Unas 30 mil personas fueron al Monumental a ver la penúltima actuación de la Selección Argentina. Poca gente para un partido de Eliminatorias, aunque demasiado si se considera que no estaban Messi, Higuaín y Gago; que la clasificación ya estaba asegurada y que el rival era Perú, ya eliminado y con algunos jóvenes debutantes en su formación. Un partido sin adrenalina, si se lo compara con las previas de las Eliminatorias para el ’70 en la Bombonera y para el ’86 y el 2010 en el mismo Monumental, y ante el mismo rival.

Algunos de los que desafiaron el fresquito de la noche se lamentaron de no haberse quedado en casa a ver por televisión el partidazo que jugaron Colombia y Chile en Barranquilla, pero los más optimistas se alegraron de haber disfrutado una vez más del potencial ofensivo de un equipo que tiene cinco delanteros del mejor nivel, envidia de muchas selecciones nacionales en el mundo. Dos goles de Lavezzi y uno de Palacio, que se complementaron en varias situaciones que dispusieron ellos mismos, junto con Agüero y De María. De los 33 goles que convirtió la Selección Nacional en este certamen, 31 fueron conquistados por los cinco delanteros netos y el Flaco Di María.

La Selección pudo hacer más goles que esos tres que quedaron en la chapa, pero también pudo sufrir alguno más, al margen del que hizo Pizarro (y en el que se encadenaron varios errores). Es que el equipo de Sabella sigue mostrándose muy frágil en la última línea.

Eso resulta natural para un equipo que se para en el centro de la escena y que al menos cuando juega de local va permanentemente al frente, pero lo preocupante es que padeció algunos riesgos en momentos en que un solo delantero de Perú debía enfrentar a toda la defensa argentina. El público, que apoyó siempre, aunque no se mostró muy eufórico, saludó con muchos aplausos las salidas de Palacio, Lavezzi y Di María.