Martes, 19 de noviembre de 2013 | Hoy
DEPORTES › LA SELECCIóN ARGENTINA SUPERó A BOSNIA EN UN ESTADIO DE BéISBOL
Un derechazo en el primer tiempo y un zurdazo en el complemento, ambos del delantero, le dieron el triunfo en Estados Unidos al equipo nacional, que logró imponer su jerarquía. El goleador y Di María fueron los más destacados.
Sin Lionel Messi en el plantel ni en el equipo, en el último partido de la Selección Argentina del 2013, el técnico Alejandro Sabella optó por respetar más sus convicciones y en la formación inicial aparecieron cinco defensores para custodiar los caminos al arquero Romero. Es cierto que Bosnia ganó de manera impecable su grupo de clasificación al Mundial y que la ciudad de Saint Louis alberga la mayor concentración de ciudadanos bosnios viviendo fuera de su país, lo que transformaba al equipo argentino prácticamente en visitante en el estadio de béisbol en el que se disputó el partido, pero Bosnia no es ni de lejos una potencia futbolística para tenerle tanto respeto.
Lo que en los dibujos aparecía como un 5-3-2, distribución cara a la visión del técnico cuando su equipo es visitante, en la práctica se tradujo en un 3-5-2 volátil. Los marcadores de punta titulares de la Selección, Zabaleta y Rojo, volvieron al equipo, pero con la pretensión de ser punzantes, arrancando en el medio para incursionar por los laterales, lo que hicieron con más empeño que peso. El fondo quedó constituido por Otamendi (a la derecha), Basanta (a la izquierda) y Fernández, como último hombre. Bosnia tuvo diez minutos preocupantes en el primer tiempo, un rato en el que los tres del fondo hicieron agua, en el que el grandote Dzeko (compañero de Sergio Agüero en el Manchester City) preocupó, en el que Otamendi, desbordado, casi se la clava de emboquillada a Romero con la cabeza.
Pero con esa disposición más retrasada, Sabella buscó lo que más necesita para darle a este equipo vertical que pretende: espacios para el contragolpe. Con la astuta velocidad de Di María para mover los hilos y la picardía veloz de Palacio, bien asociado con el siempre temible Agüero, la Argentina creó más peligro que su rival, a diferencia de lo que prometía la formación inicial en los papeles. Sabella ubicó a Maxi Rodríguez como volante por la derecha, acaso en procura de una alternativa para un puesto que parecía propiedad indiscutible de Fernando Gago, y lo sumó a esa capacidad calculadora con que el equipo maquina situaciones de gol a favor de los amplios espacios y, en la noche de ayer, la ingenuidad de la defensa bosnia.
Así vino el primer gol, un cabezazo de Di María para Palacio (los bosnios pidieron jugada peligrosa), un choque con el arquero y el rebote que capturó Agüero para definir con un derechazo. Así también llegó el segundo, en el complemento, una habilitación de Di María para el delantero ex Independiente, en posición dudosa, que definió con un zurdazo seco e inapelable, cuando el partido se había caído.
Está claro que sin Messi los rivales pierden cierto respeto frente a la Argentina y el equipo no puede hacer valer, con la contundencia acostumbrada, la diferencia de jerarquía del resto de sus jugadores. Pero si la Selección también le pierde el respeto al rival, con buena leche, acaba haciendo la diferencia.
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