Martes, 19 de noviembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › LA EX CONCERTACIóN LOGRó LA MAYORíA EN AMBAS CáMARAS DEL CONGRESO
Los proyectos que aspira impulsar Michelle Bachelet, como una nueva Constitución o una profunda reforma impositiva, requieren un alto quórum en el Parlamento. Sin embargo, el sistema chileno creado por la dictadura dificulta más aún lograr esas mayorías.
Por Christian Palma
De a poco se va disipando el polvo que levantaron las elecciones presidenciales y parlamentarias del pasado domingo y el panorama político comienza a aclararse. Si bien Michelle Bachelet no logró imponerse en primera vuelta, lo más probable es que el 47 por ciento que obtuvo en las urnas la conviertan en presidenta por segunda vez el próximo 15 de diciembre, cuando se mida con la candidata derechista Evelyn Matthei en el ballottage.
De ser así, la necesidad de cumplir con sus promesas de campaña y las fuertes expectativas que ha despertado en la ciudadanía la obligarán a trabajar duro desde el primer día para no despertar a los movimientos sociales, que no le darán tregua. Para lograr el cometido de modificar la Constitución, realizar una potente reforma tributaria o allanar el camino a la educación gratis, Bachelet debe tener mayoría en las cámaras del Congreso. En Chile, existe un sistema perverso –heredado de la dictadura– que favorece los pactos para elegir a los parlamentarios por sobre las postulaciones individuales: el sistema binominal. En palabras simples, si un candidato individual que obtuvo la primera mayoría no logra sumar más votos que el total de las dos opciones de la lista contraria, queda fuera del Parlamento. Extraño, pero cierto.
Por eso el concepto doblaje es clave y Bachelet lo sacó a relucir desde que volvió de Nueva York a encabezar esta nueva aventura. La razón: parte fundamental de su programa son proyectos de ley que necesitan alto quórum. “Según los últimos cómputos, hasta ahora hay dos doblajes de senadores y de once diputados”, destacó Bachelet, que también lamentó que no ganaran los emblemáticos Soledad Alvear, Alberto Undurraga y Camilo Escalona, “tres grandes servidores públicos que no fueron electos, así como otros candidatos que quedaron fuera en muchos casos por las injusticias del sistema binominal”.
Así las cosas, el casi seguro primer gobierno de Nueva Mayoría –que reemplazó a la Concertación– comenzaría con 71 eventuales votos en la Cámara de 120 diputados, mientras que en el Senado, la ex presidenta tendría un mínimo de 21 votos sobre 38. Con todo, Nueva Mayoría puede anotarse como un triunfo los resultados, ya que lograron doblar en diez distritos y eso que los cálculos decían que cuando mucho serían unos cinco. Estos escaños le significarían cumplir algo así como el 80 por ciento de su programa, donde destacan la reforma tributaria, bonos sociales permanentes, matrimonio igualitario, de decidirse impulsarlo, despenalización del aborto y una AFJP estatal, entre otros. Todos son materias de ley que requieren mayoría simple, lo que está más que garantizado.
En relación con el cambio del sistema electoral binominal, las modificaciones para establecer la gratuidad universal, la desmunicipalización de la educación escolar y el fin del lucro son leyes orgánicas constitucionales que necesitan para aprobarse cuatro séptimos de los parlamentarios presentes al momento de la votación (69 diputados y 22 senadores). En la Cámara baja, esos votos estarían asegurados, no así en el Senado, pues faltaría un sufragio. La vedette del Congreso, el senador independiente Carlos Bianchi, podría romper el empate. Su pasado de derecha no le ha impedido cuadrarse con la Nueva Mayoría, por ejemplo en temas educativos. Además, se ha mostrado a favor de terminar con el binominal.
Un escenario más complejo tendrá la idea de reformular la Constitución. Esto porque aparte de convencer con las alternativas que este cambio traerá al país, Bachelet necesitará de la aprobación de los dos tercios del Congreso. Es decir, 80 diputados y 25 senadores; los que sólo se logran seduciendo a la oposición.
Osvaldo Andrade, presidente del Partido Socialista, sostiene que para alcanzar el quórum de reforma constitucional será necesario “reunir correlación de fuerza, tener una presidenta respaldada, un Parlamento que respalde y un activo movimiento social”. El senador Ricardo Lagos Weber expresó a The Clinic Online que “va a haber sectores de la derecha que van a estar por los cambios constitucionales. Para eso va a ser muy importante la presión de los movimientos sociales”.
Otro naciente sector, llamado “bancada estudiantil”, también tendrá mucho que decir a la hora de impulsar leyes profundas. Se trata de los líderes estudiantiles, especialmente los del movimiento del 2011, que tuvo por varios meses en jaque a Sebastián Piñera. Se trata de los ex presidentes de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica y de Chile, el independiente Giorgio Jackson y la comunista Camila Vallejo, respectivamente. Ambos fueron electos diputados con altísimas votaciones.
Junto a ellos, la también ex dirigente estudiantil comunista Karol Cariola y el sucesor de Vallejo en la Chile, el independiente Gabriel Boric, ganaron su derecho a entrar al Congreso.
“Serán los artífices de cambios estructurales profundos”, fue el comentario coincidente tras los resultados. Los cuatro tendrán la fuerza necesaria para negociar con la Nueva Mayoría el Chile que vislumbraron, principalmente en los cambios al modelo educativo que impera aún en el país.
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