos amigos. ¿Por qué hacer la guerra? A Kim lo nombré presidente de la comisión de radio y televisión. Trabaja muy bien. Tiene mucha influencia en Asia. Y con Carrard también puedo trabajar muy bien, pero no se dedicaba a tiempo completo y el COI ha crecido mucho. Le propuse hacerlo, pero dijo que no podía por sus compromisos. Hemos sido y somos amigos. En el futuro nos ayudará como asesor jurídico. Aún buscamos un sustituto.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.