Sábado, 6 de abril de 2013 | Hoy
DEPORTES › LA CANTIDAD DE PUBLICO NO FUE COMO EN LOS MEJORES DIAS
El año no viene bien para la Asociación Argentina de Tenis, que de la misma manera que sucedió ante Alemania, en febrero pasado, no pudo lograr que el escenario estuviera colmado en su capacidad. Pero hubo euforia y entusiasmo entre los presentes.
Tal como ocurrió en la serie de primera ronda frente a Alemania, ayer, en el primer día de la serie entre Argentina y Francia, el estadio Mary Terán de Weiss lució semivacío. Lejos estuvo la jornada inicial de los cuartos de final del certamen de equiparar la repercusión que generaba la misma competición hace unos pocos años atrás. Aunque los hinchas argentinos que llegaron al sur de la ciudad –casi cinco mil– intentaron suplir la falta de público redoblando su entusiasmo y euforia, primero, para brindar su apoyo ante la parada brava que le tocaba a Berlocq y, luego, para celebrar el cómodo triunfo de Mónaco que puso las cosas en tablas.
Ni siquiera la presencia de las figuras resonantes con las que cuenta el seleccionado europeo, con Jo-Wilfried Tsonga a la cabeza, atrajo a los fanáticos del tenis hacia el Parque Roca. El problema, parece ser, fue precisamente la ausencia de figuras, pero del lado local. Sin Del Potro, primera raqueta nacional, y sin Nalbandian que, pese a estar en el declive de su carrera, asoma con la principal atracción, la jornada del viernes contó evidentemente con escasa concurrencia.
Aunque, tal como advirtió Berlocq los pocos –pero eufóricos– fanáticos se hicieron sentir. De los festejos en el primer set, cuando el chascomusense sorprendía a Tsonga, transitó al murmullo en el segundo, cuando el número uno francés comenzaba a demostrar su superioridad. Pero el público también apreció el esfuerzo de su gladiador. Reconoció su esfuerzo y lo ovacionó cuando se retiraba de la cancha. “El público me dio un plus extra para seguir con vida”, admitió el número 71 del ranking que llevó a su rival al quinto set. Berlocq, además, tras su caída, dejó un mensaje claro: “Más allá de que no se llenó, estando adentro de la cancha se vivió un ambiente espectacular. Se siente mucha adrenalina. Me gusta jugar acá, todos nos sentimos cómodos”.
Cientos de caras pintadas con los colores rojo, azul y blanco asomaban sonrientes, cuando el primer punto ya estaba consumado a favor de la visita. “Alé Jo-Wilfried, Alé”, gritaban, con un ritmo pegadizo, las cientas de camisetas azules, detrás del banco de su equipo. Al mismo tiempo, uno de ellos arengaba con un megáfono, el resto cantaba, aplaudía y hasta realizaba una simpática coreografía con las manos.
Valió la pena la espera de más de siete horas para que finalmente los hinchas locales puedan festejar la igualdad lograda por Mónaco. Como habían previsto Jaite y Clement, los entrenadores de ambos conjuntos, la serie fue 50 y 50. Un partido para cada uno, y la celebración fue repartida. En apenas tres sets, el tandilense festejó la victoria (su tercera en el año, todos por Copa Davis) con un puño cerrado en el centro de la cancha, como una promesa de que el equipo argentino dará batalla, por más complicados que parezcan los tres puntos restantes. El público ovacionó al hombre que puso el empate, y se retiró del estadio con una mueca de tranquilidad. La serie está abierta, y eso es lo que verdaderamente importa.
Informe: Pablo Ribera.
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