Difícilmente suceda en los próximos cinco años, pero la ATP dejó meridianamente claro por primera vez en su historia que la posibilidad de un megatorneo de tenis en América latina la entusiasma, y las mayores posibilidades son para Brasil y, en menor medida, Argentina. “Las recientes novedades en América latina son alentadoras”, dijo a la agencia dpa Chris Kermode, director ejecutivo del ente rector del tenis masculino.

“El ATP 500 de Río fue un primer paso en la dirección a tener eventos más grandes en la región. En principio, la idea de contar con un Masters 1000 en Sudamérica es muy atractiva”, añadió. La reacción de la ATP llega tras las palabras de Rafael Nadal, número uno del mundo, que fue claro durante la ceremonia de coronación del domingo en Río de Janeiro: “América latina se merece tener un Masters 1000, ojalá suceda pronto”.

Los Masters 1000 son la máxima categoría del circuito masculino, sólo superados por los cuatro torneos de Grand Slam. Todos se disputan en el Hemisferio Norte: cuatro de ellos en Norteamérica, otros tantos en Europa y uno en China.

El británico Kermode, que dirige la ATP desde hace pocos meses, cree que las “oportunidades de crecimiento para la ATP en un mercado emergente como América latina son fascinantes”. Además de los ATP 500 de Río de Janeiro y Acapulco, el circuito de la ATP tiene con Viña del Mar, Buenos Aires, San Pablo y Bogotá otras cuatro paradas en Latinoamérica con torneos 250, el nivel más bajo del circuito mayor.

El proyecto de un torneo latinoamericano con los mejores del mundo tiene más de 15 años y fue impulsado inicialmente por el estadounidense Butch Buchholz, creador de Key Biscayne, certamen conocido ahora como Miami.

Buchholz, que tenía incluso una sede para el torneo –Nordelta, en el Tigre–, nunca fue escuchado seriamente por la ATP, que en ese entonces dirigía su compatriota Mark Miles.

La situación ahora es diferente: Kermode llegó a la ATP con la idea de cambiar muchas cosas que parecían inamovibles, y en las dos últimas semanas estuvo en Buenos Aires y Río de Janeiro conociendo sus torneos. Volvío impresionado por lo que vio.

A Nadal, a su vez, lo entusiasma la posibilidad de que América latina le ofrezca grandes torneos sobre polvo de ladrillo, la superficie menos dañina para su golpeado físico. Acapulco, que acaba de dar el salto al cemento, pierde peso de cara a un Masters 1000, ya que se ubica en el calendario inmediatamente antes de dos torneos de esa categoría, Indian Wells y Miami.

“Le encantó el año pasado volver a América latina, hacía muchos años que no estaba allí. Disfrutó muchísimo”, aseguraron desde el entorno del número uno del mundo. Nadal tiene la decisión firme de jugar Buenos Aires el año próximo, cuando se cumplirá exactamente una década de su última presencia en un torneo oficial en Argentina. Este año no pudo hacerlo debido a un problema estomacal.

“Ahora ya hay dos torneos de la categoría 500 en la región, eso demuestra que nos importa América latina”, dijo a dpa un alto funcionario de la ATP. “Y está claro que Sudamérica se merece un torneo grande.”

La región, que dio grandes nombres como Guillermo Vilas, Gustavo Kuerten, Marcelo Ríos o Juan Martín Del Potro, deberá ser sin embargo paciente, porque los nueve Masters 1000 existentes tienen contrato firmado hasta 2018. Añadir un nuevo megatorneo devaluaría su importancia, algo que la ATP no hará. Kermode, que termina su mandato en 2016, bien puede aspirar a un segundo período hasta 2019, el año en el que el Masters 1000 sudamericano podría ser real. Así, en las manos del hombre que acaba de visitar Argentina y Brasil estarían los sueños de grandeza del tenis de estas latitudes, que quieren dejar de ser espectadores para pasar a ser también protagonistas.